REVISTA EL SORDO

Diario íntimo de un afinador – Día 8

Por Carolina Buratti
Ilustración por Pablo Garat

Día 8

Suena el teléfono.

Hombre: -Hola
Yo: -Hola
(…)
Hombre: -Hola
Yo: -Hola
(…)
Hombre: -Hola
Yo: -Hola
(…)
Hombre: -¿Afinador?
Yo: -Sí
Hombre: -Ah, disculpe. Me equivoqué de número

Corta.

Salgo a la calle a comprar yerba. Odio despertarme y que no haya yerba. Es un error que puede volver malo un día bueno. El chino recién está abriendo. Hay un camión de esos que llevan el pan lactal bajando cajas y la china contabilizando todo con un cuaderno y cara de culo de siempre. Lo caga a pedos al repartidor y al marido y creo que me putea a mí también. Mejor me hago el gil. Entro, elijo la yerba de siempre. Ah, pero cambiaron el envase, es brillante ahora. No tiene el cartelito con el precio. Llego a la caja. Listo, la china me gatilla 8 pesos extra.

Yo: -¿Pero esta yerba no costaba 23?
China: -Paquete nuevo, más caro. Ahora 31
Yo: -¿Pero es la misma yerba o cambió algo?
China: -Misma yerba, paquete brillante. Ahora 31. Más moderno, impermeable paquete

Bueno, le pago. Impermeable paquete. Está bueno, ahora puedo bañarme con el paquete de yerba al lado. Cuánto tengo que aprender de estos chinos. Salgo a la calle. El repartidor de pan lactal y el marido de la china se están fumando un cigarrillo y se rien. Andá a saber cómo carajo se entienden. Sale la china detrás mío y los putea. El marido entra. El del pan lactal se sube al camión y se va. Esa china si aprende bien el castellano en un año es presidenta. Listo. Se me ocurrió algo. Vuelvo al chino. Tengo que hablar con esa mujer.

(…)

16 hs estoy tocando timbre en Devoto. Sale a abrir Susan. En camisón. Ah, listo, es transparente. La china ahí parada, al lado mío. Me mira de reojo.

Susan: -Alberto, querido, tanto tiempo…

Me abrazo, me da un beso. Ve a la china.

Susan: -¿Y esto? No me digas Albert que te casaste… ¡Te casaste con una china! ¡Qué exótico!

La abraza y la besa. La china ni mu.

Yo: -No, no. Es mi ayudante. Es como… es mi… Es mi empleada administrativa, Lin Ciá.

Entramos al living. Sigue todo igual. Desde la última vez que estuve con Julio, todo sigue en su sitio.

Susan: -Bueno, Albert, ya sabés todo. Estás en tu casa. Voy a preparar café.

Sale. Al pasar me pellizca el culo. Pienso que menos mal que vine con la china. Me va a servir de escudo. Me pongo a desarmar el piano. La china mira la colección de armas en las paredes. Tiene mi bolso de herramientas en la mano. No lo suelta.

China: -¿Armas verdaderas? Peligroso este trabajo
Yo: -Sí, son verdaderas. El marido de Susan es coleccionista
China: -No, no. Armas verdaderas, trabajo peligroso. Alto riesgo, china cobra más caro
Yo: -Lin, no te hagas la canchera, no hay peligro
China: -Lin no canchera. Lin no quiere morir. Lin no pelotuda

Se dispara una de las armas.

Yo: -¡LA PUTA MADREEEEE!

La china está tirada en el piso. Entra Susan corriendo con la jarra de café.

Susan: -Albert ¡qué pasó! ¡Qué susto! Pensé que te había pasado algo…

Se me acerca.

Yo: -Susan, se disparó un arma. Rompió ahí, la puta madre, ahí la ventana. Me pasó finito…

Susan me abraza, me agarra la cabeza, me despeina, me aprieta la cara contra su pecho. Ese camisón de mierda me está volviendo loco.

Susan: -Ay Albert, menos mal que estás a salvo, menos mal. Albert, festejemos, vení…

Me agarra de un brazo y me tironea hasta el cuarto. Otra vez. Siempre igual. Me saca la camisa. Ese camisón del demonio… Si estuviera en pelotas sería menos grave.

Susan: -Dale Albert, aprovechemos que quedan 15 minutos hasta que llegue Mario…
Yo: -¿15 minutos? Vos querés que tu marido me mate. Susan, no, pará…

Insiste, se me tira encima, me desabrocha el cinturón, se saca el camisón, me muerde… Listo, ya fue todo. Entra la china al cuarto con el bolso de las herramientas.

China: -Hombre en el living
Susan: -La puta madre. Llegó Mario

Me visto a las patadas, Susan hace lo mismo. La china mira, ahí quieta.

Susan: -Albert, ya sabés, la puerta de la cocina. No hagan ruido

Salgo rajando para el fondo por la otra puerta del baño. En la cocina, me doy cuenta que la china no me siguió. China del orto. Vuelvo, no la voy a dejar ahí. En el cuarto la china discute con Susan.

China: -Trabajo no hecho pero trabajo muy riesgoso y marido con armas… Trabajo cuesta el doble
Susan: -¿Me estás cargando? Si no hicieron el trabajo… Te pago el viático
China: -No viático. Trabajo riesgoso más caro, como el subte. Trabajo insalubre como el subte paga más caro. Reglamentación de afinadores
Susan: -Dale, china, no me la hagas más difícil que Mario nos va a matar a las dos, rajá de acá
China: -China no cobra, china no se va

La amo. Susan saca plata de la mesa de luz y se la da a la china. La empuja para que salga. La china, con toda la calma del mundo, deja las herramientas y cuenta la plata. Sobran, a su criterio, 50 pesos. Se los devuelve a Susan.

China: -Este 50 peso está de más. Gracia Susan

Agarra las herramientas, me pasa por al lado, me da la plata.

China: -Listo jefe. Ahora tener que escapar

Salimos corriendo. Me siento Bruce Lee. En la esquina repartimos la guita. Nos vamos caminando sin hablar. Ella me lleva las herramientas. No entiendo nada. Las cosas están saliendo bien.

Viste Julio, viejo forrazo, por eso me fui. El Pacha González tenía razón: el futuro es cosa de chinos.

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