REVISTA EL SORDO

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Escalafandra – Capítulo IV

 

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ESCALAFANDRA
(Chismes, leyendas, cuentos y barullos de una nueva época dorada del tango)

Ilustración: Lucía Vera
Texto: Juan Seren

Las lunas de Victoria .

CUADRO 1

Durante muchos años, no hubo ningún paisano que se animara a acercarse a menos de 1 km de distancia de la casa natal de Victoria Di Raimondo. Es un murmullo entre los habitantes de su barrio (el de la cuarta sección de la provincia de Mendoza) que la bella e inocente muchacha durante sus primorosos 15 abriles, ofrecía curaciones de palabra a todo aquel que anduviese desprovisto de salud o falto de buenas costumbres. Tímidamente exponía dicha curación, deslizando un cálido arrullo milonguero delante del convaleciente, dejándolo durante el ocaso de la primera estrofa ya fortalecido, listo y predispuesto a competir en cual disciplina olímpica se cruzara por su paso.

CUADRO 2

Dicho arrullo se le prestaba durante la noche y se extendía hasta los primeros claros que entintaran el horizonte. Algunos de sus más fervientes seguidores aseguraban que Victoria tenía una profunda relación sentimental con la luna. Que pasaba horas y horas dialogando con ella, escuchando atentamente el silencio de sus respuestas. Otros, los más fantasiosos, disentían asegurando que la púber sanadora había nacido fruto de la relación entre una inexplicable sirena guaymayense y un tipo que estaba esperando a ser atendido en la cola de un kiosco… Sin olvidarnos de sus verdaderos padres, familiares y amigos que no comprendían muy bien qué era lo que pasaba alrededor de su pequeña niña cantora.

CUADRO 3 Y CUADRO 4
Hubo un día en que se presentaron algunos incrédulos a desmitificar aquel extraño don y a quien lo poseía. Para lograr su cometido, levantaron un estrepitoso fuego detrás del patio donde la joven cantora recibía a sus visitantes. El humo que generó dicho malintencionado incendio provocó la poca visualización de la luna. Victoria, al darse cuenta de lo acontecido, brotó en cólera, pasando de su plácido arrullo sanador a un aterrador cimbronazo, tan hilarante y desenfrenado que el viento frenó su paso y los vidrios del lugar se resquebrajaron.

La mayoría de los presentes escaparon despavoridos, con sus oídos sangrando. Tal vez sea esa la razón por la que se cuenta que en la cuarta sección solo habitan sordos, producto de aquel grito desgarrador.

CUADRO 5 Y CUADRO 6
Pero los incrédulos calvos que provocaron la jugada no pudieron salirse con la suya, quedando atrapados entre las crecientes llamas que brotaban de los árboles caídos por el incendio. Con algunas quemaduras leves y ausentes de sus sentidos auditivos, gritaban aterrados a merced de la iracunda joven.
Ante el impensado pedido de clemencia el humo comenzó a dispersarse y al lograr divisar nuevamente al blanco satélite lunar, la muchacha tuvo piedad y tomo a los incrédulos del brazo, calmando sus ánimos y regalándoles una preciosa melodía que les permitió recuperar sus capacidades sonoras.
Los hombres, maravillados con la buena acción, lloraron todas sus culpas ante sus manos y le confesaron una verdad que todavía no puede revelarse. Arrepentidos, le prometieron que iban a tomar el camino del bien y que ante su gracia, dedicarían sus vidas a crear y a reproducir nuevos arrullos milongueros.

CUADRO 7
Ya mayor y despojada de estas historias, Victoria decidió dejar de realizar sanaciones para sus aquejados vecinos y encontró en el grupo Altertango otros estímulos, otras nuevas formas de liberar sus emociones. Las mismas que la pusieron a escribir, esas que la llevaron a participar de otros proyectos. Todo a partir de una extraña noche en que la luna y el sol se juntaron sobre la tierra.

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Escalafandra – Capítulo III (Segunda Parte)

 

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ESCALAFANDRA
(Chismes, leyendas, cuentos y barullos de una nueva época dorada del tango)

Ilustración: Lucía Vera
Texto: Juan Seren

Black y la máquina del tiempo.

CONTINUACIÓN….

CUADRO 1

1995; con la segunda llegada de Menem al poder, llega la devaluación, la privatización, la baja producción nacional y unas cuantas otras porquerías del momento. Por alguna o por todas estas razones, muchos frigoríficos comenzaban a cerrar sus puertas. Eso mismo ocurrió con aquel en el que mantenían congelado a Black. Hacía ya un tiempo que se habían olvidado de su presencia y dada la malas circunstancias, al apagar definitivamente los motores de la cámara frigorífica, descongelaron sin darse cuenta al cantor, despertándolo así de un inmenso reposo involuntario.

CUADRO 2

Sin hacer mucho barullo, el hombre se retiro de aquel sitio del mismo modo que ingreso durante aquella madrugada del 59 cuando planeaba realizar una presentación en una falsa fiesta de carniceros y término quedándose imposibilitado de sus sentidos. Balbuceando algunas palabras, confundido, camino por el frigorífico hasta lograr dar con la calle. Los hombres que sacaban los últimos elementos de valor del lugar, lo dejaron ir, tomándolo por un trabajador que se había pasado de siesta entre los helados costillares vacunos. Salió aturdido, a paso lento pero como si nada le hubiese pasado; ni si quiera el tiempo.

CUADRO 3
Decidido a continuar su búsqueda musical, supo responder al momento y en su respuesta encontró de todo; con Los Amados recupero al bolero, con Araca París reconoció al rock pero con el tango, y creyéndose en otra etapa de su propia historia, intento nuevamente comunicarse con el fallecido Crespi para volver a cantar las obras del maestro.

CUADRO 4
Pero al marcar el número de teléfono, y como era de esperarse, Crespi no lo atendió y si lo hizo el guitarrista Christian Huillier, quien aprovechándose de la buena fe del torcán, decidió engañarlo, haciéndole creer que estaba en plena comunicación con su mismísimo descubridor. De esta manera, y sin perder la oportunidad, lo invita a participar de su agrupación.

CUADRO 5
Jacinto Berman, milonguero de ley y arrepentido por la misma causa, asegura que Black jamás nació en tierras cubanas ni vivió durante 36 años encerrado en un frigorífico. Para Jacinto, Black es un cantor como tantos otros que no debería tener lugar en esta nueva época dorada del tango. Ante nuestra insistente discrepancia y posteriores repreguntas el hombre, ya ofendido por nuestra presencia, sin titubear nos cerró la puerta en las narices. Luego de dicha falta de argumentos, tras averiguaciones pertinentes, supimos que Don Bergman había sido un importante empresario de la industria discográfica en los tiempos de Frondizi.
Contaba con su impecable traje blanco y sus zapatos brillantes, con la sonrisa llena y un dejo de nostalgia en sus ojos, aquella mañana menemista, cuando partió de su lento letargo escapando de aquel frigorífico entre la impenetrable penumbra. Lo llamó el camino, luego el río y ahí se fue, cantando como si el verano anterior lo hubiese atendido al teléfono el maestro Crespi, o como si el tango todavía tuviese quien le escriba para que él lo siga cantando como en otras épocas pero en estos tiempos.

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Escalafandra – Capítulo III (Primera Parte)

 

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ESCALAFANDRA
(Chismes, leyendas, cuentos y barullos de una nueva época dorada del tango)

Ilustración: Lucía Vera
Texto: Juan Seren

Black y la máquina del tiempo.

CUADRO 1

Ahí, ya suelto entre bambalinas, cuando la orquesta del maestro Hilario Crespi marcaba el primer compás de una noche inolvidable, cuando los últimos ansiosos por aquel 3 de marzo de 1957 se acomodaban entre las butacas del teatro provincial de Mar del Plata y los abucheadores del montón esperaban en el fondo de la sala por su momento de gloria, aparecía sobre el escenario Black Rodríguez Méndez; aquel joven torcán que el maestro había descubierto entre cencerros y guatacas durante sus vacaciones en las playas de la Habana. Todo luego sería entre aplausos y flores; el cantor había sellado su mágico talento hasta en los más incrédulos espectadores de la Orquesta de Crespi.

CUADRO 2
Para el lamento de muchos, al día siguiente de aquel concierto en la feliz, Crespi vio finiquitada su carrera y lo que le restaba de vida. Luego de una exitosa noche de estrenos, donde supo presentar a su rutilante cantor de temporada, el maestro fallecía de una sospechosa sobredosis, dentro de la habitación de un hotel de pocas estrellas en Santa Teresita.
Ante la vergüenza que generó dicha noticia en la industria musical, los ejecutivos discográficos y sus feroces secuaces, decidieron ocultar la primicia del mal momento a todo medio de comunicación, llevando al maestro y a todo aquello que supo construir durante décadas junto a su imprescindible Orquesta, hacia las fauces del olvido. Mejor dicho, llevando a casi todo, o a todo, menos a su cantor; aquel muchacho que no pudo volver a dar con Crespi, ni con la noticia de que había fallecido.

CUADRO 3
Black, sin embargo, mientras continuaba marcando una y otra vez el número telefónico del fallecido maestro, supo darle rienda suelta a sus musas y armarse de una prolífera carrera en solitario. Carrera que molestó a aquellos que insistían con quitarse de encima al legado Crespi y a todo su entorno. Generando un éxito rotundo desde la independencia, sin firmar largos contratos ni cumplir con las normas que las compañías disqueras del momento establecían, supo alzarse en su fama y adueñarse de la corona artística poniéndose delante de los principales espectáculos porteños y siendo records de taquilla en las boleterías.
Con teatros que rebalsaban de público aclamando por él, con cantores atemorizados por competir con una figura de tal talla, Black mantenía su buen perfil, ignorando inocentemente el enojo y la envidia de sus incorregibles enemigos. Por esa razón, y por otras tantas (durante semanas su canción “Rio Paraná” le había quitado el puesto número 1 a “Mamá estas bella otra vez” del Club del Can en los rankings radiales) los dueños de la industria decidieron tenderle una trampa y correrlo de las arcas de elite del monopólico negocio.

CUADRO 4
¿Y cómo llegaron a tal cometido?; tendiéndole el anzuelo correcto. Por la mañana de un lunes poco alentador, recibía en su domicilio la invitación a un falso evento organizado por la industria de matarifes y afines para que realice un show previo al corte de cinta en la inauguración de un nuevo frigorífico.
De este modo, lograban cerrar el tejido de una red que dejaba a Black quieto y silencioso;condenado al intenso frio de una cámara carnicera. Situación que les permitiría a los deleznables disqueros hacerse de tiempo para que alguno de sus productos musicales creciese y pudiese alcanzar las cifras records del rebelde torcán. Con un equipo preparado para someterlo a un extenso tratamiento criogenético y ya habiéndolo encerrado en la mala jugada, los ejecutivos discográficos, concluían el más siniestro de todos sus planes; ese que lo mantendría a Black, durante una buena cantidad de lustros, en un estado semi vegetativo.
Continuará…

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El tango favorito de hoy por Elbi Olalla

por Elbi Olalla
«Línea de Tiempo» de Mariano González Calo
Ilustración por Paloma Márquez

Tengo muchos tangos preferidos y tengo la suerte de ser amiga de sus compositores; Victoria Di Raimondo, Alejandro Guyot, Juan Lorenzo, Julián Peralta, Edgardo Gonzáles, Juan Seren, Julio Coviello, han compuesto canciones que me encantan y son parte del soundtrack de mi vida en este momento. Si tengo que elegir sólo una voy a hablar de una pieza fundamental del cancionero tanguero instrumental de esta época, como es Línea de Tiempo, de Mariano González Calo.

Línea de Tiempo es un tratado de composición y de arreglos, y a la vez es una especie de paseo sutil por distintas rítmicas y motivos que están profundamente arraigados en la historia del género, pero suenan sorprendentemente nuevos e intensos. Es una obra profundamente emocional y cuando la escucho espero ansiosa cada nuevo segmento musical que, además son imágenes muy bien descritas, con un nivel de síntesis notable . Línea es como una película de 4 minutos.

Tiene además una estructura perfecta y ordenada que hace que el discurso musical y sus sensaciones fluyan libremente amparados en esa estructura sofisticada y delicada. Es linda, equilibrada y muy emotiva a la vez. Es difícil hablar de algo que a uno le llega desde la emoción. Es mejor poner play o tocarlo, pero en este intento de explicar tal vez me acerco un poco más a la obra.

En resumen, me encanta y la considero una verdadera obra maestra de mi amigo, el talentoso Mariano G. C.

 

 

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Escalafandra – Capítulo II

 

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ESCALAFANDRA
(Chismes, leyendas, cuentos y barullos de una nueva época dorada del tango)

Ilustración: Lucía Vera
Texto: Juan Seren

Guyot is otro.
CUADRO 1
Un barrio de Coronel Brandsen a altas horas de la madrugada. Dos pelados campanean una esquina. Un tercero, de singular calvicie, acelera su paso hasta llegar al tapial de un terreno baldío. Sin titubear demasiado y a pesar del silbido de su colega alertando la presencia de extraños, saca un aerosol del bolsillo y escracha impunemente su cruel mensaje.

CUADRO 2
La noticia sacude al mundo del tango contemporáneo. Alguien ha intentando develar un secreto que muchos, de inagotable complicidad y de silenciosos labios mordidos, supieron preservar; Alejandro Guyot (el cantor, el letrista, el poeta) no es aquel que viste de lungas camisas, ni el que calza la profundidad de sus zapatos. A bien o a mal, se sabe que ni siquiera es el que ha recorrido días y tierras lejanas como cantor de distintas formaciones tangueras ni aquel que ha escrito infinidades de versos para esta nueva época dorada del género. No. Al menos, sabemos que éste no es el de siempre y el de siempre tampoco es el mismo. Por alguna extraña razón que aún desconocemos este tridente de hombres calvos nos ha develado que el verdadero Guyot no es otra cosa que una sucesión de otros, iguales, distintos o muy parecidos.

CUADRO 3
El historiador Carlos Frabela, asegura que el extraño linaje Guyot existe hace miles de años. Es decir, hay quienes aseveran, como Carlos, que los Guyot han existido desde que al tango se lo llamo tango y al mundo, mundo. Naciendo ya adultos y muriendo el mismo día de haber nacido, pasándose la posta del presente al que le entre, sin arrullos maternales ni infancias que los acobijen, los Guyot, sólo repiten un mismo patrón de conducta; todos cantan y escriben, todos pertenecen al inflexible circuito del tango.

CUADRO 4
Necesitado de una eterna juventud, este Guyot, él que conocemos actualmente, sólo aparece en las noches impares del mes deambulando con su pluma y su anotador por distintos bares de Buenos Aires como un encantador bon vivant o como el más déspota de los marginados. Sin embargo, durante la luz del día, dedica su tiempo y sus pasos a una tarea por demás humillante; ser un experimentado ladrón de botiquines. ¿Su forma de operar? Finge estar en apuros para poder pasar a los sanitarios de sus allegados. Una vez adentro revuelve cajones y prospectos intentando resolver la siguiente combinación;

CUADRO 5
Dicen sus ex compañeros del Arranque, dicen los de Astillero, dicen los actuales y los de las primeras 34 puñaladas, que este Guyot es un tanto disímil al de aquellos tiempos. Por entonces señalan que lo encontraban, ensayo tras ensayo, siempre cambiante de carácter, falto de memoria y con una altura irregular; pasaba de medir 1,60 a 1,89 de una semana a la otra. También relatan que ensayo tras ensayo buscaba cambiar el repertorio grupal argumentando que no le gustaba su impronta anterior; cambiaba uno de tangos carcelarios por otro de cielitos y vidalas, uno de tangos nuevos, por otro de clásicos. Eso sí, lo que los dejaba tranquilos era que siempre llevaba consigo para la carga a su inconfundible voz y jamás renegaba ante la negativa mayoritaria de sus caprichosos pedidos.

CUADRO 6
Parte 1- Sin mucho preámbulo, un 4 de noviembre del 2007, un poeta conocido como el Tapia Díaz, nos hacía llegar una carta escrita de puño y letra por el mismísimo Guyot donde señalaba textualmente que todo este montaje patrocinado por esos misteriosos pelados no era más que una de las tantas falaces historias que se escribieron sobre su persona. Guyot aseguraba allí que nunca dejo de ser un humilde profesional de la medicina, que a la fecha tenía 86 años, que su estado civil era viudo y que tenía 4 hijos de la misma mujer.
Parte 2- Aunque fue difícil, con su letra de medico inquieta a la lectura y borrosa a la pluma, logramos dilucidar que se había retirado del canto y del tango a fines de la década del 40 para dedicarse de lleno a la elaboración de productos cosméticos. En sus últimas palabras, ya más claras, nos explicaba que un farsante estaba usando su buen nombre con el fin de beneficiarse dentro de un circuito artístico. Por tal motivo, aprovechaba sus líneas para dejar firmemente expuesto que en nada se vinculaba la historia de ese falso personaje con la suya. Actualmente el Dr. Alejandro Guyot atiende un consultorio dermatológico ubicado en la calle Manzoni al 340. 1er piso, Barrio de Villa Luro. Atiende por PAMI y otras obras sociales de lunes a viernes, de 13 a 19hs.
Con esta carta en nuestras manos ya no nos resulto interesante seguir indagando sobre el tema. Por lo que queda, por lo que vimos, simplemente habrá que creerle a este Alejandro o habrá que decir que Guyot vive y escribe todos sus días como cuando muere escribiendo.

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Escalafandra – Capítulo I

 

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HISTORIETA SEREN 1

ESCALAFANDRA
(Chismes, leyendas, cuentos y barullos de una nueva época dorada del tango)

Ilustración: Lucía Vera
Texto: Juan Seren

Criollitas, Pineral y un distinto; Julián Peralta.
CUADRO 1
Algunos que no muy bien lo conocen pero que lo han visto aseguran que Julián Peralta, el pianista, el compositor, el arreglador, el fumador a escondidas, en sus noches de creación poseía la facilidad incontrolable de emocionarse ante cada sutil acorde que deslizaba sobre las teclas de su piano. Emoción, sufrimiento y algunos fuertes golpes se desprendían de aquel hombre empecinado en encontrar de un modo muy particular a sus maltratadas musas.

CUADRO 2
Todo duraba lo que su demora. Cuando las horas eran largas y los susurros lentos, su condenado llanto lo llevaba a inundar su departamento de lágrimas. El olor a humedad, el agua brotando de su puerta y los gritos desgarradores eran la queja diaria del conserje. Los arregladores de pianos y los vendedores de trapos de piso, agradecidos.

CUADRO 3
Hacedor de una trayectoria intachable, ha generado varios conjuntos musicales en esta nueva época dorada del tango. En su mejor momento sintió sed y quietud y descubrió entre esos sentires que se encontraba a la deriva. Embarcado en una nueva búsqueda pudo localizar a su compañero de mares; González Calo (ambos buenos fanáticos de los deportes náuticos). Juntos decidieron desanclarse de otros proyectos y trabajar un largo tiempo como músicos estables en un crucero. En alta mar, jugando a un revoltoso batalla naval, le dan nombre a su reconocido conjunto; Astillero.

CUADRO 4
Solo existió un concierto donde el público pudo observar a Julián Peralta en su desborde compositivo. Fue el 2 de mayo del 2009 cuando, embriagado por un tormento y confundiendo un teatro a sala llena con aquellas solitarias noches delante de su vaso de Pineral y de las cuerdas de su piano, Peralta fue sorprendido por su cruento garabato emocional. Según los testigos y el acomodador de la sala, esa noche rompió dos pianos a martillazos y luego desbordado por el llanto compuso en escena su mejor obra; Desacato preludico.
No hay registro de aquella presentación, mucho menos de esa obra. El público exaltado aplaudió de pie durante veinte minutos. Los muchachos de la primera fila cargaron en andas al músico y lo llevaron de este modo hasta su hogar mientras coreaban su apellido.

CUADRO 5
Sin embargo, la vecina del 1ero C (conocida chusma y refutadora del tango activo) desestima estas historias asegurando que todo aquello es solo un mito.
Según la doña, el músico compone a la hora de la merienda, acompañado por un café con criollitas y viendo, en la tv y a todo volumen, telenovelas mexicanas. ¿Por dónde es que sale tanta agua? El buen Peralta tiene otro berretin; colocar tapones en los desagües, abrir los grifos de su casa e inundarla mientras toca su piano”.
Menos probable esta versión pero no por eso increíble; todos conocemos que Peralta siempre oculta aquella obsesión por zambullirse en las nuevas olas.

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