Cinco nombres,
Cinco nombres al menos tenía,
Que no vienen al caso
Existen esas penas silenciosas, que no se gritan, que no sollozan. Son las más desoladas, se cuentan con la voz bajita, o pasan en silencio. Cada vez que tocábamos Cinco nombres con la Orquesta Típica de Julián Peralta, al llegar a ese momento en que de todo el desborde de la máquina de cuerdas y fuelles quedaba solamente el trío de piano, bajo y bandoneón; ahí, ya antes del primer acorde, se olía la introspectiva de una canción que todavía sigue siendo uno de esos temas que puedo escuchar numerosas veces y logra emocionarme siempre, dejándome después de tantas veces, con el mismo gusto a soledad en la boca y con la sensación de haber entrado, por tres minutos, a un mundo tan completo y dibujado con tan pocas palabras.
También me gusta mucho escuchar la versión del Quinteto Criollo donde la sonoridad íntima de las guitarras logra establecer enseguida el mismo clima y dónde el fuelle se calla casi por completo en las estrofas y aparece solo llorando en los estribillos y en las partes instrumentales.
¿De qué habla esta milonga lenta? ¿De una historia de amor?, ¿Un amor imposible?
“Quise ser / Quien le abra las puertas / Y la abrace de día”.
Abrazar una mujer sin nombre – porque al fin y al cabo cinco nombres que no vienen al caso es lo mismo que ningún nombre, ¿no? La falta de nombre aparece como la falta de posibilidad de un vínculo real. De un vínculo que sea más que solo de una noche, un vínculo que incluya un abrazo de día.
Estercita, Margot, Madame Ivonne, Griseta, Mimí, Manón… Las mujeres tuvieron y tienen muchos nombres en los tangos desde los principios del género, sobre todo las prostitutas, sea que figuren como objetos de deseo, inalcanzables, o muchas veces como traidoras de un amor puro de algún hombre “bueno y sincero”. Hay que decir que muchas de esas letras de aquellas épocas hoy en día nos parecen más que dudosas, gracias al cambio de conciencia que empujó sobre todo el movimiento feminista. El tono de Cinco nombres es diferente, aunque la temática siga siendo la misma. Así se comprueba una vez más que son las mismas historias que nos interesan, ayer y hoy, contadas con otras palabras, cantadas por otras voces: ayer Edmundo Rivero y hoy Omar Mollo, Juan Serén, Alejandro Guyot, Beto Flores, El Chino Laborde, Miguel Suárez…
Cuando la escucho pienso en un poema de Bertolt Brecht del año 1929 que hace unos años leía mucho. Habla de una despedida mañanera y del momento donde el relator en la puerta le descubre a la mujer joven una mecha canosa en el pelo y conmovido por ese hallazgo decide quedarse. La mujer le contesta de la misma manera que en esta canción: el trato había sido por una sola noche.
“Y ella dijo / Que fue mía tan solo esa noche / Muestra gratis que no duró nada.”
Aunque en su poema Brecht haga más hincapié en el carácter efímero de la belleza y su tono sea más erótico, es la misma ternura que resulta no tener un lugar, y la misma desilusión silenciosa, la que no grita, no solloza.
Katharina Deissler nace en 1987 en la selva negra de Alemania y se radica en Buenos Aires al terminar su formación en el conservatorio de Leipzig a los 27 años. En el mismo año entra a la Orquesta Estable del Teatro Colón. Dirige el cuarteto de cuerdas Azabache que abarca un repertorio de tangos nuevos y es solista de Cuerdas del Plata, orquesta de cuerdas de tango. También es integrante de la Orquesta Típica Julián Peralta.
Ilustración por María Belén Sigismondi