Siempre decía que no daba clases porque no sabía cómo enseñar, que no se consideraba un buen docente. Pero escribió unos arreglos para bandoneón solo increíblemente bellos y además didácticos. No solo porque tocándolos se acomodan mejor tus manos al instrumento, sino que el análisis del arreglo te aporta muchísimas enseñanzas de armonía y contrapunto. Tocar los arreglos de Leopoldo es un placer, te hace querer tocar mejor. Te hace amar aún mas al bandoneón y al tango. Infinita gratitud por esto.
Siempre decía que en su época los músicos podían tener trabajo estable en una orquesta, tener un buen pasar económico y asi poder dedicar el resto de su tiempo a crear su propio arte. Pero él dedicó su propio tiempo intentando que ésta realidad perdurara. Al frente de AADI luchó por los derechos de los músicos, peleando incansablemente por la ley del intérprete. Dificilmente podamos nombrar a alguien que haya trabajado mas que él apoyando a sus colegas. Infinita gratitud por esto.
Siempre decía que estaba agradecido a la vida por haber podido tocar con los grandes maestros del género como Salgán, Di Sarli, Piazzolla y tantos otros. Pero, incluso cuando su salud se lo impedía, hacía lo imposible para acercarse a los estudios de grabación y meter un par de temas con los nuevos grupos de tango de ésta generación. Los que tuvimos la suerte de grabar con él nos sentimos tanto o más agradecidos a la vida. Infinita gratitud por esto.
Siempre habló con palabras humildes, desinteresadas, despojadas de egoísmo. Pero cuando abría el fueye, todos nos rendíamos a sus pies.
Siempre decía no entender bien por qué le sucedieron tantas cosas lindas, pero estoy seguro que no fue casualidad.
Gran docente, militante de los derechos del músico, padrino de todos, joven eterno. Y el mas grande de los bandoneonistas. Infinita gratitud al maestro Leopoldo Federico.