Por Renata Lemenz
Hoy elegí conversar con un personaje tanguero por donde se lo mire. Siempre dispuesto a charlar, con el pucho en una mano y la birome en la otra, siempre dispuesto a escribir. Letras, poemas, guiones, historietas. Juan parece estar siempre listo para los desafíos que se le aparecen delante. Escribe desde muy chico y eso se nota, así como también se le notan la humildad y sencillez que lo caracterizan. Amigo de la noche, dicen que duerme poco. Si andan por las redes durante la medianoche quizás se lo encuentren haciendo su clásica “poesía a la carta”. Juan es como de otra época y será por eso que me siento identificada con mucho de lo que dice, porque quizás yo también sea de otra época.
¿Hace cuánto escribís canciones?
Canciones creo que desde los 14, primeras canciones ni siquiera para un disco. Lo que hacía era más que nada incursionar en la letra antes incluso de aprender música. Me gustaba agarrar por ahí alguna música de otro y sin entender mucho de métrica intentar escribirle una letra o incluso sin instrumento cantando alguna melodía y escribiéndola. Después por ahí la grababa, cantaba algo arriba que no tenía mucha lógica y para mí eso era una canción.
Qué bueno, o sea que era algo bastante intuitivo ¿no?
Sí, era como que iba por un camino abierto y también estaba atado a los proyectos que teníamos con amigos en ese momento. Queríamos ser un poco como los grupos que nos gustaba escuchar. Sin tener conocimientos musicales armábamos bandas donde básicamente nadie sabía tocar nada (risas) pero teníamos la banda. Estábamos descubriendo y estaba floreciendo esa necesidad de hacer música y canciones. Yo empecé a estudiar en el conservatorio, mis amigos también y lo que al principio era hacer canciones con un tecladito, sin nada armónico básicamente, pasó a ser algo con un poquito más de estructura entonces esas fueron las primeras llegadas que tuve al mundo de la letrística. Antes pasé por el tema de la poesía. De chico siempre escribía, dibujaba historietas, yo creo que todo tiene una relación. Cualquiera sea el género a la hora de escribir está relacionado. En su momento tenía un personaje que era una especie de Batman y después hacía otras historias, tenía una historieta que estaba más basada en el futbol, otra que estaba más basada en naves espaciales.
Digamos que tu vínculo con la escritura venía desde varios frentes…
Sí, por un lado por la poesía. Era más intentar jugar un poco con las cosas que leía, que me interesaban en ese momento y que estaban también atadas un poco al mundo de la canción pero bueno como no tenía ni idea entonces lo llevaba para el mundo de la letra. Trataba de escribir algunos versos. O si pedían una poesía en la escuela por un día patrio a mí me entusiasmaba ya le hecho de tener la posibilidad de escribir en ese formato.
Y en esa época cuando eras chico ¿qué leías?
Cuando era chico leía cuentos y muchas historietas. Me gustaba una que se llamaba El soldado desconocido. Si hay algo que sí tengo y que sigo insistiendo con eso son los libros de Elige tu propia aventura. Quizás me voy a lo aniñado pero yo pienso que esos libros siendo algo muy inocente son una estructura para poder vivir. El hecho de tener opciones. Yo vivo con opciones siempre para actuar y a la hora de escribir también. En ese punto vivo y escribo de la misma manera. Desde la inseguridad y desde la posibilidad de contar con muchos elementos a la vez como para poder determinar el que yo considero que es correcto. Puedo equivocarme ¿no? Pero te lo llevo a lo literal del libro. El libro te dice “el soldado debe cruzar un puente para poder encontrarse con el tesoro y llegar al castillo” entonces te dice “pero hay un árbol y el árbol es de naranjas” y el tipo está hambriento entonces tiene la incertidumbre de si llegar primero al castillo y encontrar el tesoro o si quedarse comiendo abajo del árbol entonces el libro te dice “si quieres ir al castillo elige la página 14 o si quieres quedarte comiendo naranja abajo del árbol ándate a la 87”. Y eso es básicamente lo que trato de hacer, que me surja la duda y no estar tan seguro de nada pero saber que mi única seguridad es que cuento con opciones siempre. También leía fábulas. Venían unas fábulas chiquititas no sé si te acordás de unos alfajores que salían con unos cuentos chiquititos. Eso consumía muchísimo, alfajores y esos libros.
Sí, todos comíamos muchos alfajores de chiquitos (risas)
Estaban buenísimas las fábulas y te venían con dibujos ilustraciones. Lo mismo con la biblioteca de Anteojito.
O sea que esos alfajores eran una versión muchísimo más copada de esos poemitas horribles de Felfort ¿viste?
¡Ni hablar! Pero eran buenísimas. Yo no paraba de leerlas. Tenía una especie de colección de esas. Lo mismo que con Anteojito, ahí pude leer Platero y yo, no sé, pude leer muchísimos libros que tenían esas colecciones de Anteojito ¿o era Billiken?
Ah yo siempre me las confundo Anteojito y Billiken, estaban ahí en mi casa, las leía pero nunca las distinguí…
Sí, es que si no estaba Anteojito te comprabas Billiken (risas) Mi viejo me decía “che el quiosquero no tenía Anteojito así que te traje Billiken.” Tenía historietas y eso era lo que a mí me interesaba leer.
¿Te acordás de la primera canción que escribiste? Así como canción ¿de qué trataba?
La primera canción básicamente es un desastre, creo que la tengo escrita en un lugar, está escrita a lápiz y casi no se ve. Hace poco estuve ahí en la casa de mis viejos y pude agarrar un cajón donde uno va guardando libros, carpetas y cuestiones de la adolescencia. Entonces encontré creo la primer canción que atiné a escribir que habla de un marinero que está en el medio del mar y que no llega al puerto y que extraña esa llegada al puerto que parece que nunca sucede. Quizás como lo cuento suena más interesante pero no era tan interesante, tiraba medio palabras sin conocerlas, era medio un desastre pero bueno tenía una intención. La música es algo que no me acuerdo pero me acuerdo que yo eso lo cantaba.
¿Y qué música escuchabas de chico, qué se escuchaba en tu casa?
Bueno en mi casa mis dos viejos son gallegos. Mi familia es gallega, mis tíos también, todos españoles. Si bien vinieron cuando eran chicos quedaron medio ahí con esa cuestión del desarraigo. Entonces cuando yo era chico e iba a la casa de mi tía siempre había un muñeco, una española con las castañuelas. Todo muy español. Mi casa por ahí no tanto desde ese lugar pero la familia tenía muchos condimentos que estaban atados a esa sensación de querer estar allá. Ellos vinieron después de la guerra civil pero creyendo en la posibilidad de que existiera una segunda guerra civil. Entonces ante ese miedo se vinieron para acá porque mis dos abuelos estuvieron con varios problemas con respecto a eso. Y la música que se escuchaba en mi casa estaba también atada a las orquestas. La orquesta de Compostela. Un montón de orquestas que no sonaban muy bien pero en las que cantaban un montón de gallegos y se escuchaba ahí de fondo los domingos en la casa cuando la familia se juntaba, era como el sonido de ambiente del lugar.
Sí, la banda sonora de la infancia…
Claro, la banda sonora. Mi niñez estaba relacionada con las músicas españolas, con las Jotas y también el flamenco, de parte de mi abuelo. Después de alguna manera mi viejo también me hizo escuchar un poco Paco de Lucía. Entonces ahí yo empecé a consumir un poco más otro tipo de estilo musical español más tradicional pero relacionado a otra pata quizás. No tanto Galicia que estaba más atado a las gaitas ¿no? sino a la guitarra, al dúo de la voz y la guitarra que me interesó mucho y que por otro lado sigo escuchando como una música que sigue perteneciendo a lo que yo siento como cercano. Por un lado eso y por otro lado cuando fui creciendo pude ir eligiendo también qué músicas me interesaban y encontraba que quizás lo comercial no era tanto lo que me interesaba. Hay un relato que yo escribí hace un tiempo que está relacionado un poco a esto que me preguntás. Yo soy hincha de Independiente entonces con mi viejo nos sentábamos escuchar los partidos en la radio y cuando terminaba mi viejo se iba y dejaba sonando el programa que seguía. Cuestión es que cuando terminaban estos partidos de los sábados, en Radio Continental continuaba un programa de Mochin Marafioti que se llamaba Algo para recordar. El programa era básicamente una playlist de los ‘90 pero de tango, cumbia, bolero, todos los estilos de música. Viejos, del ‘50, del ‘60. Y ahí empecé a olfatear lo que era el tango, a través de esos programas. Y por otro lado me empezó a interesar y me hice fana de Elvis Presley y de todo lo que tiene que ver con el rock de los ‘50. Entonces la música que de alguna manera yo elegí sin ser impuesta en un primer momento fue Elvis, me gustaba mucho. Me compraba los discos, tenía remeras, no iba mucho con la época. Los pibes de esa edad escuchaban La Renga, Los Redondos pero no era una cuestión de querer ser distinto simplemente que era consciente de lo que verdad elegía y yo quería y no lo que me imponían, siempre tuve como esa cuestión de estar atento a eso. Después me empezaron a gustar otros estilos, rock nacional, y el tango. Todo empezó a llegar a través de cuestiones casuales o no. Cuando empecé a estudiar, yo estudié con dos profesoras japonesas, dos viejitas japonesas que vivían en el barrio.
¿A estudiar música decís?
Sí, se llamaban Sawano de apellido. Nélida era una. Eran dos hermanas muy viejitas que enseñaban clases de todo, violín, guitarra, batería, sabían todos los instrumentos. Quizás a la hora de tocar no es que tocaban espectacular todos los instrumentos pero lo sabían enseñar, la tenían clarísima. Y bueno con ellas si bien la cuestión estaba más atada al folklore que no era mucho de mi interés, de vez en cuando me enseñaban alguna canción de Los Beatles y algún tango.
Me encanta, japonesas enseñando folklore…
¡Sí, pero folklore a morir era eh! Es más, yo estudié con ellas desde los 14 a los 18. Después me olvidé todo. Me acuerdo que yo había vuelto de viaje de egresados por el norte y a ellas les gustaba mucho Salta, Jujuy, toda esa zona así que les había traído de regalo una quenita y estaban re contentas. Hace tanto que no las veo, yo tenía 18 la última vez que las vi. La casa sigue estando en el barrio y yo sé que lo que pasó después es obvio por una cuestión natural, en ese momento tenían 60 pero yo elijo creer que aún están vivas. Evito pasar por la puerta de la casa, prefiero creer que están ahí todavía.
Claro, conservar ese recuerdo más intacto…
Sí sí como que está vivo. No quiero creer que se hayan muerto porque de alguna manera si eso se muere también se muere una parte de uno. Entonces prefiero elegir simplemente tomar distancia, si vamos por esa cuadra te digo “no, doblá por acá.” Evito la manzana.
¿Cómo llegaste al tango? Quiero decir a la gente con la que trabajás hoy…
¡Ah otro quilombo más! (risas). Fue una cadena de situaciones. A Peralta lo conocí porque yo en su momento, te hablo del 2006/07, me acerqué a Cucuza a través de una primera grabación que había hecho en un estudio del barrio con una guitarra y cantando las primeras canciones que tenía. En ese momento estaba My Space y a través de eso llegué a Cucuza. En su momento él me invitó a la casa, él estaba haciendo El tango vuelve al barrio con Moscato Luna. Cuestión es que empecé a hacerme asiduo del bar y las fechas de Cucuza. Y pasó que yo ya había sacado mi primer disco y Peralta estaba buscando organizar un poco lo que iba a ser El Disparo 1. Entonces Cucuza le dijo “mirá tengo esto, te puede interesar” y Peralta sin conocerme me dijo “mirá me interesa mucho esta canción (que era Algunos miran otros hablan) y la quiero incorporar para el nuevo disco”. Y ahí a través de Peralta conocí a Mariano. Y después él me invitó a participar del Quinteto. Fue todo muy así “me gustó como cantas ¿querés venirte a cantar un día?” y a partir de ahí creo que se fueron formando las otras relaciones, conocí a Tincho y a Damián que tocan en Los Púa Abajo y Últimos floristas.
¿Qué crees que pasa con el lunfardo en las letras de tango? ¿Hay un lunfardo actual?
Sí, hay un lunfardo. Yo pienso que el idioma va modificándose permanentemente porque mañana sale en la tele alguien que dice “parot” en lugar de pared y uno lo dice y otro lo va repitiendo y así. Eso como un ejemplo tonto, quizás podríamos elaborar algo con un poco más de sentido y empieza a utilizarse. Hay situaciones que van permitiendo que el lenguaje tenga otro marco, vaya creciendo, vaya acumulando palabras. A mí me atrae mucho buscar, trabajar con la palabra actual no con una palabra que por ahí está demodé. Se puede utilizar y también se puede volver a traer. A veces a la hora de escribir hay una necesidad de decir algo de tal manera que hoy no se dice entonces voy a ese recurso como para traerlo a la actualidad. Pero creo que sí, existe un lunfardo actual. Muchas veces lo que nos pasa es que estamos distraídos. La búsqueda quizás está más atada a la calle no a lo que nosotros podamos buscar en Google. No lo vamos a encontrar en el diccionario de la RAE, sin embargo yo creo que sí está en la calle. Así como nació el lunfardo, en sectores con ciertas carencias. Estos sectores están limitados e irónicamente son los que permiten que el idioma crezca. Porque así pasó con algunos términos como “laburo”. Muchas cuestiones que nosotros decimos día a día y no nos damos cuenta que son lunfardo y están atados a gente que se bajó de un puerto y que no sabía cómo decir determinada cuestión y la decía como le salía con su intento un poco cocoliche, esa idea de mezclar el idioma propio con lo que puede. Y eso quedó integrado y terminó siendo algo que hasta utilizamos de manera formal.
Si totalmente, lo tenemos incorporado y ni nos preguntamos de dónde viene. Y el tango ¿tiene que hablar necesariamente de un presente gris? Hablo en general de las letras de tango, de siempre y de ahora, la realidad que nos rodea es bastante complicada pero bueno…
Y, en realidad es lo que toca. Yo intento no forzar lo que se quiere comunicar. Trabajarlo es una cosa y otra cosa es decir quiero que esta cosa sea feliz. O trasladar una sensación que me impongo. Como decía, prefiero que eso suceda. Si quiero contar una historia no la voy a revestir. Si buscamos una selección de tangos encontramos esa sensación de que es grisácea la situación, mas tirando a oscura. Lo podemos ver en distintos discos. Por otro lado existen también tangos o milongas que quizás son más simpáticas o buscar tener un color un poco más vivo. No porque lo otro esté muerto sino porque representan una realidad tal cual sucedió entonces no quieren modificarla. Entonces puede ser que muchas cosas sean grises, lo malo sería si eso está impuesto. Yo no me pregunto si hay tanta cantidad, porque sé que la hay ¿no? Uno cuando escucha siente que hay una tensión siempre permanente tanto como esa tensión que flota en el aire. Y salgo a la calle y no es que veo globos y niños sonriendo permanentemente entonces entiendo que eso es parte de lo que vemos afuera. Lo que pasa es que si a ese gris lo queremos inventar no está bueno. A veces me ha pasado al escribir que por ahí la cosa no es tan oscura porque por ahí el tema no es tan oscuro, pero bueno también ahí trato de amoldarlo en el tango o por ahí lo llevo a otros ritmos. Depende lo que yo sienta que puede ser más genuino a la oreja.
Volviendo a escuchar y leer tus letras encontré que en varias se nombran, no sé si se llegan a abordar como temática, la cuestión del milagro, la fe, la creencia, dios, son palabras que aparecen recurrentemente. ¿Qué lugar ocupan en tus letras?
No lo sabía (risas). Muchas veces tiene que ver con una cuestión de que uno intenta escribir a futuro, no al pasado ni al presente que es lo que te toca y todavía estás conviviendo con él. O sea no sé qué me sucede ahora ante lo que estamos viviendo, no lo tengo claro. Necesito un proceso y a la hora de escribir yo necesito que todas esas vivencias vayan madurando. Y en el medio muchas veces, porque no veo el asunto de una manera tan optimista, intento darle ese color. Quizás esas palabras se relacionan con una sensación de esperanza o bienestar. No sabemos ¿no? Vuelvo a la duda y a la incertidumbre que es lo que justamente me motiva a escribir. La situación por ahí de ponerlo en palabras, ya sea Dios, me lleva un poquito a atarme a que posiblemente exista algo que me motive a seguir. Me parece que va por ese lado. Aunque desde un lugar pesimista pero un pesimismo con fe. Es como cuando te dice “che mirá tal vende un piano a un muy buen precio” entonces vos decís “que voy a pensar que lo vende por $100 o $100.000?” yo elijo pensar siempre el extremo negativo que irme confiado a que me vendan a $100 un piano. Entonces prefiero siempre intentar evitar el golpe.
Está muy bien eso, porque además cuanto más alta tenés la expectativa desde más alto te caes, entonces lo de pensar que puede ser peor está buenísimo…
Claro además la expectativa te hace ser negador, no aceptar lo que te toca. Yo prefiero aceptar lo que me toca, no mirando lo que viene como una oportunidad sino como parte del camino. Vuelvo a decir esto de las opciones, sé que son muchas las posibilidades entonces elijo lo que considero que aunque no sea lo mejor pueda ser más firme y estar más atadas a las convicciones que uno puede tener aunque sea un poquito más duro. A veces es mejor eso, pero mejor no porque tenga un mejor resultado sino mejor porque uno aprende más de eso.
¿Qué formación crees que sería ideal que tenga un letrista? ¿De qué se tiene que ir nutriendo?
Yo creo que hay cuestiones que están atadas a los primeros pasos, cuando fuimos a la primaria. No sé si la materia es lengua todavía pero creo que ahí está la base de todo. Entender cómo funciona una oración, saber cuáles son los pronombres, los adverbios, todo eso que está atado a algo básico y es un poco volver para atrás nos es útil. Creo que hay que sentarse a escribir y encontrar ejercicios. Pero tampoco creo que vaya solamente por el lugar académico, es una mitad y otra mitad. Salir a la calle y escuchar cómo se habla, estar atento a eso pero por otro lado saber que hay estructuras y cuestiones que te van a permitir sentarte a escribir mucho más cómodo. La idea es que el papel siempre sangre, que exista eso que somos en el papel. Pero que obviamente no sea cualquier cosa. Y después obviamente la lectura. Yo por ejemplo no leo gran cantidad de libros, tengo algunos que están atados a la repetición porque tengo una memoria si se quiere corta. Pero en realidad leo mucho siempre lo mismo, repito. Ahora estoy leyendo a Milton Santiago o Camilo Blajaquis, dos poetas contemporáneos. Con Camilo Blajaquis de alguna manera también entendí lo que hablábamos del lunfardo. Su nombre es Cesar González, por ahí lo conoces, es un muchacho que estuvo preso y a través de la poesía la poesía lo ayudó a salir de la cárcel.
Sí, escuché eso…
Bueno a mí me resulta muy interesante porque a veces es una manera de acercarte a la calle sin hacerlo. Acercarte a un tipo que tiene otro aprendizaje y que ese aprendizaje te permite crecer lo que vos tenés en la cabeza y por ahí no llegas a madurar. Así que me parece que eso. No creo mucho en lo académico creo en mitades de cuestiones. En la calle, en la lectura.
¿Cómo fue que terminaste escribiendo los guiones de las pelis de Ale Diez, de Un disparo en la noche?
Eso también por Peralta y Ale.
¡Te mandaron a laburar!
Sí, si no me equivoco ya veníamos pensando con Peralta en Un Disparo 2 en cuanto a las composiciones y las letras, ya venía escribiendo con él. Y él ya conocía mi pasión por la escritura y con Ale también venía laburando, habíamos hecho unos videos cortitos presentando lo que fue Casa Cuore y habíamos pegado buena onda. Y me dijo che Juan “estamos necesitando esto y consideramos que vos podés escribir un guión sobre la peli.” Ale quería cambiar la dinámica de la primera y eso implicaba hacer un guión de ficción, como pequeños cortos de cada canción. Al final esa idea era un poco costosa así que intentamos hacerlo buscándole otro color y otros lugares. Buscábamos que la temática estuviera relacionada con el entorno en el que íbamos a hacer la entrevista. Era una interpretación nuestra de lo que significaba el tema, claro. Fue una aventura loca entre todos los que estábamos trabajando, siempre hubo mucha gente ahí empujando la peli.
¿Alguna anécdota que puedas contar de tu oficio? Yo soy fanática de la anécdota de la canción que se le muere la novia, es buenísima…
Ah sí esa es fatal, es malísima en realidad porque esa pasó de verdad. Fue hace mucho y viste como es la cuestión del humor negro que parece que pasa el tiempo y las penas no duelen tanto. Entonces medio como que hoy en día nos permitimos contarla así.
Sí, pero quizás tenés algo para contar de alguna gira, show o del armado de alguna letra…
De giras tengo muchas. Una vez estábamos con los Púa Abajo en Francia y me agarró una especie de virus muy potente. Veníamos de Valencia y teníamos que tocar en un lugar ese mismo día pero yo durante el viaje había levantado fiebre y estaba muy mal. Estaba tirado en el auto con una mantita, todo transpirado y cuando nos encontramos con el francés que estaba a cargo le dijimos: “sí, está todo bien podemos tocar hoy el problema es que el cantante está así”. Y el tipo dice “¿no tienen otro cantante? Lo único que pensaba era que exista un cantante (risas). Entonces el chabón me compró un medicamento, que en ese momento no me hizo nada y me llevó a una especie de castillo. Me sentí como Bart ¿viste ese capítulo que hace el intercambio, va a Francia y lo dejan atado con un burro?
Sí, es genial ese capítulo (risas)
Bueno los chicos se querían quedar conmigo pero yo les dije: “Vayan y toquen. Cumplan con el compromiso que yo no puedo cumplir.” Cuestión que el lugar donde me quedé era una especie de sastrería pero que tenías que subir unas escaleras encorvadas. Y estaba todo lleno de telas, sucio. Era un lugar medio raro. Bueno me quedé ahí una noche, cagado de frío, espantado de la fiebre pero después se solucionó todo. Ahora, la porquería que me dio el francés que no sé qué era, en ese momento no me hizo nada pero al otro día estaba perfecto. O sea me levanté como una pinturita y pude cumplir con el resto de la gira sin problemas
Leí por ahí que tenés dos libros de poesía ¿no?
Sí, tengo dos libros escritos y estoy escribiendo el tercero pero no están editados.
Ah ¿y en algún momento se van a editar?
Tengo el problema de que básicamente no tengo plata para editarlos. Participo mucho de concursos y evidentemente no tienen la chance de ser elegidos. Y también porque vivo la cuestión poética como algo adicional. El primero no lo edito porque desconfío de él. Es el primer intento y no sé si lo editaría y el segundo porque estoy esperando de alguna manera que me caiga un poco de plata. Pero prefiero siempre elegir, si tengo un mango elijo que sea para la música, poder grabar un disco. Hoy en día puedo exponer lo que escribo a través de las redes, no siempre lo hago, a veces me lo guardo. Pero con la música es otro el camino, no tengo forma de hacerlo desde mi casa todo lo que implica grabar o filmar un videoclip.
Sí, lógico es otro proceso
Es otro proceso más costoso que de alguna manera uno se ve atado a decidir. Estaría buenísimo que tengamos mecenas que nos digan “che ¿cuándo va a salir tu próximo disco?”
Claro, “escribilo que yo te lo saco.”
Claro, escribilo que yo te lo saco. Si existe un mecenas Juan Serén quiere uno (risas).
¿Qué es para vos la música popular?
La música popular es todo lo que de alguna manera suena en la calle y lo que suena en la calle no es lo que suena en la radio, en la televisión, en los grandes medios de comunicación. Es lo que queda en el aire y por ahí eso puede continuar a lo largo de un período. Para mí, música popular también es música clásica. Si hay un tipo que está silbando Beethoven es porque es música popular. El tango lo es y también lo es Maluma, qué se yo. Me parece que no tiene que ver con la llegada, tiene que ver con lo que queda, con lo que sigue flotando. Podría haber más posibilidades con respecto a una definición pero de lo que estoy seguro es que no está atado a lo comercial.
¿Cuál es tu búsqueda?
La búsqueda primero pasa por intentar ser la mejor persona que uno puede ser. A veces eso limita y a veces hace que existan muchas ansiedades, de que uno también se condicione. Pero me parece que pasa por ese lado. Lo artístico no me importa tanto si lo hago de mala manera y si trabajo mal con la gente con la que trabajo. Me da la sensación que pasa por ser amable, por ser buena persona. Por ahí con errores ¿no? Pero mi búsqueda está en eso. Después lo otro está relacionado a ser exigente conmigo mismo en lo artístico. Soy un poco obsesivo, por ahí grabo algo y me lo traigo a mi casa y lo pongo en un parlantito chiquito, en un parlante grande, lo pongo en el fondo de mi casa y lo escucho a distancia. Hago un montón de experimentos que me sirven como para decir “bueno esto es lo que quiero a la hora de hacer un master y una mezcla.” No tengo otra búsqueda, después aparecen canciones, poesías, que tienen que ver con lo que a uno le gusta hacer y lo que uno disfruta pero eso no sé si es una búsqueda, eso es parte del camino que uno va haciendo. Un día aparece un disco otro día aparece otro.
¿Te hubiera gustado vivir en otra época?
Yo medio como que tengo un problema con las épocas (risas). Es lo que te decía antes, de pibe escuchaba la música de Elvis y ahora por ejemplo no salgo de mi casa hace un año. Tengo muchos amigos que trabajan en hospitales y la están pasando muy mal con todo esto así que por una cuestión de respeto a ellos. Siento que el tiempo está pasando y que uno se despierta y va a salir de una heladera, como en un momento escribíamos con la historieta de Black de que salía de la heladera y decíamos que se lo había comido el tiempo. Creo que eso nos pasa a todos, no es a mí solo. Pero en este caso yo tomo la elección de casi no salir directamente y veo muy poca gente. Y con respecto a vivir en otra época me gustaría vivir en la época de mi viejo. Él fue mozo del Bar Español y siempre me cuenta anécdotas. Era un restaurante enorme que estaba en Avenida de Mayo, también había otro donde se juntaban los republicanos y otro que se llamaba El Imparcial, que sigue estando. Y ahí no importaba si eras o no republicano. Dicen que en ese momento los gallegos de distintos bandos se juntaban en dos esquinas de la misma calle y se tiraban sillas, se peleaban. Cuestión es que cuando mi viejo laburaba, en los ’60, había muchos músicos que iban a tocar. Quizás tocaban tres orquestas la misma noche, Di Sarli, D’Arienzo, la orquesta Varela Varelita u Oscar Alemán. Entonces mi viejo desde sus relatos siempre me transmitió un poco eso. El bar donde él laburaba además estaba conectado al Teatro Avenida y muchas veces los actores y actrices del teatro pedían algo al bar y mi viejo se los llevaba. Y así conoció un montón de gente de la cultura española. Y hoy en día con toda esta situación también me gusta escuchar música de los ’20, los ’40. Esos discos suenan como los de Gardel ¿viste? Ese sonido de pasta que es horrible pero que a uno le encanta y eso me conecta mucho con otra época.
¿Con qué argentino muerto te tomarías un mate?
Mmm yo que sé. Un mate quiero tomármelo con amigos que ya no están por acá. Con Martin Otaño por ejemplo que fue uno de los tipos que en su momento me apoyó mucho los primeros años y tengo muchas anécdotas con él de cuando tocábamos en Sanata allá por 2010/11.