¿Qué es un tango de hoy? Esto es lo primero que me surgió cuando desde la revista El Sordo me propusieron escribir sobre cuál era “mi tango favorito de hoy”. Para quienes hacemos tango es fácil entender a qué nos referimos cuando decimos “de hoy”: a las composiciones hechas a partir de fines de los ’90, cuando el tango volvió a tener un rol activo, luego de muchos años de letargo. Dudé de cuál podría ser mi preferido ya que he tenido varios y han ido cambiando, pero uno que nunca dejó de estar en mi lista de favoritos es “Variación” de Julián Peralta, en su versión con Astillero. Tratando de descifrar el porqué de mi preferencia me encuentro con ciertos elementos que hacen que este tango se haya ganado ese lugar y trataré de analizar: su arquitectura interna, su swing tanguero, la no abundancia de material y la relación que se da entre figura y fondo.
Recuerdo cuando era chico la primera vez que me topé con una variación, era de un estilo bastante diferente: las “Variaciones Goldberg” de Bach. Así como esta, la música europea nos ha dejado muchísimas obras con este molde formal, como son las “Doce variaciones sobre «Ah vous dirai-je, Maman»” (más conocida como “Estrellita, ¿dónde estás?”) de Mozart, o las “Variaciones sobre un tema de Haydn” de Brahms, por mencionar algunas. A su vez, en el tango esto no es ajeno, era marca estilística del género que las orquestas terminaran sus tangos con una variación de alguna de las secciones a cargo de la fila de bandoneones, con una figuración rítmica rápida e inalterable de semicorcheas. Sin embargo, Peralta va más allá y hace uso de la variación como el esqueleto formal, algo así como sucede en las obras antes mencionadas.
Por otro lado, creo que esta pieza condensa el “swing” tanguero (tomo prestada esta palabra del jazz por no encontrar una mejor) de una manera difícil de igualar. Podemos sentirlo en la coexistencia de sonidos que llegan “tarde” y otros que llegan “a tempo”. Esto genera, entre otras cosas, ansiedad al sentir que algunos sonidos no llegarán en el momento esperado, aunque finalmente aparecen. Este estilo de tocar algunas notas “desfasadas” y otras “a tempo” es incompatible con la cuantización, tan usada hoy en día, en donde cada sonido encaja en una grilla en la cual algunos ritmos son correctos y otros están fuera de lugar.
Metiéndonos ahora sí más de lleno en la estructura interna de este tango, podemos ver que el tema es uno solo y que es variado cuatro veces. Lo interesante es que no solo no tiene secciones que contrasten, sino que tiene muchos elementos que se mantienen constantes, como lo son el bajo, que siempre toca la misma nota: mi; o la armonía, que se repite en cada sección, no por eso perdiendo interés. Pero ¿cómo una música instrumental de más de 4 minutos, que no genera secciones que contrasten y que mantiene constantes muchos elementos puede ser mi tango favorito de hoy? La organización de esta obra hace que esto sea posible y que con pocos elementos sea sumamente rica e interesante.
En mi opinión, la clave arquitectónica de esta obra de Peralta es el manejo de los planos, es decir la relación entre la figura y el fondo, que se regula principalmente por quién o quiénes llevan adelante la melodía. El tema se presenta como figura durante la primera mitad de la obra hasta que entra un nuevo material para tomar ese rol que son los solos: el de violín, piano y bandoneón respectivamente (dicho sea de paso, el orden de los instrumentos que hacen los solos no me parece azaroso, el timbre es quien marca la diferencia ahora y es por ello que el piano, instrumento de cuerda percutida, esté entre medio de dos instrumentos cuyo sonido se puede prolongar). Luego los solos desaparecen y es así como lo que había pasado a ser fondo vuelve a ser figura. Algo interesante sucede sobre el final y es que el piano pareciera estar dando “martillazos” de tanto insistir sobre el mismo tema, cosa que luego emularán el resto de los músicos.
Sin duda son varios los elementos que hacen de “Variación” mi tango favorito de hoy, pero no me deja de sorprender, al igual que me pasa con otras obras que me parecen geniales, el hecho de que sin exceso de material se puedan lograr cosas tan ricas.
Rodrigo Ávalos es bandoneonista y compositor.
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Ilustración por María Belén Sigismondi