Por El Beto Flores
Ilustración por Lux Noir
“Mi noche triste” de Pascual Contursi escrita en 1916 en Montevideo y “Chungking Express” de Wong Kar-Wai filmada en 1994 en Hong Kong comparten el mismo leit motiv: el abandono de una mujer. Esto no es un dato significativo, en cualquier rincón del mundo suceden los desencuentros amorosos. Lo verdaderamente curioso es que con 68 años de diferencia y 18,332 kilómetros de distancia, la segunda parte del film y la canción compartan el mismo procedimiento poético para dramatizar el abandono. A saber, el carácter transitivo de los sentimientos del hombre hacia su vivienda y hacia los objetos que hay en ella.
Mi noche triste – Canta Carlos Gardel
“Mi noche triste” es considerado como el primer tango canción. Nació, como se estila en la tradición de la canción popular, como letra añadida a una canción existente, en este caso, “Lita” de Samuel Castriota. Pascual Contursi hizo lo mismo con varios tangos en el Moulin Rouge de Montevideo para ganarse unos pesos. Se llamó primero “Percanta que me amuraste”, pero dos años después cambió su nombre a “Mi noche triste” cuando fue incluida en un sainete: “Los dientes del perro”. No es, sin embargo, el primer tango. Hubo otros antes: “Don Juan” 1900 de Ricardo Podestá y Ernesto Ponzio, “El porteñito” de 1903, “La morocha” de 1907, ambos de Villoldo entre otros. Pero su motivo es fundante para la historia del tango. Se abandona el “Yo soy…” que caracteriza las primeras producciones: “Yo soy el taita del barrio…”, “Soy hijo de Buenos Aires”, “Yo soy la morocha” (corresponden respectivamente a los tangos antes mencionados) y su tinte provocador: “se acobarda el más valiente”, “soy terror del malevaje”, “soy la morocha de mirada ardiente” (ídem). En “Mi noche triste” comienzan el recorrido de las secuencias narrativas en detrimento de las descriptivas y un dato no menor, con este tango se introduce la tristeza, la introspección como tema. Y en particular algo que se repetirá una y mil veces, in obstinato: la mina que abandona al tipo, sea éste un fioca (tratante de blancas) o un buen muchacho; sea la mina una mujer de vida errante o una muchachita de barrio; sean echadas las culpas a una o a otro, o incluso al mismísimo destino. Lo que definió su novedad es su particular construcción literaria: una historia condensada, precisamente estructurada, que pinta una tragedia en pocas palabras. También otro suceso colabora con la causa, es el primer tango que graba Gardel en 1917.
La historia es contada por el abandonado. Trata de cómo su bulín (pieza) no para de recordarle el abandono: “Cuando voy a mi cotorro/ y lo veo desarreglado,/ todo triste abandonado,/ me dan ganas de llorar/ me detengo largo rato/ campaneando tu retrato/ pa poderme consolar”. Obsérvese que no solo el hombre está triste sino también su cotorro (habitación). He aquí toda la cuestión. Pero la cosa sigue: “El espejo está empañado/ y parece que ha llorado/ por la ausencia de tu amor”; “y si vieras la catrera/ cómo se pone cabrera/cuando no nos ve a los dos”; “y la lámpara del cuarto/también tu ausencia ha sentido/porque su luz no ha querido/mi noche triste alumbrar”. Los objetos cobran vida en la canción de Contursi. El espejo llora, la cama está enojada, la lámpara por estar triste no se prende. Es una vida que está signada por la tristeza, como la vida del personaje que se encuentra en el trance fulero (mal momento). Sin embargo, el amurado (abandonado) niega, y no pierde la esperanza del todo: “De noche, cuando me acuesto/ no puedo cerrar la puerta/ porque dejándola abierta/ me hago ilusión que volvés”.
“Chunking Express” es una película dividida en dos partes, son dos historias de amor, ambas frustradas, que comparten unidad de tiempo y lugar (Hong Kong en los 90). La segunda historia trata de un policía, el agente 663, que es abandonado por su novia, una azafata. También la habitación y los objetos están acongojados en este otro rincón oriental: “Desde que ella me dejó, todo el piso está triste y tengo que consolar todos las cosas que dejó”, piensa 663 en un monólogo interior voz en off. En su soledad y tristeza, 663 le habla a sus pertenencias como si se hablara a sí mismo. Al jabón de tocador le dice que está muy flaco y que se ha consumido rápidamente. Al trapo de la cocina que gotea continuamente le pide que no llore más. Si bien no hay un retrato en el film, hay dos objetos que le recuerdan la ausencia al personaje: una camisa de la azafata y un avión de juguete que aterrizaba en el pubis de ella en los tiempos felices. Pese a su sufrimiento, 663 tampoco pierde del todo las esperanzas…El agente cuando entra a su casa va al ropero en busca de la azafata, pensando que quizá está escondida ahí para sorprenderlo. Un día 663 tiene el presentimiento que ella vuelve y corre maquinalmente hasta su casa. La encuentra inundada, y sin la azafata. Su reflexión es la siguiente: “Cuando un hombre llora puede secarse las lágrimas de los ojos. Pero cuando una casa llora, tarda mucho en secarse”.
Las dos historias echan mano a la misma figura retórica, al mismo modo de ficcionalizar el drama: la personificación (recurso muy presente en el tango: “ves llorar la biblia junto al calefón” de “Cambalache” o “claudica el decorado” de “Marionetas” entre otros muchos ejemplos que pueden darse). La cuestión es si esta coincidencia es una casualidad o un préstamo. El oriental quizás tenga la misma fascinación por el occidental que el occidental le profesa.
Borges, que se lamentaba por esta línea de tango que consideraba lacrimógena, escribió en un célebre ensayo, “El escritor argentino y la tradición”, que la literatura argentina (y la poesía del tango es parte de nuestra literatura nacional, es hora de comenzar a verlo) no debe esquivar temas universales por ocuparse de cuestiones telúricas y que la tradición literaria argentina tiene como patrimonio todo el universo. Y el tango que precisamente nació de todos esos cruces de inmigrantes, de los muchos viajes en un mundo convulsionado por la revolución industrial y la guerra hace esto. El tango puede pensarse entonces que no solo se vende al extranjero como un producto, como mero cliché, sino que también circula ampliamente porque transmite una sensibilidad que comparten muchos, la del desarraigo y la tristeza que son universales. También la del amor, el humor, la protesta y muchas más.
Es dable pensar que Wong Kar Wai conociera “Mi noche triste” cuando escribió su guión de “Chungking Express”. Tan solo tres años después filmó “Happy Together” en Tierra del fuego y en las cataratas del Iguazú, una película que está basada en “The Buenos Aires affair” del escritor argentino Manuel Puig y la banda de sonido abunda en tangos. El mismo Wong Kar Wai no vacila en decir que “No hay nada más parecido que Buenos Aires y Hong Kong”. Las vueltas del destino hacen que tanto en el cercano oriente, Pascual Contursi escribió este tango en Montevideo, como en el lejano oriente, Wong Kar Wai es chino, no solo sucedan las mismas cosas, sino que se las cuente del mismo modo… como un tango.
Creo que lo mismo se repite en otras latitudes y a lo largo del tiempo.