REVISTA EL SORDO

Mauro Iuvaro

Mauro Iuvaro (Caseros). Ni en la escuela ni en mi casa se escuchaba tango, di con él a los quince años, descargando discos. Luego de descubrir “Cafetín de Buenos Aires”, me pregunté qué era eso (que de alguna manera ya conocía) y profundicé, me estampé con Pugliese y decidí cambiar la guitarra por el bandoneón. Mi maestro, Sabino, fue un señor de 70 años que me transmitió el amor por el instrumento y esta música. Años más tarde, me recibo como sociólogo y, buscando alguna orientación, encuentro un posgrado que cruzaba los sentidos políticos, históricos y estéticos del tango. En el transcurso fui cambiando de trabajos y participando como bandoneonista en orquestas, quintetos, grupos más chicos, eventos musicales de la facultad y el gremio. Hace pocos años me inscribí en la carrera de gestión cultural y volvió a aparecer el tango como campo temático que me convoca para escribir y/o agitar algún evento.