REVISTA EL SORDO

Escalafandra – Capítulo II

 

Para ver la historieta en tamaño completo hacer click sobre la imagen siguiente.


Guyot1
Guyot2
Guyot3
Guyot4

ESCALAFANDRA
(Chismes, leyendas, cuentos y barullos de una nueva época dorada del tango)

Ilustración: Lucía Vera
Texto: Juan Seren

Guyot is otro.
CUADRO 1
Un barrio de Coronel Brandsen a altas horas de la madrugada. Dos pelados campanean una esquina. Un tercero, de singular calvicie, acelera su paso hasta llegar al tapial de un terreno baldío. Sin titubear demasiado y a pesar del silbido de su colega alertando la presencia de extraños, saca un aerosol del bolsillo y escracha impunemente su cruel mensaje.

CUADRO 2
La noticia sacude al mundo del tango contemporáneo. Alguien ha intentando develar un secreto que muchos, de inagotable complicidad y de silenciosos labios mordidos, supieron preservar; Alejandro Guyot (el cantor, el letrista, el poeta) no es aquel que viste de lungas camisas, ni el que calza la profundidad de sus zapatos. A bien o a mal, se sabe que ni siquiera es el que ha recorrido días y tierras lejanas como cantor de distintas formaciones tangueras ni aquel que ha escrito infinidades de versos para esta nueva época dorada del género. No. Al menos, sabemos que éste no es el de siempre y el de siempre tampoco es el mismo. Por alguna extraña razón que aún desconocemos este tridente de hombres calvos nos ha develado que el verdadero Guyot no es otra cosa que una sucesión de otros, iguales, distintos o muy parecidos.

CUADRO 3
El historiador Carlos Frabela, asegura que el extraño linaje Guyot existe hace miles de años. Es decir, hay quienes aseveran, como Carlos, que los Guyot han existido desde que al tango se lo llamo tango y al mundo, mundo. Naciendo ya adultos y muriendo el mismo día de haber nacido, pasándose la posta del presente al que le entre, sin arrullos maternales ni infancias que los acobijen, los Guyot, sólo repiten un mismo patrón de conducta; todos cantan y escriben, todos pertenecen al inflexible circuito del tango.

CUADRO 4
Necesitado de una eterna juventud, este Guyot, él que conocemos actualmente, sólo aparece en las noches impares del mes deambulando con su pluma y su anotador por distintos bares de Buenos Aires como un encantador bon vivant o como el más déspota de los marginados. Sin embargo, durante la luz del día, dedica su tiempo y sus pasos a una tarea por demás humillante; ser un experimentado ladrón de botiquines. ¿Su forma de operar? Finge estar en apuros para poder pasar a los sanitarios de sus allegados. Una vez adentro revuelve cajones y prospectos intentando resolver la siguiente combinación;

CUADRO 5
Dicen sus ex compañeros del Arranque, dicen los de Astillero, dicen los actuales y los de las primeras 34 puñaladas, que este Guyot es un tanto disímil al de aquellos tiempos. Por entonces señalan que lo encontraban, ensayo tras ensayo, siempre cambiante de carácter, falto de memoria y con una altura irregular; pasaba de medir 1,60 a 1,89 de una semana a la otra. También relatan que ensayo tras ensayo buscaba cambiar el repertorio grupal argumentando que no le gustaba su impronta anterior; cambiaba uno de tangos carcelarios por otro de cielitos y vidalas, uno de tangos nuevos, por otro de clásicos. Eso sí, lo que los dejaba tranquilos era que siempre llevaba consigo para la carga a su inconfundible voz y jamás renegaba ante la negativa mayoritaria de sus caprichosos pedidos.

CUADRO 6
Parte 1- Sin mucho preámbulo, un 4 de noviembre del 2007, un poeta conocido como el Tapia Díaz, nos hacía llegar una carta escrita de puño y letra por el mismísimo Guyot donde señalaba textualmente que todo este montaje patrocinado por esos misteriosos pelados no era más que una de las tantas falaces historias que se escribieron sobre su persona. Guyot aseguraba allí que nunca dejo de ser un humilde profesional de la medicina, que a la fecha tenía 86 años, que su estado civil era viudo y que tenía 4 hijos de la misma mujer.
Parte 2- Aunque fue difícil, con su letra de medico inquieta a la lectura y borrosa a la pluma, logramos dilucidar que se había retirado del canto y del tango a fines de la década del 40 para dedicarse de lleno a la elaboración de productos cosméticos. En sus últimas palabras, ya más claras, nos explicaba que un farsante estaba usando su buen nombre con el fin de beneficiarse dentro de un circuito artístico. Por tal motivo, aprovechaba sus líneas para dejar firmemente expuesto que en nada se vinculaba la historia de ese falso personaje con la suya. Actualmente el Dr. Alejandro Guyot atiende un consultorio dermatológico ubicado en la calle Manzoni al 340. 1er piso, Barrio de Villa Luro. Atiende por PAMI y otras obras sociales de lunes a viernes, de 13 a 19hs.
Con esta carta en nuestras manos ya no nos resulto interesante seguir indagando sobre el tema. Por lo que queda, por lo que vimos, simplemente habrá que creerle a este Alejandro o habrá que decir que Guyot vive y escribe todos sus días como cuando muere escribiendo.

Sección Escalafandra completa