REVISTA EL SORDO

Sección - ENTREVISTAS

PALABRA SANTA: Julián Peralta – De Picasso, cumbias y religión

Por Renata Lemenz  

La entrevista de hoy tiene como invitado a Julián Peralta, reconocido director y hacedor de varios proyectos musicales y movidas tangueras, maestro y docente en Argentina y en el exterior. A mal puerto vinieron por leña los que buscan datos sobre esa información en esta entrevista ya que en esta ocasión intentamos indagar sobre el lado B de este músico. Esperamos haberlo logrado. ¡Bienvenidos! Pasen, pónganse cómodos y lean. 

¿Cómo fue tu infancia?

Nací en Quilmes y me crié en el otro ramal, viví hasta los cinco años en Banfield y después me mudé a Adrogué. ¿Hasta qué edad es la infancia?. ¿Hasta los 12?.

Ponele, eso se va moviendo… 

Mi infancia fue muy linda, con calles de tierra, canchas de fútbol adelante, una quinta. Estamos hablando de un terreno enfrente que obviamente tenía dueño pero nosotros de pibes íbamos a jugar, a robar gallinas, a cazar palomas, a subirnos a los árboles. Así que tuve una vida muy linda. Me acuerdo que cuando venía el verano nadie quería jugar al fútbol porque hacía mucho calor. En enero y febrero crecían todos los yuyos y las flores, entonces se llenaba de mariposas y de repente íbamos a cazar mariposas y había bichitos de luz. Así que la infancia la recuerdo así, muy de pastorear con los amigos del barrio y jugar al fútbol con los de otros barrios, como en una especie de competencia. Era muy loco porque jugábamos con un barrio y siempre ganábamos y con otro barrio siempre perdíamos, y eso estaba directamente relacionado con que más lejos te ibas de la estación más pobre se ponía el barrio y más perdías. De un lado ganabas, del otro perdías, cosas de pibes. 

¿Y qué música escuchabas de chico?

De pibe ya escuchaba mucha música. Cuando yo tenía 8 o 9 años con mi hermano compramos El valle interior. Yo tengo un hermano que me lleva dos años, entonces obviamente accedí a eso un poco más rápido de lo que sería en otros casos. Y escuchábamos música muy rara para lo que era un pibe. Mucho Floyd, Paul Desmond, David Brubeck. Qué sé yo, éramos unos delirantes, ya de muy pibes escuchábamos música muy rara y muy linda. Después escuchábamos la música de mi familia. O sea lo que se escuchaba en los ‘80. Cuando volvió la democracia yo tenía 9 años, en ese momento se escuchaban las músicas de la primavera democrática: Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Zitarrosa, Serrat. Justo Serrat no fue un boom por la primavera pero bueno, esas músicas que son las que se escuchaban en casa por mis viejos. También  un poco de tango, algo de parte de mi abuelo. Así que por suerte tuve muy buena música de pibe. Un poco se dio así y tuve mucha suerte.

¿Y cuál era en ese momento la relación que tenías con la música? Digo más allá de escucharla… 

Te podría decir que era melómano, no nos pensábamos así pero yo me acuerdo de escuchar mucha música, de estar con mi hermano encerrados  escuchando, copiando las letras y conectarnos con eso. Yo todavía soy de la cultura del vinilo entonces me tocó escuchar muchas veces los mismos temas. Y entonces me enganché a disfrutar la música, tener una relación con la música muy fuerte. 

Y además no había internet en esa época (risas)

No, no había internet. Entonces había alguien que se compraba un disco, alguno de los vecinos y nos íbamos a la casa a escuchar el disco que se había comprado, te pasabas los discos y fácil en una semana lo escuchabas 15 veces o más. Era lo que había. Se producía una escucha muy consciente, de mucha repetición, de encontrarle detalles y seguramente nosotros éramos muy manija. Obviamente tiene que ver mi hermano y también los otros pibes con los que nos juntábamos que les gustaba la música. 

Vos empezaste a estudiar piano de grande ya ¿Por qué ese instrumento y cómo se dio que empezaste a estudiar música? 

El piano es por una casualidad. Mi viejo tenía un boliche que se llamaba Viernes que lo había hecho con un amigo. Era un boliche que se hacía en una cancha de tenis. Mi viejo estaba cansado de tener que ir al centro para escuchar música en vivo, entonces para evitar eso dijo “Hagamos una peña, un bar con música” y armó eso con un amigo. Venían a tocar grupos y cuando venía algún pianista tocaba con teclado obvio, pero creo que ni a mi viejo ni a mi vieja, a ninguno de los dos, les gusta eso.. Entonces compraron un piano, uno baratísimo de una iglesia que lo tenía ahí medio tirado, y lo tenían que llevar a arreglar para poder llevarlo al lugar. El  boliche fue creciendo pero a los meses mi viejo estaba muerto de cansancio. Imaginate que él laburaba de lunes a viernes en SEGBA y los viernes se quedaba hasta el sábado a las 10 de la mañana. La pasaba bien pero en un momento abandonó porque no le daba la vida. El boliche cerró  y el piano fue a mi casa y estaba ahí, como un mueble. Después mi hermano más grande empezó a estudiar guitarra eléctrica. Y viste como es, mi hermano tocaba la guitarra y a partir de eso mientras iba caminando del living a la cocina yo tocaba el piano y me fui enganchando.

Tenés un pasado cumbiero, contá como fue ese paso por la cumbia… 

Cuando terminó el secundario empecé a estudiar con mi profe, con un pibe que era unos años más grande que yo. Él estaba empezando a laburar tocando jazz y venía haciendo unos laburos de cumbia. La cuestión es que me dijo “¿Vos lo querés agarrar? Porque yo lo quiero dejar, me están empezando a salir laburos tocando jazz”. Así que le dije “Pero vos sabés lo que toco”, me respondió  “Si, pero tenés que hacer unchi unchi y unas trompetitas”. Entonces  me mandé. Yo no había tocado nunca ni en el fondo de mi casa para mi vieja y pasé a tocar para 3000 personas así en una noche. Y el pasaje por la cumbia fue muy importante para mí, un aprendizaje muy fuerte en muchas variables. Musicalmente aprendí un montón, humanamente otro montón y como productor de música otro montón. Fue como mi primera escuela musical así que estoy súper agradecido de ese laburo de cumbia. En una época armamos un grupo que se llamaba Los garompas de peluche  y tocábamos en fiestas, en cumpleaños.

¿Pero antes dónde tocabas?

Antes tocaba en los grupos de cumbia que laburaban en la bailanta, en los boliches. Tornado, Escombro, Tentación, todos los boliches del conurbano y de Capital también, El Elefante de Once, Metrópolis, ahí estuve con Rodrigo por ejemplo. 

¿Rodrigo el que cantaba cuarteto? No me acuerdo el apellido. 

Si si, Rodrigo Bueno. Él todavía cantaba cumbia ahí. Y con Gilda también compartimos fecha. También con Lia Crucet, con Antonio Ríos.

Bueno, había una movida importante de cumbia…

Si, lindo y estresante. Ahí te das cuenta por qué la gente se muere en los micros. Yo nunca estuve en grupos súper exitosos con 11 shows por noche pero llegué a hacer 5 o 6. Y nada, tenés que ir a velocidad en la ruta. Es una logística súper linda y ahí te digo que son cosas que aprendes. Me acuerdo de sacar la camisa por la ventana y secarla, tenía dos juegos de camisa e iba secando la que me tenía que poner en el show que seguía. También pasaba que había dos juegos de sonido encadenados entonces había uno que preparaba el sonido en el boliche 1 y otro lo estaba preparando en el boliche 2. Cuando vos llegabas al 2, el del 1 salía para preparar el del 3 y así. Era toda una secuencia así muy interesante. Aprendí mucho en muchas variables.  

¡Muy bueno! Fue como un curso acelerado de producción musical, de tocar en público, todo… 

Sí, y me acuerdo de otras cosas ridículas, tengo muchísimas anécdotas. Me acuerdo de estudiar corales en un tecladito de dos octavas a pilas que me había prestado el vecino de enfrente de casa. Con eso iba haciendo corales en el micro, entre cosa y cosa. Imagínate que lo aproveché hasta en ese rubro, me acuerdo de estudiar contrapunto ahí adentro.

Estudiaste bastantes años con Mederos ¿cómo eran las clases con él?

Muy lindas, el laburo con Rodolfo fue muy muy bueno. Yo le debo mucho a él y a la EMPA. El hecho de pensar la música, de vivir la música, hacer un trabajo serio, la música desde el lugar del papel lo aprendí con Rodolfo. Más completo que eso inclusive, porque no solamente es aprender un acorde, una conducción o cómo se ponen las voces, sino que aprendí que había libros de música por ejemplo. Yo empecé a estudiar con él y no sabía nada eh, sabía muy poco y entonces me dijo “Mirá acá tenés un libro de fuga, tomá” lo llevaba lo leía y así me leí muchísimos libros. Porque me agarró como una especie de vicio de leer esos libros. Y además estábamos en la época del menemismo, era el 1 a 1, o sea que los libros españoles llegaban y estaban económicos para nosotros, entonces me conseguía muchos libros de música, se vendían en cualquier librería de la calle Corrientes. No te digo que fueran baratos pero eran accesibles para un sueldo de acá. Me acuerdo de haberme enganchado con eso y también tengo la sensación muy fuerte de llegar a librerías y que no existieran más libros, que ya me los había leído todos. Hablo de los libros técnicos claro, que no son tantos, serán 50. En un momento se acabaron así que me dio mucha angustia. Bueno, esas cosas las aprendí con Rodolfo. Aprendí que una estrategia te genera un resultado y no otro. Entonces verlo laburar fue muy piola y además tuve la suerte de que me abrió las puertas para hacer muchas cosas. Yo escribí un par de arreglos para su quinteto, mezclé un par de sus discos, medio que me convertí un tiempo en un discípulo, entonces labure ahí con él haciendo unas cuantas cosas y aprendí un montonazo. Me acuerdo que mezclé discos donde grababan Suarez Paz y Agri, música de películas que había hecho y no tenía ganas de mezclar entonces me mandaba a mí. Yo iba con la partitura a mezclar, en un estudio cheto, era una locura, era demasiado para un pibe. Demasiadas posibilidades y bueno todo eso se lo debo a Rodolfo.

¿Cómo crees que creciste como compositor desde que empezaste hasta hoy? Ya es un camino recorrido de varios años… 

Y que se yo, vas siendo otra persona. “Vivir es cambiar” dirían los Expósito. Vas cambiando, te van gustando otras cosas, te vas poniendo obsesivo con algunas temáticas, vas abandonando otras, y creo que eso es la vida, te va pasando por encima. 

¿Se compone como se quiere o como se puede?  

Como se puede. Hay un trabajo que hacés para tener recursos. El laburo de estudiar y de generar cosas es para tener cada vez más recursos, más ideas, más posibilidades armónicas, contrapuntísticas, formales. Pero hay recursos que uno puede trabajar o aprenderlos y después está lo que realmente te gusta. Yo no puedo escribir distinto porque soy esto, no soy otro. Entonces me gustan algunas cosas, me crié en unos contextos, me crié en el conurbano, me gusta el asado, me gusta chupar un vino, me gusta la fiesta, toqué cumbia, entonces todo eso hace que haya algunos sonidos, algunos gestos, algunos ritmos, algunas armonías que conectan con eso  y otras que no. Entonces a eso uno no le puede escapar. Salvo que quieras hacer otra cosa, por ejemplo si me piden una música para una película y tengo que escribir una sonata como si estuviera en el siglo XVII. Bueno, tal vez hay compositores así, pero no es lo que hago. Yo intento hacer cosas que resuenen con mi vida, con mi lógica y con mi ideología. Entonces hago lo que puedo hacer dentro de todo ese marco. Es con lo que podés. Y los recursos se aprenden, no es que te toca una varita mágica. Escribe el que tiene ganas de laburar. Hay que pelearse con las notas y darle pero eso es un proceso en el que hay que bancarse la pelusa. Es un proceso que si uno lo toma bien es muy lindo. 

Tenés Astillero hace ya 16 años y es un grupo que ya tiene una sonoridad, una estética que viene marcada hace un tiempo y que es muy reconocible ¿Sentís a veces que podés estar siendo preso de un paradigma estético?

Bueno, yo no escribo música desde ese lugar porque si no no puedo escribir nada. Si te lo tomas como “Oh, tengo que respetar tal cosa”, no hacés nada. Hay que hacerse el boludo. Después reconocer que tiene una sonoridad y sí claro, suena a algo pero cualquier grupo que pasen los años va a sonar a algo. Es la suma de gestos de una determinada cantidad de gente que se ha conectado por algo y va a tener un sonido. Eso está bien, ahora no me lo tomo como que es un paradigma porque me mato, no escribo una cosa más. Es de nuevo pensar la música como un museo. 

Además de componer das clases en la EMPA, en tu casa, en el Goñi,  es un trabajo que te gusta. No sé si se podría decir que das clases de composición pero ¿cómo se encaran las clases cuando hay alumnos que tienen intereses estéticos distintos a los tuyos? 

Yo opino con total libertad de lo que me gusta y lo que no me gusta y está buenísimo que el que está ahí lo tome o lo deje, de que le guste o no le guste por sus propios deseos y por su propia personalidad. Entonces, está bueno ser lo más honesto que uno pueda. Eso no quiere decir que estoy esperando que la gente escriba como escribo yo, por favor no, eso va por otro lado. Si no planteara cuales son mis opiniones es una no clase no tendría sentido, ¿viste?. Vea un tutorial. Cuando tenés la relación discípulo maestro, que es una relación íntima, las clases te van a marcar. Está mal pensar que el docente no va a influir. Inclusive para hacer todo lo contrario de lo que hace el docente y también está buenísimo. Es pensar el rol docente en estos casos como la charla entre dos colegas que están queriendo hacer cosas. Igual las clases no se basan en eso. No es muy importante qué es lo que yo opino. Es ver qué cantidad de recursos tiene el estudiante y que cantidad está pudiendo llevar adelante y si se me ocurre algún otro recurso para ofrecerle para seguir avanzando. Cuantos más recursos tiene, más posibilidades de ser uno mismo. Ese es un poco el asunto. En general el trabajo es generar recursos más que discutir lo estético pero bueno esa charla siempre aparece. Yo opino más de lo metodológico. Lo que creo es que el problema de la época que hay es que la gente quiere escribir cuatro temas en una semana. Es una época donde cuesta bancarse el proceso, hacerse el tiempo, no estar persiguiendo el éxito. No lo sé igual, vengo de otro siglo, tal vez estoy meando fuera del tarro. 

Totalmente, la inmediatez que estamos viviendo no es gratis…

Si, vos tenés que pensar que las 9 sinfonías de Beethoven son 6 horas de música y tardó 20 años de laburo. Y si uno quiere escribir más rápido que Beethoven va a ser obligatoriamente un poco más liviano. Digo Beethoven por ser una cosa icónica, pero lo mismo pasa con Pugliese, Salgán o Gobbi. Hay un proceso que hace que vos tengas nuevas ideas, una profundidad en esas ideas, entonces creo que el laburo cotidiano viene para que banques ese proceso y llegues a un resultado profundo.

Bueno, venís de la época analógica. Antes sacábamos fotos y teníamos que esperar para revelarlas… 

Obvio, es muy bueno para componer. Miento, es muy bueno para componer músicas que tienen que ver con el tango, que nacieron en ese contexto. Seguramente para escribir un trap o cosas así se necesitan otras cosas.

Bueno, por algo son músicas que surgen ahora ¿no?

Claro pero si querés escribir una música en papel digamos, por más que lo hagas con la computadora, es otra lógica. Necesitamos de ese tiempo y el placer de tomárnoslo porque el público que lo va a consumir es uno que quiere música en papel, que quiere que tenga la cantidad de contrapuntos que le hacen bien a la salud. Quiere que tenga la cantidad de desarrollo que le hace bien a la salud. Digamos, el público del tango, de la música instrumental, no sé si es exigente pero sí necesita que la música sea lo suficientemente profunda, y no por compleja, sino por honesta. Que se asegure de revisar la cantidad de contrapuntos que necesita. ¿Te aseguraste que lleva 5 contrapuntos o ninguno? ¿Te tomaste el tiempo de revisar todas las posibilidades? Ese es un tipo de discusión, y otro tipo de discusión es que no pongo nada porque hay que subir un video al Instagram mañana. Igual yo lo digo y también soy preso de esas presiones. Soy muy consciente de que eso nos atraviesa a todos pero intento darle pelea para no caer como un gil. 

A lo largo del camino que llevas recorrido hasta ahora ¿qué cosas no fueron aciertos? ¿O fueron todas buenas? (risas)

No, todas buenas no. Trato de no acordarme mucho de las derrotas. Hubo muchos pifies, un montón de temas que no funcionaron, ideas, propuestas que intentamos y que fracasamos, miles. En el 2005 con Astillero intentamos tocar en las milongas, nos fue como el culo. Pero así hay montones. Intentonas de entrar en un mercado, de escribir un tema. Fracasos tengo a cada momento, cada compás cuando escribo música. Si quedó un contrapunto hay dos que fueron un fracaso. Todo el tiempo hay fracasos, pero lo tomás como un aprendizaje. Esto no funcionó, vamos por otro lado. Entonces el fracaso te sirve como un punto de partida para un nuevo acierto. Fracaso todo el tiempo.

¿Qué cosas te pesan o sentís que te molestan de tu trabajo?

Las giras me hinchan las pelotas. Los viajes en avión, armar la valija. Las fotos, son un dolor de huevos. No hay nada más feo que sacarse fotos. Hacer playback para un video. Son cosas que no son gratas pero son parte del laburo. Pero lo más grave de todo son las giras. 

¡Quien pudiera quejarse de esas cosas! (risas) La cultura del rock fue una cultura contestataria, y que hace tiempo está en picada ¿cuál crees que fue la cultura del tango? ¿Cuál era la característica de la cultura tanguera?

A ver, me parece que es una música que tiene la profundidad de pensarse con el valor real que tiene uno como persona y con lo pequeño que es. Tiene esa filosofía, de saberse uno muy pequeño, que está en esta vida en un período muy corto y que todas las cosas cambian y perecen y esa ideología y esa conciencia constante de la muerte y de la finitud obviamente le da como un espíritu muy potente y muy profundo. Creo que eso es algo inherente a todos los tangueros de todas las épocas. Después dentro de eso hay cosas puntuales por épocas con un perfil que había en cada momento. Creo que esta es una época en la cual el tango es un género de resistencia cultural así que obviamente va a tener esa impronta. Seguramente no era necesario que tuviera esa lógica cuando el tango era la música más escuchada y seguramente el tango no se veía como una música de resistencia cultural cuando se hacía en las noches de Buenos Aires del 1900, sería otro concepto ahí. Así que creo que el tango tiene muchos conceptos como supongo que le pasa al rock que ahora ya tiene muchos años de vida. Es distinta la cosa contestataria de los 70 a que pasen un documental de los Beatles en Disney+. Si te pasan ese documental es que el rock ya es apto para toda la familia, ya no es más sexo, drogas y rock and roll. Digamos, no está mal mientras la música esté bien. Después nos podemos preguntar qué pasa con la música, con esa ideología metida en la música. En este caso puntual creo que ha cambiado un poco, en el caso del rock hay muchos proyectos que se hacen por laburo, porque existe la posibilidad de tener laburo. En cambio con el tango aunque podés tener laburo, la cosa es mucho más dura, requiere de mucha más militancia, se hace desde otro lugar, desde un lugar muy fuerte de convicción ideológica porque si no no lo haces. 

Se vienen los millones de vistas en YouTube y el éxito asegurado… (Risas)

Claro, como todo eso no viene se hace con mucha honestidad y mucha salud. Y obviamente lo hace un sector de gente que, para empezar, se puede dar el lujo de hacerlo sin necesidad de que eso funcione inmediatamente.  También es un sector de gente que tiene la conciencia como para decir “Voy a hacer esto por convicción”, entonces es interesante desde el punto de vista sociocultural ¿no?. Es un sector lindo que te das cuenta cuando lo transitás, en las fechas, en tomarte un vino y compartir la noche, en discutir sobre cuestiones, en pensar el arte, todo es muy noble. 

¿Y cómo ves la movida del tango actual? 

Súper. Tenés la visión de tipos como Mederos que vivieron el ‘40 entonces ven la movida que hay ahora y les parece muy chiquita, y tienen razón, pero para gente que hizo tango en los ‘90 como yo, al ver la movida que hay decís “Esto está hermoso”. Entonces es siempre desde el lugar donde te parás. Cuando empecé, un bandoneonista de mi edad era un plato volador, un personaje que no existía. Y ahora hay pibitos en la orquesta de Santa Cruz, en caleta Olivia, en San Miguel también, hay pibes que tocan tango. Sé que en Quilmes hay dos orquestas autogestionadas de tango. ¿Qué más le puedo pedir a la vida? Está buenísimo. Por otra parte siempre hay gente que dice “¿Cuándo viene La Sole del tango”? Alguien que revolee el poncho, un efecto para convertirse en ícono de la movida. Pero creo que es un género raro para eso porque me parece que es mucho más en bloque, un desarrollo menos pensado en una nota de color, me parece que el tango no avala éxitos con notas de color. 

Sí, pienso un poco en lo que hablábamos recién del rock, la cultura del sexo, drogas y rock and roll que también trajo aparejada la formación de íconos ¿no? Una cosa muy personalista, digamos el tango tiene íconos pero no era nadie que rompiera guitarras ni hiciera cosas como raras en el escenario, pienso en el personaje de Pomelo, eso no existe en el tango ¿hay algún paralelismo?

No, no. Porque es una música que es difícil. No significa que no haya gente que pase por alguna situación pomelística pero no es celebrado dentro del tango. No es que podés tener un Pity en el escenario y que funcione aunque el chabón esté destruido y la gente lo vaya a ver igual. Si hay alguien así la gente dice mejor no vengo a ver a esto porque el público está esperando otra cosa. Por eso digo, la nota de color no te suma mucho. No es que voy a tener más público porque me tiña el pelo de verde. Y en otro géneros eso aporta un poco a la construcción del personaje, que son útiles. Pero en esto es más lo que resta que lo que suma.

Sí, me parece que no es una movida de la imagen. Y ahora con todo esto de las fotos, los videos, las redes sociales y su inmediatez… por eso el tango no es exitoso (risas)

Y es que ahora hay una crisis de la escucha. La escucha implica una reflexión. Yo pensaba de una manera más ingenua que en realidad era una crisis de la concentración, pero después me di cuenta que la gente puede estar mirando una serie muchas horas.  El tema es que hay una crisis con cómo llenas el cerebro vos solo. Hay una crisis con el estar un tiempo donde vos tenés que hacer una parte del laburo, una parte reflexiva de esa escucha.

Claro, no solo ser un receptor pasivo…

Y eso ocurre con las músicas, con una letra que tiene una metáfora ocurre. Con un estribillo pegadizo quizás ocurre menos, vos ahí movés la cabecita o con música que se pone en el supermercado, vos estás haciendo otra cosa. Entonces escuchar la música de manera reflexiva implica una cosa más complicada.

¿Un artista que admires? No tiene porque ser músico…

Millones. Picasso, Atahualpa, Pugliese.

¿Un libro, un disco y una película?

Soñar soñar de Leonardo Favio; El tamaño de mi esperanza de Borges; Guitarra negra de Zitarrosa. 

¿Hacia dónde crees que va la música en general?

Mirá, creo que la música como creo que la estamos pensando nosotros dos en esta charla se va a convertir en un refugio elitista del consumo cultural profundo, como ya lo es pero cada vez de manera más exagerada. Y por otro lado va a haber otra música que va a ser un poco más liviana y va a estar en otros ámbitos. Pero la música que está bien va a seguir estando bien en otro contextos más pequeños, cada vez más pequeños.

Pero eso un poco pasó siempre… 

No, mirá, el grupo de rock más importante de los ‘80 era Serú Girán y la persona que más convocaba en el folklore era Mercedes Sosa y los grupos de tango más interesantes eran Troilo y Pugliese, la gente bailaba con La yumba, Malandraca o Negracha. En otras épocas la gente iba a escuchar sinfonías de Beethoven. 

Sí, pero no sé si era toda la gente, hay algo de la cosa elitista que tiene la música que la tienen muchas músicas, el jazz por poner un ejemplo lamentablemente es una música más elitista que la cumbia villera…

Pero era menos elitismo, eso es así ahora.

¿Pero antes el obrero iba a escuchar Beethoven? No sé…

En esa época no había obreros como los conocemos porque no había revolución industrial

No, hablo de un tiempo más cercano…

El laburante en Argentina escuchaba Pugliese, mi abuelo escuchaba Troilo, laburaba en una cuadrilla en SEGBA. O sea escuchaba esas metáforas. En la radio se escuchaba “La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser” y estamos hablando de hits. Había gente que leía, que podía querer crear bibliotecas populares, eso está un poco más lejos hoy. Estamos en una época un poco compleja, ojalá me esté equivocando mucho y no sea tan oscurantista como te la estoy vendiendo, pero me da la sensación de que hay una tendencia hacia eso. Hay una falsa idea de libertad, de que podemos hacer lo que queremos pero en realidad no estamos haciendo lo que queremos si no lo que nos inducen a querer. Entonces por eso es complejo el concepto de libertad porque la libertad ahora no es si elegís lo que querés o no elegís, ahora la discusión de la libertad es por qué elegís lo que crees que elegís. Estamos todos totalmente inducidos a elegir cosas, a veces nos hacemos más o menos los boludos, pero es así. Nos llevan a eso y nos tienen enganchados. El consumo cultural se hace a través de adicciones y no hay mucha gente que pueda escaparle a eso, que te vende el “me gusta” en la red social. Hay un consumo cultural más chato de manera masiva y lo que va a pasar con la música que hacemos nosotros es que va a ser de nicho, mucho más de nicho. 

Te definís como tanguero, lo dice la remera que tenés puesta también ¿qué es ser tanguero?

¿Qué se yo?. Muchas cosas. Supongo que uno se identifica con la música por todo esto que charlamos antes de las cuestiones ideológicas, entonces ser tanguero es compartir estas ideologías y esta consciencia de la finitud. Y eso se hace en un contexto que es esto, como diría Carlos Nine “El tango es música clásica tocada por atorrantes” es un poco esa zona que no es de aquí ni de allá. Para un europeo somos demasiado latinos y para un músico popular somos demasiado complejos. Ideológicamente es eso porque en realidad hay una religiosidad en la no religión también. Es como vivir con la contradicción y ser feliz adentro de eso. Es como abrazar la resignación y empujar a su vez, porque no es depresivo. Es un acto de resistencia casi te diría que religiosa pero completamente antirreligiosa. Es muy difícil explicar esto que me estás preguntando.

Es muy interesante esto que decís de la religión, me impacta ese concepto. Porque para los que somos ateos la religión es como un Raid, igual la espiritualidad va por otro lado pero la religión es una militancia también…

Si, a ver, en el fondo toda filosofía es un acto de fe. Aunque no sea una fe religiosa. Yo soy materialista pero en el fondo ver el mundo de esa forma también es un acto de fe. Es una especie de militancia, quizás no es la mejor palabra, pero es una especie de militancia en celebrar la vida a pesar de la finitud. 

Está bien, hay que vivir el presente…

Bueno, pero no todos pueden vivir el presente. 

Bueno, en general no se vive el presente…

En Alemania hacen galletas para Navidad un mes antes. Acá no. Entonces la vida del presente de acá viene con esta carga. ¿Todos viven el presente?. Sí .¿Todos tienen una vinculación con la muerte?. Sí. La nuestra es particular y es fuerte. 

Y sí, acá hay otras urgencias en las que pensar…

Claro, el tango se da en un contexto donde se está la Ley Sáenz Peña, vos tenés educación pública, tenés uno de los primeros países sudamericanos con esa característica, entonces tenés un ascenso cultural de la población en todo el siglo XX y no deja de ser un país con las complicaciones que tiene y entonces ¿qué te ocurre?. Que sos muy consciente de lo que pasa. Se genera un caldo de cultivo para los músicos y letristas de tango. “Dónde estará mi arrabal, quién me robó mi niñez?”. Es una conciencia muy fuerte de eso. Agarrás cualquier letra de Discépolo y te vas a encontrar con eso. No le pueden escapar a que los debates sean debates de esa índole. Y el tanguero es eso, forma parte de eso “Cómo cambian las cosas los años”, “Primero hay que saber sufrir” (…)  y todo eso está en la música, aunque yo me dedique a hacer música instrumental y no haga letras, eso está. Porque es más fácil ponerlo con palabras, citar algún poeta que intentar explicar lo que sucede con la música. 

¿Qué cambiarías si pudieras cambiar algo?

Querría vivir 500 años.

¿Con qué argentino muerto te tomarías un mate? 

Con Anibal Arias. 

Julián Peralta – Otro disparo en la noche

por Carolina Buratti 
Ilustración por Izumi Isozaki
 
Sinsur (Julián PeraltaVictoria Di Raimondo) – Orquesta Típica Julián Peralta


 

Siempre es posible tomar algún acontecimiento en particular como excusa para hablar de algo más. El concierto presentación del disco “Un disparo en la noche Volumen 2”, nos abre la puerta a reflexionar sobre lo que hay detrás del oficio de músico. Hablemos de producción para acercarnos a una actividad que quizás nos resulte distante, inalcanzable, o llena de misterio.

Tal vez por la cercanía o por cómo comparte su experiencia haciendo que suene próxima a uno, entrevistar a Julián Peralta se hace cómodo.
Habla de su trabajo como cualquiera, rompe las barreras que en nuestro imaginario separan al artista del hombre común. Su oficio es, para él, como cualquier otro. Hablar de oficio implica hablar de trabajo, de construcción, de alguien que se formó haciendo, más allá del aval de cualquier título o formación académica.

Como un constructor, Julián músico planta los cimientos de su obra conociendo la técnica. Sabe que si pone más de cal o de arena pasará tal o cual cosa, y así trabaja. Hay una cuestión estructural: el tango. Y luego vendrá el toque personal, relacionado a su época y también a su gusto.

Arrancamos con una única certeza: hablar de producción es hablar de hacerse preguntas, una, dos, tres, mil. E ir buscando en el camino las respuestas. Preguntemos, pues.

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Julián está engripado, se vuelve grave esa voz nasal a la que nos tiene acostumbrados a quienes lo escuchamos seguido por ejemplo, al frente de sus clases en la Escuela Goñi. Sin embargo, la flojera de la gripe no lo detiene.

Este es el segundo disco de canciones que edita con su orquesta típica. Reúne una cantidad de nuevo material que mezcla composiciones propias con temas de otros autores. ¿Cómo elige el repertorio de un disco? ¿Cómo elegiría uno mismo un limitado número de canciones para grabar? Julián elige por gusto, y a partir de ahí es momento de sentarse al piano y toquetear la música, hasta encontrar aquellos lugares en los que siente que puede aportar algo. “Cuando es música propia, ya en la cabeza está el clima del tema. Pero si es música de otro, primero me tiene que gustar y le tengo que encontrar un sentido para hacer una versión distinta. Y esto tiene que ver con varias cuestiones: técnicas, estéticas, éticas… Me pregunto si lo que puedo aportar como recursos técnicos musicales le suma a la obra o no, si encuentro un camino para profundizar lo que viene diciendo o, por lo menos para hacer una relectura que tenga razón de ser. Y después de eso, analizo si, aunque le sume estéticamente, no estoy rompiendo el discurso que el tema trae. Si todo eso está encaminado, me siento, manoseo la música un rato más, busco, sigo manoseando, aparecen cosas y cuando la idea está bien, ahí le doy”.

Pero en este disco, no solo hay temas de otros. De las 12 canciones, 6 tienen música de Peralta. Acá hay otra instancia de definición. ¿Cómo se hace una canción? ¿Letra y música se escriben a la par? Julián no escribe las letras (por lo menos no por ahora), entonces busca ¿Cómo elegir quién le pondrá letra a la música? ¿Interviene el músico en decisiones sobre la letra que tendrá la canción cuando el poeta es otro? Dice que para elegir a los poetas con los que quiere hacer equipo para cada canción, está atento nuevamente a aquellas cosas que le gustan. “No soy crítico de literatura, no sé por qué me gusta. Me llegan las cosas que hacen. Me gustan”. Es quisquilloso, y si bien no opina en relación a lo poético, se queja cada tanto si alguna palabra resulta inconveniente para la instrumentación o si se quiere agregar o quitar una sílaba. “Hay que ponerse de acuerdo, porque obviamente son dos lenguajes bien distintos letra y música, y para que la canción fluya tienen que estar muy cómodos los dos. Entonces hay que hacer un trabajo conjunto”.

Del resto de los cantores que integran el plantel podemos decir que algunos ya grabaron en el primer disco, o se conocen del mundo del tango, en el que Julián ya lleva (saca la cuenta) 22 años trabajando sin descanso. Este conocimiento hace muy simple la relación. Y también hay nuevos cantores que se van sumando a la familia tanguera. Todos aportando su particularidad para que cada tema adquiera su propio clima, una intención, una emocionalidad particular.

Llegamos hasta acá sin preguntarnos, por qué armar un segundo disco de canciones. ¿No fue suficiente con el disco anterior? ¿Había más canciones en el tintero para grabar? ¿Qué cosas movilizaron este nuevo trabajo? Julián dirá entonces, que este nuevo disco, como el anterior, es para romper las pelotas. “El disco es distinto porque son otras canciones, hay otros compositores. Toda la actividad humana es parte de un todo que siempre habla de lo mismo. Las canciones nunca se agotan, son todas distintas. O son todas iguales y hablan de lo mismo y son porciones de lo mismo… Lo que también es posible y cierto”.

Entonces, cuáles habrán sido las diferencias entre los procesos de cada uno de estos discos. El primero como nacimiento de un proyecto, partiendo de una idea, y el segundo ya desde la experiencia previa, habrán tenido sus momentos de particularidad. Y más preguntas ¿Cómo es el proceso de trabajo? ¿Hay un orden? ¿Se trabaja de a una canción por vez? ¿Se trabajan varias a la vez? “El disco anterior se escribió en los últimos diez días antes del primer ensayo. Porque la fecha límite siempre es el ensayo con la orquesta, no el día del concierto. En un momento me di cuenta de que faltaban once días. Y ahí me puse a laburar 16 horas por día, a escribir, una guarangada. Así que ahí no sé cuál fue el método. En general, eso es muy caótico. Depende de la situación, de otras actividades que hago, ensayos, cuestiones coyunturales, para cuándo es la grabación… Son horas trabajo. A veces con varios temas a la vez, a veces no. Con el segundo disco hubo más tiempo. Los primeros cuatro arreglos estuvieron listos un año antes. Los siguientes cuatro, estuvieron 4 meses antes. Para una semana antes, ya tenía diez de doce, así que al último ensayo solo llegué con dos nuevos arreglos. Hubo más tiempo de trabajo”.

Suena natural todo esto que dice. Pero, afilando la escucha se puede ir un poco más allá y preguntarse ¿cómo es posible que alguien se avive once días antes que tiene un ensayo con toda una típica y aún no está terminado el repertorio de arreglos y composiciones? ¿Qué otras cosas pueden distraer a alguien de un asunto tan puntual y, al parecer tan importante? “La vida tiene otras cosas. La música es una porción, es importante porque me dedico a eso, pero no es lo más importante. La actividad verdaderamente importante es la propia vida. La música es un medio para conectarse con la sociedad. Entonces uno tiene actividades sociales que hacen que se llegue con el tiempo contado. En el momento del primer disco de la típica estábamos trabajando con la Escuela y el Teatro Goñi, sosteniendo el espacio. Y a nivel musical también uno tiene la responsabilidad de estar en su grupo, Astillero, giras, conciertos. La actividad docente… En conclusión, hay muchas actividades que uno hace, tomarse un vino, compartir con amigos, ir a escuchar un concierto, y son tan importantes como la música”.

Muy bien, hasta acá tenemos más o menos un panorama de lo que fue la construcción de estos dos discos. Sobre la vida de Peralta, podemos agregar que es docente en la EMPA y en la Escuela Goñi, proyecto que sostiene junto a otros colegas y que se dedica a la enseñanza y profundización del lenguaje del tango; que también dentro de la docencia es fundamental el aporte que hizo con su tratado técnico musical “La orquesta típica. Mecánica y aplicación de los fundamentos técnicos del tango”; que es parte de Astillero, grupo que ha viajado por todas partes llevando el nuevo tango a lugares impensados; que arrancó hace años, cuando armar una orquesta de tango era una rareza, algo a lo que pocos se animaban y esa actitud de búsqueda e inquietud la ha sostenido a lo largo de toda su carrera. Se puede pensar en perspectiva que cuando arrancó, era atrevido armar una orquesta de tango, recuperar un lenguaje que resultaba lejano a la juventud. Lo sostuvo con militancia y hubo un nuevo atrevimiento, que constituyó el hecho de dejar el tango tradicional para sostener la bandera de las nuevas composiciones, instrumentales y cantadas. Ahora que eso no nos resulta generacionalmente tan lejano (ya que, por suerte, por prepotencia de trabajo o por desarrollo natural, hay muchas agrupaciones tocando música nueva de tango), surge una pregunta que dispara también hacia adelante ¿Qué es lo atrevido de esta época, en la que el tango parece ya haberse instalado nuevamente en algunos espacios? Julián explica la filosofía que hay detrás de sus acciones. Entonces… “Lo atrevido sigue siendo la creación. La creación es siempre atrevida. Si es honesta y no utiliza copias baratas, va a ser obviamente una actividad rebelde. Cuando hay música nueva que recurre a recursos que no lo son, es igual que hacer música vieja. El limite no está ahí, si es nuevo o viejo, el límite está en si uno busca ser honesto con uno mismo. Entonces sale lo que uno es y eso nos da inevitablemente una voz particular, porque somos distintos. Si esa voz particular aparece, es porque se es honesto y eso genera obligatoriamente una música nueva que tiene una impronta distinta al resto. Eso es la creación. Todo lo que no sea eso, será o repetir formulas del pasado o directamente tocar música del pasado. La creación requiere ese grado de rebeldía y ese grado de sinceridad”.

Al tiempo que dice esto, también conoce las diferentes instancias del proceso creativo, que está ligado íntimamente a la formación y la investigación personal de cada uno. “Cuando uno está en sus primeros procesos de la creación apela a más recursos tradicionales y apenas a unos pocos elementos nuevos. Se recurre apenas a algunos cambios de las cosas del pasado. Pero en la medida que uno va profundizando en su búsqueda interna, resultan composiciones cada vez más distintas de la historia”.

Hilando un poco más fino, entiende también el sentido la liviandad de la existencia y lo relativo del asunto. Tal vez por eso le pueda dedicar tiempo a otros placeres que hacen que se avive a diez días que tiene un concierto por delante. Creo que empiezo a entender… “No creo que uno tenga que ir corriendo detrás de la originalidad, sino detrás de la honestidad. Por ejemplo, Beethoven es considerado quizás el compositor más revolucionario de la música occidental. Sin embargo la diferencia entre Beethoven y Mozart probablemente sea un mínimo porcentaje. En un mundo con 7 mil millones de personas viviendo, lo que uno pueda agregar como hecho novedoso no será algo demasiado especial o demasiado original. Será original por el solo hecho de ser verdad. Hoy por hoy cada vez es más es más original la verdad y la honestidad porque cada vez hay menos. Entre los 7 mil millones hay mucha gente que prefiere mentir en Facebook que es feliz”.

Julián hace realmente lo que quiere. No por capricho. Es convicción lo que se lee a través de sus palabras y sus acciones. Ojalá que sea contagioso. Termina la nota con una sensación de desamparo y esperanza. Desamparo porque al parecer, cualquier cosa que hagamos será insignificante históricamente. Y esperanza porque ese fracaso implícito nos obliga a hacer lo que nos venga en gana. A romper las pelotas pues.

Sección Julián Peralta completa

Black

por Carolina Buratti 
Ilustración por Paloma Márquez
 
Algunos miran, otros hablan – Orquesta Típica Julián Peralta


 

Hicimos todo mal esta vez: el grabador correcto no funciona y lo notamos a último momento. El celular bueno para grabar no tiene batería y el celular malo para grabar, es más malo para grabar que celular. Nos citamos en una plaza -Black aprovechará para pasear a su perro mientras charlamos- y al llegar, se larga a llover. Por supuesto, nadie tiene paraguas ni piloto ni buena suerte, claro está.

Anchorena y Perón.
Lluvia.

El Black Rodríguez Méndez que llega a la entrevista no tiene puesto un traje blanco, ni lentes de sol, ni la flor en el ojal. No tiene un micrófono en la mano ni la sonrisa de escenario con que nos hechiza mientras canta. Tiene en cambio, una bermuda oscura, una mochila al hombro y el paso firme (eso sí, igual que arriba).

Unas cuadras hacia el bar. Hablamos de Córdoba y sus bondadosos pueblos para descansar. Qué es descansar, cuánto tiempo puede uno descansar…
El bar.
Soda.
Rec.

«Pasan los años… A mí me pasan… y entiendo que hay algo que atrapar. Profundizar en qué es lo importante para uno y después atraparlo».

Black, dice que no toca la guitarra, pero aprendió un poco con su hermano y con su primo. Entonces, toca. Black dice que no escribe arreglos, pero cuando se junta a ensayar, tararea a cada músico la parte de cada uno de los instrumentos y así arma la orquesta. Entonces arregla. Black dice que es de acá, pero es de allá y de más allá también. Y así, como quien no quiere la cosa, Black saca un disco.

Suena la voz de Black más fuerte y grave que la de cualquiera en el bar. Habla de su familia, de sus amigos. Uno puede ver una montaña de gente que se apila en su corazón y se cambian de lugar y bailan y siempre hay música y asado y todos sonríen y…

Black no se quiere perder nada… Habla del gusto por esa poesía que deschava sin rodeos. Le urge desnudarla si se viste con mil firuletes. Hablamos de canciones. De ellas le atraen las historias, las imágenes. Nombra «Mataderos» del Pacha González, nombra «Perdidos» de Migue Suárez. Se define con las palabras que dicen claramente, que cuentan un cuento que todos entendemos. Y así nos canta cuando nos canta, contando. Black es un gran contador de cuentos, dejamos que su voz y su cuerpo entero nos cante, con sus gestos, elegidos para la narración. Black llena su cuerpo de palabras que todos podemos entender aun en los silencios. Mientras todos nos callamos para escucharlo, Black es palabra de cuerpo entero. Es el portador de estas historias que lo movilizan.

Como un guerrero Black cuida la canción, defiende cada una de las historias que narra. Sabe cuidar el escenario, moverse, sin fastidiar. Hipnotiza. Sabe cuántos pasos tiene que dar para no chocarse con las cosas: cables, micrófonos, músicos. Sabe poner la distancia artística que protege a la canción. Pero antes sufre. «Sufro hasta llegar arriba del escenario. Estoy tenso. En el escenario me libero. Antes estoy pensando por dónde entro, hay un pie, cuánto espacio tengo… Es el trabajo del actor. Es el hecho de cuidar la música, la escena… Dónde vas a estar, con qué mano agarrar el micrófono. Proteger la obra. Proteger la canción». Y agrega: «Así como está lo cuidado, está también el desborde… Me encanta».

Hacia atrás, Black tiene mucha historia. Un buen día se fue de Lanús y construyó otra patria en Almagro, barrio que conoce de memoria y del que podría ser historiador de alguna de sus plazas… «Anchorena y Perón…». Alguna vez estudió teatro, alguna vez estudió clown y de todos esos lugares se trajo algunas cosas: «No dar el culo al público. Elevarse, observarse -no criticarse-. Me observo, no me juzgo». Hacia atrás y también hacia adelante, Black canta tango, canta cumbia, canta chamamé… Canta lo que se le ponga en frente y lo movilice. Se luce con la Delio Valdez, con La Púa, con la Típica de Peralta… Brilla siempre y en este caso el Black no se chupa la luz, sino que la expande.

Habla de su vida, de sus temores, no se guarda nada… La pasión por lo que hace se le escapa por todos lados. «¿Llegar al final de la vida y tener cosas pendientes? ¡Qué no quede nada!» dice Black, y decimos con él.

Tiene en mente una película llena de personajes habladores, de esos que de pronto se te aparecen en un bar y dicen sus cosas. Seguramente con el empuje que lo caractariza, esta idea se hará película y la veremos en algún tiempo.

Black en una lista:
No mira tele.
Practica budismo.
Enfrenta sus miedos.
Crece.
Se rodea de gente. Es buen amigo de sus amigos.
Su familia chorrea por todos lados, en todos sus rincones aparece.

Escribe sus canciones, las orquesta, las toca en banda. En sus canciones habla de sus cosas, o no. Escupe lo que sale cuando escribe, no se cuestiona.

«Cuando me quedo sin nada me pregunto qué quiero hacer. Y lo hago».

Sabe lo que quiere. Va hacia ahí.

«Un momento de libertad que uno pueda robarle a lo establecido, como un guerrero que roba libertad.
Paguemos el precio justo
por la libertad…
por la libertad…
por la libertad».
Repite, como una canción. Y claro que cantamos con él.

***

El Black detrás del Black del escenario camina como un hombre cualquiera. Se agazapa el Black que encandila arriba con las luces y deja pasar al otro, al de todos los días, con sus cosas cotidianas, sus temores, su risa de repente, sus pausas al hablar. Se termina la tarde y lo vemos irse. La próxima vez que nos crucemos, seguramente será con el otro, el Black al que todo le creemos cuando canta, el que juega en escena e hipnotiza, el que nos tiene prendidos a su hazaña de artista contador de historias. Seguramente la próxima vez que lo veamos irse, le pediremos ¡Otra!

Sección Paloma Márquez completa

Alejandro Guyot – Literatura y tango

por Carolina Buratti 
Ilustración por Joaquín Le Bellot
 
Otro lugar – 34 Puñaladas


 

Alejandro Guyot es cantante, letrista, compositor, poeta y escritor. Forma parte de la agrupación 34 puñaladas desde hace más de 16 años y es uno de los grandes protagonistas de la escena tanguera del siglo XXI. Fue cantor de la Orquesta El Arranque, el Cuarteto Julio Coviello y participó en Astillero. Sus canciones forman parte del repertorio de muchas agrupaciones tangueras actuales: Altertango, Astillero, Orquesta Típica Ciudad Baigón, Cuarteto Julio Coviello, Quinteto Negro la Boca.
Participó como cantante invitado en Altertango, Agua Pesada, Orquesta Típica Julián Peralta y Orquesta Típica El Afronte y en un proyecto de Danza Aérea de la coreógrafa Brenda Angiel.
Junto a 34 Puñaladas en el año 2002 ganó el Premio Clarín en el rubro «Tango Revelación» y fue elegido en el mismo rubro por diario La Nación. En 2006 fue nominado para la edición de los Premios Gardel en el rubro «Mejor grupo u orquesta de tango», y en 2007 en el rubro «Tango nuevas formas».
Se ha presentado en escenarios de tango y worldmusic en distintos lugares del mundo, entre ellos Italia, España, Austria, Portugal, Francia, Australia, Estados Unidos, Canadá, Colombia, Chile y Brasil.
Su libro «Brumarios», editado en Argentina y presentado en Buenos Aires, fue traducido al francés para su posterior presentación en París.

Llega con sus gafas de sol, deja las llaves del auto en la mesa, el teléfono. Pide agua. Se ha cruzado la ciudad con todas las calles a medio refaccionar en pleno mediodía. Está a mitad de camino entre la almohada y la clase que da en la Escuela de Música Popular de Avellaneda. Hace calor, en el bar hay ruido pero no nos importa. Entonces, Alejandro dice.

Las palabras se le caen cuando habla y cuando escribe. Hace unos años, con el cajón del escritorio desbordado de palabras en papeles que chorrean hacia todos lados, pidió consejo a don Guillermo Saccomano sobre qué hacer con todo eso. «Publicalo». Brumarios vio la calle, transitó por Buenos Aires y cruzó el Atlántico para su presentación francesa. Las palabras de Alejandro viajan hacia otras tierras y hacia otros idiomas. Después de la poesía y los textos breves, seguirá la novela que lo mantiene desvelado por estas noches.
Precursor en las agrupaciones tangueras de la última generación, sus inicios como cantante se dieron de manera natural en El Arranque, invitado por Ignacio Varchausky con quien había compartido anteriormente movidas rockeras. Primer hito en su historia personal dentro del tango.
34 Puñaladas se constituye como su grupo base de operaciones, desde ahí empieza a tejer redes. En paralelo se da su paso por Astillero y el camino hacia las nuevas composiciones que surgirían desde este proyecto. Bombay Buenos Aires, disco de nuevas canciones que graba con 34 Puñaladas, termina de definir una línea de trabajo. Alejandro escribe y canta nuevas letras. De a poco, la poesía urbana se empieza a sacudir con la aparición de nuevos letristas.
Para aquellos que tienen el vicio de las palabras, que se alimentan de juegos mentales yendo y viniendo por tal o cual sonoridad, por tal o cual metáfora, siempre hay algún recodo donde refugiarse con palabras de otro. «Mitad» de Acorazado Potemkin es el lugar elegido por Guyot. Su canción favorita.

La mitad – Acorazado Potemkin


Letra

¿Qué es eso que se busca en la música popular? «… Algo que te movilice, una sinceridad estética, algo que te vuele la cabeza». Alejandro puede y sabe dividirse o fundirse entre múltiples mundos: «una cosa es lo que escuchás por placer y otra es dónde trabajás tus inquietudes artísticas». Su camino, decididamente es la música popular. Ese espacio de exploración, de búsqueda que al principio fue ver qué tal quedaba el traje de tanguero, luego ver cómo podía ponerle sus palabras a la canción y finalmente hoy es ver cómo suena en él ese nuevo tango de otro. La circulación del repertorio, uno de los puntos claves para que el tango siga creciendo y llegando a nuevos públicos. «Hay que salir a copar otros escenarios, donde hay gente que no sabe que le gusta el tango. Pero le gusta».

Toma agua, se ríe. Es divertido charlar con él. Hace chistes, dice cosas «off the records».

Resuena en sus palabras un recorrido por los últimos años del género: «desde que el tango entró en decadencia, el rock tomó la posta de la poética urbana (con Charly García, Spinetta, Cerati, el Indio Solari, Palo Pandolfo…)». «Hubo un momento de gran decisión de no conformarse con lo que se ofrecía y ahí empezaron las búsquedas que dieron lugar al desarrollo de lo que es la escena actual». «Es imposible aislar quirúrgicamente aquellas sonoridades que fueron influenciando a los músicos desde entonces, de nuestro tango de hoy». «El tango es esa mezcla milagrosa donde convergen la búsqueda, el amor y el compromiso por volver a reconocerse en una música, en un acento, en una manera de hablar que trasciende Buenos Aires». Alejandro evoca también las nuevas movidas encabezadas por ciudades como Rosario, Mendoza y algunos puntos de Europa.
Alejandro habla el idioma nuestro y el otro idioma nuestro también. Dice que «un género musical es como un idioma al que siempre se suman parlantes que le aportan elementos y lo reformulan». De la misma manera que uno reformula los conceptos aprendidos de sus maestros y, al reformular, necesariamente traiciona. Alejandro vuelve a mirar, traiciona para crear. Se nombra y se desnombra cantor, poeta, músico… Cada uno da lugar al otro y esa multiplicidad lo vuelve una síntesis de lo que viene sucediendo con el tango, un terreno donde para muchos el camino fue aprender a tocar, a escribir, a reconocer cada uno de los elementos, abrir la puerta, cobrar las entradas, grabar el disco y venderlo.

En ningún momento mira el reloj. Todos tenemos la sensación de que ya es tarde porque la luz ha cambiado, pero queremos seguir. Es un privilegio esa posibilidad de saber cómo trabaja el otro, cuáles son los pasos que sigue en la creación, cómo ha ido construyendo este camino.

«Elegir el tango como manera de manifestarse es asumir la presencia de un pasado». Asumirlo, conocerlo y probablemente traicionarlo para generar un nuevo tiempo, una nueva música que contiene tal vez necesaria e irrespetuosamente algo de sus orígenes. «Una nueva música como escenario posible para reflexionar sobre el quilombo en que está inmerso cada uno (…) En principio como una reflexión personal y luego hacia afuera».

LOS CÓMO DE GUYOT
Sin método, en el caos, dejando que aparezca la materia prima desde los lugares más íntimos. Así escribe Alejandro. Va siguiendo el camino que la música le dice, encontrando las palabras que se empeñan en aparecer solitas en alguna parte de la melodía. Y en ese recorrido de ida y de vuelta, la cosa empieza a armarse. Escribir es reescribir ha dicho alguien por ahí. Desde esas primeras palabras que sugieren un sinsentido, la historia va creciendo a fuerza de empeño.
El camino como cantor al llegar cada letra, va desde afuera hacia adentro. Respetando letra y melodía original (si es tango tradicional) y pidiendo permiso para reformular alguna cosa incómoda a la voz (si es tango nuevo), el segundo paso es ver en qué lugar de su historia personal esa letra lo está tocando. Cómo ser el narrador de esas historias que piden infinidad de caras, de emociones y de imágenes. Dice que, en definitiva, un cantor es un medio para contar una historia.

QUÉ QUEDA POR HACER
«Hits (una palabra muy poco tanguera). Necesitamos una enorme cantidad de hits. Ya hay algunos que empiezan a serlo: Regín, Milonga en luto… Hay que esperarlos y crearlos. Quiero escuchar lo que va a venir».

***
Alejandro habla, nos cuenta. Está llegando tarde a su próxima reunión y no le importa. Nombra a Tuñón, a Borges, a Gardel. Nombra a sus colegas contemporáneos. Así como se le caen las palabras se le cae también el tango por todos lados. Lo desborda, lo atraviesa. Se va y la mesa del bar se queda llena de sus sonidos, de su música, de su poesía. De su generosidad, de su búsqueda, de sus certezas y de sus preguntas. Esas preguntas que lo han traído hasta acá y lo han convertido en un referente. Salud por el inquieto Guyot. Salud por su movimiento permanente. Alejandro Guyot, un trabajador a la vanguardia del nuevo tango.

www.alejandroguyot.com.ar