REVISTA EL SORDO

Sobre Escalafandra, la primera historieta de tango nuevo

El dreamteam Vera-Seren lo hizo de nuevo y estamos esperando la tormenta de Santa Rosa que, según dicen las malas y bien amadas lenguas, traerá consigo el quinto capítulo de «Escalafandra», primera historieta de tango nuevo.

Mientras Juan Seren prepara el guión que Lucía Vera ilustrará, nosotros nos tomamos un whisky sin hielo y les calentamos el pico haciendo un recorrido por la línea de tiempo de los primeros capítulos.

La historieta da inicio con la historia de Julián Peralta, músico tocado por la varita mágica de la sensibilidad, capaz de componer las más conmovedoras piezas, que de tan conmovedoras, lo llevan a derramar en lágrimas imparables toda su emocionalidad compositora, provocando más de una inundación barrial y varias denuncias de los vecinos.
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Sigue la historieta con el capítulo dos, donde encontramos el misterioso caso del linaje de los Guyot, cuyos miembros y Alejandro Guyot como tal también, nacen ya adultos desde el principio de los tiempos y mueren el mismo día que han nacido, sucediéndose unos a otros inmediatamente. Pero como todos conocerán ya el rumor, el Alejandro Guyot que conocemos se negó a continuar el designio de su estirpe para prolongar su propia e individual existencia, dedicándose a la composición el canto. Sabido es que se lo puede cruzar en las noches impares del mes deambulando por tugurios o de día, profesando su vocación incorregible de ladrón de botiquines.
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En el tercer capítulo nos topamos con la historia del señor Black Rodríguez Méndez, cantor de gira rutera a lo Potro Rodrigo que allá por los años ’50 supo hacerse de buen nombre y fama, hasta ser engañado y congelado en un frigorífico hasta la infame década de los ’90 en que al cerrar fábricas y frigoríficos, al ser desenchufada la heladera que lo mantenía en involuntario reposo, su cuerpo se descongeló y volvió a la vida, convirtiéndose en el cantor aclamado de nuestros días.
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El cuarto capítulo está dedicado a Victoria Di Raimondo, aquella jovencita amiga de la luna, curandera de palabra de todos los males que aquejaran a los habitantes de su Mendoza natal. La mística desarrollada alrededor de la cantora, su vínculo con la sanación y los astros, nos hace más que dejarnos perplejos, como le sucedió a la cofradía de los pelados, seres del mal que se mueven en el tango a paso seguro y silencioso. De más estaría narrar lo acontecido, teniendo una sección dedicada a estos sucesos, que como tales y a sabiendas de su verdad, pueden leer en El Sordo Revista.
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A la espera del quinto capítulo, entregados al whisky, el sueño y la esperanza, nos despedimos. Será un placer volvernos a encontrar, Escalafandra V mediante.