La difícil tarea de elegir un tango de este siglo es al mismo tiempo la cabal demostración del enorme vigor que atraviesa el género en estos tiempos. Haciéndole justicia a uno, estamos dejando sin destacar a muchísimos otros tan merecedores de estar en esta sección. Queda el consuelo de que otres colegas elijan su tango favorito. Yendo al hueso, elijo el tango Otoño, de Lele Angeli. Desde la primera escucha me atrapó la letra, o en realidad, lo que se insinúa en ella. Tiene la medida justa entre hacerse entender y no dar todo masticado. Genera un sentido compartido con quien escucha, pero deja ese lugar necesario para la imaginación personal. Como en Tendal (otro tangazo de Lele) la historia se cuenta con imágenes potentes y la descripción íntima de el o la protagonista. Por su parte, la música aporta esa mitad necesaria que una canción necesita. Cada frase de la letra suena como si no pudiera ser cantada con otra melodía.
Sin entrar en comparaciones odiosas, Otoño recupera la forma y contenido del ya centenario Tango Canción. Logra, sin forzar nada, ser un tango hecho y derecho. No le debe nada a nadie y entra sin pedir permiso en esa lista de tangos que cumplen todos los requisitos para ser tocados y cantados más allá de los (a veces absurdos) límites tangueros. Celebro entonces que en estos tiempos tengamos tangos de la estatura de Otoño, lo cual no es moco de pavo.
Pd: de yapa, Otoño forma parte de uno de mis discos preferidos, Mariposa Muerta.
Damián Carracedo es pianista, arreglador y compositor. Fundó Finisterre y ahora se encuentra en Los Crayones.
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Ilustración por María Belén Sigismondi