REVISTA EL SORDO

Escalafandra – Capítulo I

 

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HISTORIETA SEREN 1

ESCALAFANDRA
(Chismes, leyendas, cuentos y barullos de una nueva época dorada del tango)

Ilustración: Lucía Vera
Texto: Juan Seren

Criollitas, Pineral y un distinto; Julián Peralta.
CUADRO 1
Algunos que no muy bien lo conocen pero que lo han visto aseguran que Julián Peralta, el pianista, el compositor, el arreglador, el fumador a escondidas, en sus noches de creación poseía la facilidad incontrolable de emocionarse ante cada sutil acorde que deslizaba sobre las teclas de su piano. Emoción, sufrimiento y algunos fuertes golpes se desprendían de aquel hombre empecinado en encontrar de un modo muy particular a sus maltratadas musas.

CUADRO 2
Todo duraba lo que su demora. Cuando las horas eran largas y los susurros lentos, su condenado llanto lo llevaba a inundar su departamento de lágrimas. El olor a humedad, el agua brotando de su puerta y los gritos desgarradores eran la queja diaria del conserje. Los arregladores de pianos y los vendedores de trapos de piso, agradecidos.

CUADRO 3
Hacedor de una trayectoria intachable, ha generado varios conjuntos musicales en esta nueva época dorada del tango. En su mejor momento sintió sed y quietud y descubrió entre esos sentires que se encontraba a la deriva. Embarcado en una nueva búsqueda pudo localizar a su compañero de mares; González Calo (ambos buenos fanáticos de los deportes náuticos). Juntos decidieron desanclarse de otros proyectos y trabajar un largo tiempo como músicos estables en un crucero. En alta mar, jugando a un revoltoso batalla naval, le dan nombre a su reconocido conjunto; Astillero.

CUADRO 4
Solo existió un concierto donde el público pudo observar a Julián Peralta en su desborde compositivo. Fue el 2 de mayo del 2009 cuando, embriagado por un tormento y confundiendo un teatro a sala llena con aquellas solitarias noches delante de su vaso de Pineral y de las cuerdas de su piano, Peralta fue sorprendido por su cruento garabato emocional. Según los testigos y el acomodador de la sala, esa noche rompió dos pianos a martillazos y luego desbordado por el llanto compuso en escena su mejor obra; Desacato preludico.
No hay registro de aquella presentación, mucho menos de esa obra. El público exaltado aplaudió de pie durante veinte minutos. Los muchachos de la primera fila cargaron en andas al músico y lo llevaron de este modo hasta su hogar mientras coreaban su apellido.

CUADRO 5
Sin embargo, la vecina del 1ero C (conocida chusma y refutadora del tango activo) desestima estas historias asegurando que todo aquello es solo un mito.
Según la doña, el músico compone a la hora de la merienda, acompañado por un café con criollitas y viendo, en la tv y a todo volumen, telenovelas mexicanas. ¿Por dónde es que sale tanta agua? El buen Peralta tiene otro berretin; colocar tapones en los desagües, abrir los grifos de su casa e inundarla mientras toca su piano”.
Menos probable esta versión pero no por eso increíble; todos conocemos que Peralta siempre oculta aquella obsesión por zambullirse en las nuevas olas.

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