REVISTA EL SORDO

Gardel letrista

por El Beto Flores 
Ilustración por Paloma Márquez
 

Carlos Gardel fue un reconocido cantor y compositor musical, pero nunca escribió letras de tango. Sin embargo, sus intervenciones como lector e intérprete lo acercan en un tango: “La gayola”, a esta actividad. Si es válida la comparación, Gardel es por su importancia dentro del género como Freud, Marx y Nietszche lo son para Foucault dentro de sus respectivos saberes, vale decir, un fundador de discursividad. Gardel fundó un estilo de cantar, llevó la técnica del canto lírico, del Bel Canto italiano, a la música popular, al trasladar sus elementos técnicos para su utilización en el dominio del habla, del decir. Mezcló los tantos: la tradición europea con la telúrica, la de los payadores urbanos, deudores de los del campo. Pero su influencia no solo sirvió de modelo para los cantores sino para los instrumentistas y compositores: el fraseo melódico con calderones, rubatos, síncopas, establecieron otra lógica rítmica: la denominada “canyengue” (es así que Aníbal Troilo, por ejemplo, se reconoce gardeliano en su estilo). Cantor de múltiples recursos, supeditó la técnica a los textos, a la expresividad. Para nombrar solamente algunos recursos más, aparte de los mencionados en el aspecto rítmico: A) Utiliza adornos vocales e inflexiones de su voz con funciones dramáticas, por ejemplo, en “Marioneta”: utiliza un glisando sobre la vocal E de la palabra “marionetas”, elevando la belleza de la palabra que es condensadora de la ilusión en dicho tango; cuando dice “suave encanto” (sobre la casa colonial) lo hace con una dulzura nostálgica, y el “baila sin césar” del final, cifra del triste destino de la muchacha, es dicho con pena. B) Disfraza su voz, haciendo un falsete, en “Siga el Corso” cuando dice “Yo soy la misteriosa mujercita que buscás”, para figurar la voz de la colombina.
Pero Gardel también llevó su búsqueda expresiva a los textos que cantó y esto a partir de las licencias que se tomaba para modificar las letras de los poetas. Un ejemplo muy marcado, que lo acerca a ser casi un letrista (o un editor) por la cantidad y el tipo de operaciones que realiza, es su intervención del tango “La gayola” de Armando Tagini con música de Tuegols. Gardel remplaza palabras de registro culto o neutro por palabras del lunfardo o del registro coloquial: “contemplarme” por “campanearme”, “madre” por “vieja”, “muerte” por “huesuda”, “decía” por “batía”, “libraron” por “largaron”, y, en un mismo sentido, cambia expresiones como “Fui sin rumbo” por “Fui vagando”, “largo a largo en un umbral” por “atorrando en un umbral”, “por la gracia de un mendrugo” por “pa comer un plato e sopa” y “voy a trabajar muy lejos” por “voy al campo a laburarla” (estas dos últimas conmutaciones son mucho más expresivas que las originales). La canción de Tagini (poeta culto, discreto, que sabe colocar el adjetivo «sórdida», una palabra culta, con el sustantivo «gayola», una palabra del argot, en «sórdida gayola») solo tenía dos vocablos lunfardos: gayola y cobres (prisión y dinero), pero Gardel los expande en una operación que se basa en una interpretación atenta: es una historia rea, un tango carcelario (usando la expresión de Arlt  aparecida en el Juguete Rabioso de 1926), lugar paradigmático para el lunfardo, para las jergas. También hay un cambio en la adjetivación de tipo metafórico: “lágrimas amargas” es sustituido por “lágrimas rebeldes”, más expresivo, y en línea con el giro reo que teje Gardel: como los machos no lloran, las lágrimas se les escapan. También sustituye “refugio”, término más amplio, que podría aludir a un hogar, por “cariño”, acentuando el carácter pasional de la historia y, en este mismo sentido, conmuta “Mi cuchillo en un mal rato lo envainé” por “Mi cuchillo aquella noche se escurrió en un corazón” que especifican un tiempo y ponen en pasiva la acción, señalando la impulsividad vengativa, condición para el arrepentimiento. También introduce un coloquialismo, el dativo de interés, como “se
 me fue a vivir con Dios” más cercano al habla popular reemplazando “la llamó a su lado Dios”.

Como podemos observar las modificaciones son varias, variadas y significativas, afectan tanto al vocabulario como al registro, tanto a las imágenes como a las metáforas. Ciertamente estas opciones enriquecen el texto, que hoy se sigue cantando con la letra de Tagini y Gardel.

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