REVISTA EL SORDO

El tango favorito de hoy por Bruno Giuntini

Un tipo que me cae mal.

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¿Escucharon «La Cachila» de Eduardo Arolas?, ¡Qué moderno es! Decí que no cumple con la premisa…

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Voy al grano: Nicolás Di Lorenzo es un tipo que me cae mal. 

Si no lo conocen pueden escucharlo tanto al piano del grupo Cañón, como también en obras sinfónicas coreográficas en puestas de primer nivel que compone y dirige.

¿Que qué me hizo? Nada, no me hizo nada, al contrario, siempre fue amistoso y colaborativo cada vez que me lo crucé en el ámbito musical, sin embargo, desde el momento en que lo conocí hasta hoy siempre me cayó mal. 

¿Que pero por qué, entonces? No lo sé, cuando me pasa esto, resulta evidente que hay algo en mí que se refleja, quizás sea esa pregunta a uno mismo, de si estoy o no haciendo lo “correcto”, lo que sea que esto signifique, duda abrasadora que acompaña a quienes tenemos muchas, o la cuestión de si vale al menos la pena para mí y para otros todo el  esfuerzo volcado y derramado en tantos años de música independiente a cuestas, ya… Y entre tantas dudas contrasta la certeza que demuestra Nicolás Di Lorenzo en la música.  Una convicción sin fisuras que “se escucha”.  Se escucha cuando toca pero más aún cuando compone.

Mi tango preferido de la actualidad es “Fiera” de Nicolás Di Lorenzo. No hay necesidad de justificarlo, puedo decir, por ejemplo, que mi pintura favorita es el «Carro de heno» y listo.  Me gusta, me significa o solamente me impresiona, con que algo de esto pase, ya está… Sin embargo, en “Fiera”  los porqueces son varios, con permiso quisiera mencionar alguno:

«Fiera» (Nicolás Di Lorenzo) por Cañón

Lo escuché por primera vez en lo que creo que fue su estreno en el Espacio Cultural Oliverio Girondo, donde Derrotas Cadenas organizaba la milonga Amapola,  era diciembre de 2016. Lo escuché una sola vez, no estaba grabado, o sea me alcanzó una sola escucha.  En los días sucesivos lo tuve insistentemente en la cabeza, al punto de transformarse en molesto.

¿Qué logró ese tango? Que yo participara de él, al reproducirlo mentalmente y de memoria estaba en perfecta sintonía con la composición, y  no por afinidad, sino por sus cualidades, normalmente esto solo me pasa luego de la enésima escucha, siendo n un número que tiende a las dos cifras. Pero no, me alcanzó con una, hay algo también en las «canciones de cancha» que las hacen únicas, es una mezcla de pegajosidad con empatía, uno participa, la diferencia es que las canciones de cancha pasan un filtro de selección popular y en nuestro caso no, lo habitual es que se toque se grabe y se escuche de primera mano. Esto igual es tema para otra disquisición.  

Volviendo a “Fiera», lo recordaba todo:  Una primera parte en forma de aria, (A-B-A), luego un solo de bando con una melodía que tiene algo de “impredecible” pero recordable, (confieso que son las que más me atraen), luego sobreviene un gran finale que dura casi la mitad del tema dividido en 2 partes con tensión creciente, la primera se basa en una contracción repetida del motivo que nos cortocircuitea un poco la mente y la segunda un ostinato con la célula rítmica mínima del tema principal que aumenta aún más la ansiedad y nos deja servido el remate, que es el mismo tema principal tocado de manera conclusiva por el fueye, una especie de “queda dicho”, una  clausura perfecta para un tema que deja de lado toda pretensión de elevarse y que permanece  al nivel del suelo, pero a su vez queda prendido en la oreja, y esto es no es poco decir, es muy difícil de lograr.

Otra razón que le da valor a “Fiera”, desde mi opinión, es el contexto del tango actual. Más allá de la actividad musical relacionada con su uso funcional subyacente al tango bailado, o la recreación y  composición de repertorios pensados para Mabeles y Rubenes del mundo opulento que los consume, el Tango que intenta ser suyo está formado por una constelación muy profusa de grupos, compositores y compositoras en la cual se ve un panorama general marcado por ciertas características, entre las que puedo mencionar:  Una  predominancia del machaque rítmico, de la oscuridad armónica y de las texturas instrumentales rasposas, a la vez que una ausencia marcada de “dulzuras», por ejemplo no se escriben casi valses y las milongas si las hay son lentas, y mucho menos en tonalidades mayores.  A diferencia de todo esto, “Fiera”,  tiene la capacidad de endulzar el oído pese a su aspereza. Por ejemplo,  en la parte media, el tema (3ra melodía diría) nos conduce a un camino con luminosidad sostenida, muy inusual, lo que a la vez lo transforma en original (más allá de la evidente originalidad de sus melodías).

Lograr obras musicales no triviales, es decir, significativas, con la máxima simplicidad posible en el manejo creativo de los elementos musicales requiere una habilidad muy codiciada e infrecuente para todas las personas que hacemos música,  y eso es justamente lo que observo en “Fiera” en particular y en este compositor en general, debe ser por eso que Nicolás Di Lorenzo es un tipo que me cae mal…


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Ilustración por María Belén Sigismondi