Por Renata Lemenz
Pablo es guitarrista, compositor y docente, miembro fundador del cuarteto de guitarras La Púa, con quien lleva adelante hace más de 15 años un proyecto musical de nuevos tangos instrumentales y cantados. Se lo puede escuchar también a dúo con el Cholo Castelo, en la banda El Portón y en su último disco solista “Milongas Descarriadas”, en colaboración con varios colegas tangueros. Luego de charlar con él me quedo con la certeza de conocer a alguien inquieto, con ganas de producir y enamorado de su profesión, la docencia y la música como refugio y canal expresivo.
¿Te acordás cuál fue el primer tango que escuchaste?
Sí, creo que era Uno, de Mores, que estaba en una publicad de televisores Hitachi o algo de eso, en los 80. Lo Cantaba el Chiqui Pereyra con smoking, o algún cantor de esos clásicos en la publicidad. Me acuerdo que me llamó la atención. Y después también en el final de alguna película o algo de la tele estaba Adiós Nonino. Y ese si me impactó más emocionalmente digamos. Te estoy hablando esto cuando era chiquito.
O sea que el tango aparecía en las publicidades…
Sí, algo de eso había. Nada muy tanguero digamos, era la venta de algo, un personaje con smoking.
¿Y cómo empezaste a tocar tango, cuando fue? ¿Cómo fue el acercamiento a este género?
En la EMPA, en los ‘90. Yo ya venía tocando en El Portón, un grupo que hace música latinoamericana y otras cosas pero que siempre tuvo una cosa muy tanguera en la estructura musical. Carlitos, el cantor es un referente, para mí, en la forma de hacer las canciones y siempre tuvo mucho de milonga, de folklore, y de tango, por su infancia, sus vivencias. Y en la EMPA apenas entré, creo que toqué un arreglo de La ultima curda de Arias y dije “uh que lindo esto” y me puse a escuchar un par de cosas, al toque escuché los discos de FM tango, había unos compilados de Goyeneche que me partieron la cabeza. En esa época muchos que veníamos del rock nos enganchamos con “El Polaco”. Éramos jóvenes, y hablo en plural porque éramos varios de los que ahora estamos haciendo tango también: Juan Otero, Yuri, Julián, Patricio Cotella, Analía Goldberg. Éramos poquitos y enseguida agarramos para el lado del tango.
¿Cuándo empezaste con la música? ¿Siempre tocaste la guitarra? ¿Tocabas algún otro instrumento? ¿Se tocaba en tu casa?
No no, mi casa no era casa de músicos, si escuchábamos algo de música. Agarré la guitarra en la secundaria y me sirvió en la adolescencia para canalizar un poco las angustias adolescentes y esas reviradas que le da a uno en esa etapa. Me acercó a sociabilizar con gente piola en la secundaria. Me contuvo bastante y le agarré cariño, en una época donde no encontraba mi lugar, se formó un círculo social piola. Apenas empecé a tocar la guitarra ya nos juntamos la barra de los rockeros y empecé a compartir vivencias, no solamente música, con esta gente que es mucha de la que actualmente sigo curtiendo.
¿Y en ese momento que música escuchabas, solo rock?
Siempre escuché un poco de todo, en casa se escuchaba mucho folklore, Baglietto, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Rubén Blades. Lo que si no tuve la escuela de la música clásica, no hice el conservatorio así que más o menos tengo un circuito desde el lado de lo popular.
Claro, siempre desde ese lado, tanto aprendiendo como tocando…
Exactamente, sí.
Y a la hora de componer ¿qué influencias podés nombrar? Me imagino que las que estás nombrando ahora, las músicas que te gusta escuchar ¿no?
Si, la canción la veo como una cosa mágica de la unión de la música con la letra y en eso tengo gustos bastante particulares. Que se entienda el mensaje, la letra, las palabras y lo que se dice, que sea una poesía que me represente, que haya historias. Siempre me influenció mucho Rubén Blades, me acuerdo de cuando era chiquito y escuché “Pedro Navaja” una canción que cuenta un cuento de punta a punta y a la vez refleja un montón de cosas sociales y paisaje de un lugar latinoamericano, que tiene una realidad parecida. Todo lo que es Fito, La Trova rosarina, Baglietto que también tienen canciones como “De regreso Mirta” que tiene una historia que te cuenta algo, tiene un desarrollo, es como un cuentito ¿no? A mí me gustaba mucho leer, lo digo en tiempo pasado porque era un enfermo de la lectura, me comía los libros todo el tiempo y la verdad que perdí ese hábito, entonces todo lo que tenía más forma de cuento así en las canciones me llegaba mucho. Después por supuesto Spinetta, Silvio Rodríguez, con un poco más de poesía y vuelta de rosca y canciones del tango, Expósito. Era lo que tenía más a mano, en otra época no había tanta información y entonces de lo poquito que llegaba yo me acuerdo que absorbía mucho. Me acuerdo que “Afiches”, “Cristal”, del Polaco las escuché doscientos millones de veces y eso influenció mucho, evidentemente de alguna manera entra en la forma de ver lo que es una canción sobre todo.
¿Y te acordás cuando te animaste a empezar a escribir alguna letra o es algo más actual?
Mirá, me estaba acordando el otro día justo la primera letra la hice con un piano, de chico, jugando, era un ritmo de zamba que hablaba sobre las Malvinas, los combatientes. Mi tía se acordaba el otro día y me cantó un pedacito, le había quedado. Esa fue la primera vez. Después fue muy paulatino, en “El portón”, como que te contaba, Carlos Delvecci es un artista genuino y espontáneo y hace lo que le sale cuando le pinta. Los primeros años del grupo hacia 10 temas, después 5 y después de repente no había más temas, o yo hacia la música y no había nadie que le pusiera letra, entonces digo “bueno voy a empezar a escribir”, un poco copiando la estética de las canciones de Carlitos. Así que un poco por necesidad, no artística de expresión, también la había pero también quería que sonaran algunas músicas, canciones que tenían mucho power y no terminaban de salir porque había que hacer el proceso de escribirle una letra. Y entonces empecé y cada vez me gustó más. Nunca me dediqué del todo pero de a poquito fui encontrando un poco el oficio de cómo se hace.
Qué bueno ¿y cuándo se conocen con los chicos de La púa? ¿Vos estás desde los comienzos verdad? ¿Antes había otra formación?
No, los Púa siempre fuimos los mismos, solo que a algunos se le cayeron los pelos (risas). Eh, algunos nos conocíamos de la EMPA, con Juan Otero. A Cristian lo conocí a través de Tripa Bonfiglio, un amigo bandoneonista. Enseguida nos hicimos compinches, con Tripa hicimos un grupo que se llamaba La pasta, luego lo ampliamos a cuarteto con Cristian Basto y Cristian Huillier. Por otro lado Cristian y Lele son muy amigos de toda la vida. Cuando Juan volvió de Europa que había estado viviendo allá se le ocurrió hacer un cuarteto rioplatense, me propusieron agarrar el guitarrón y ahí nos juntamos los cuatro. Pero bueno, previo a eso habíamos hecho muchas juntadas que le llamábamos “Jueves a la parrilla” en Remedios de Escalada que era una especie de recalada tanguera, musical, folklórica. Caíamos ahí, nos juntábamos, chupábamos algo y tocábamos un rato largo así que veníamos ya de varias noches, de milonguear, así que cuando vino Juan se armó enseguida, a finales de 2005 y no paramos más. Los años pasan volando. Hicimos alianzas con cantores, con Black y ahora con Victoria Di Raimondo.
¿Y cómo trabajan las composiciones? ¿Escriben por separado, prueban juntos, improvisan? ¿Cómo se va armando eso?
No, las canciones las hace cada uno. Cada uno tiene su proceso. Lo que tiene La Púa es que tiene una estética bastante definida con los años y con la búsqueda, tiene como un lenguaje muy particular. Todos hacemos muchas canciones pero no todas son para La Púa, pasan por un tamiz, uno dice “esta capaz que va para pero todas estas seguro que no, van para otras formaciones”. Entones uno hace una canción y quizás no va para ningún grupo. Sino también se la acerco a algún compañero, a mí me gusta que circulen las canciones. A veces salen a veces no. Pero bueno La Púa es así, cada uno hace la canción y a veces lo que compartimos es la música. Por ejemplo Lele me pasa la música y yo le pongo la letra y viceversa, y así entre todos los integrantes. Jugamos mucho por Whatsapp, no es que nos juntamos a guitarrear, muy pocas veces, la verdad que nuestro ritmo de vida y las distancias de los últimos años generaron que tengamos una dinámica que se sostiene nada más porque nos conocemos mucho y tenemos muchos años de intensidad de trabajo, pero no ensayamos. Uno tiene una letra y la manda y vamos viendo si funciona, “si puede ser en este tono, vos tenés tiempo de hacer este arreglo en La menor?” Pero si, es dinámico y lo que no hay es ningún tipo de celos ni competencia, ni que haya más canciones de uno que de otro, eso es totalmente relajado así que es nada más un disfrute artístico el trabajo con la Púa.
Claro, con los tiempos actuales se complica más una juntada permanente…
Sí, me imagino que lo ideal para trabajar es estar más juntos, salir de gira, estar un rato zapando, guitarreando, probando cosas, tachando. Pero bueno esa situación ideal no es la actual. Sin embargo sigue sirviendo como un canal expresivo.
Igual no es algo que se note, yo justamente pensaba lo contrario, cuando los escucho tocar lo primero que pienso es que ensayan mucho y además se nota que hace mucho tocan juntos, más allá de cómo ensayen o no, se los ve muy juntos, y eso es muy lindo para cuando uno está de público, se nota que se conocen…
Si, ahí hay como una filosofía de pensar en el otro, de escuchar al otro, que el sonido sea grupal en conjunto, no hay uno que se tenga que destacar entonces la horizontalidad, el cooperativismo en todos los ámbitos hace que después se note en lo musical. La verdad no tenemos la posibilidad de ensamblar, sin embargo con tantos años de la escucha atenta al otro, de sonar juntos, eso hace que uno haya hecho el ejercicio y ahora es simplemente seguir con esa dinámica digamos.
Sí, no sé nada de guitarra a nivel compositivo pero lo que me pasa cuando escucho La Púa si bien por ser el mismo instrumento el timbre siempre es el mismo, no se escucha apelmazado, ahí está muy claro quién hace cada cosa, se van entretejiendo, y es algo a destacar, no se hace cansador escucharlo ¿Es algo a nivel compositivo?
Sí, lo que pasa con los grupos de una sola tímbrica, como los de caños o de cuerda, es que hace falta usar todos los recursos. Nosotros usamos mucho los acentos y las articulaciones, eso hace que haya una dinámica que a veces se olvida. Los grupos de guitarra a veces tocan las notas, todas las velocidades, todos los volúmenes con menos articulación y yo creo que ese es un condimento más que hace que no sea tan monótono. Y después yo creo también que es la seguridad. Somos gente que hace mucho venimos tocando y lo hacemos con la seguridad y la alegría de saber que estamos haciendo lo que queremos porque nos gusta y es muy lindo sentir que uno hace tango, una música que nos representa en este momento, sin plantearnos demasiadas cosas. Entonces si uno tiene un discurso seguro, toca más fuerte, con más intención, más dirección, tiene un tiempo atrás de hacerlo y de saber que uno está en el camino que eligió. Nada, vamos con seguridad a las notas, no es que las dudamos, es lo que queremos hacer, no nos importó nunca tener un lenguaje muy puro dentro del tango, tipo “hacemos tango como hacia tal”, nosotros hacemos el tango que nos sale hace unos cuantos años y eso creo que le da una contundencia ¿no? Porque hace que sea más claro el discurso.
Y en relación a esto vos ¿en qué momento sentís que se consolida la estética que tiene el grupo? Me imagino que quizás en los comienzos no era así…
En lo musical desde el principio enseguida se formó un lenguaje donde entraban ciertas cosas y otras al toque quedaban descartadas, ciertos recursos guitarrísticos sobre todo, algunos se descartaban porque no eran la estética que buscábamos. Entonces en lo musical al toque teníamos algo definido. En lo letrístico, en lo poético, la forma de armar las canciones, capaz que hubo un poco más de vaivenes. Pero inclusive creo que todavía el lenguaje común que nos representa no es tan contundente como la música, por esto que te decía, yo siento que ya hay una estética en la canción de la Púa pero no es que nos sale así nomás hacerlo sino que a veces hay que buscarlas, amasar un poco más las canciones, las letras, las melodías, para que sean acorde a ese sonido que queremos.
Hace algunos años están trabajando con Vicky ¿cómo comenzó el trabajo con ella? ¿Ustedes la buscaron, ella los buscó a ustedes?
Eso fue justamente parte del proceso, en los discos siempre hicimos alguna canción propia pero cuando empezamos con las letras ahí estábamos trabajando con Black y ahí empezó a haber alguna diferencia estética con los tangos nuevos y nos agarró muchas ganas de hacer mucha música nueva y no estábamos en la misma frecuencia. Black es un amigazo, un genio total con quien siempre nos gusta hacer música y compartir, sin embargo en ese momento había proyectos que no se encontraban. Y Vicky que es una kamikaze de la nueva música, una militante total, recién llegaba a Buenos Aires, justo la enganchamos. Ella se la re banca, siempre está con ganas y a los tangos los encara, le gusta el desafío, es valiente, no le tiene miedo. Hace unos años era muy riesgoso hacer músicas nuevas, canciones, tangos nuevos con nuevas letras y con algunas cosas estéticas, con influencias de otras músicas que se atravesaron ¿no? Antes era “uh, esto es del rock, no va ¿no?” ahora nosotros lo tomamos sabiendo que es lo genuino, es lo que nos pasa, nos atraviesa y sería mentiroso dejarlo de lado pero hace unos años era más difícil y por suerte gracias a Vicky muchas de las cosas que están dando vueltas fueron porque ella las empujó mucho. Así que bueno, Vicky al toque dijo si vamos, así con las canciones que no habían sido ni probadas, con la confianza total que nos tenemos, sabiendo que lo que hacemos lo hacemos desde el corazón. Empezamos a compartir canciones y después salió el disco Mariposa Muerta que lo hicimos medio rapidito y también implicó un cambio de rumbo en lo que veníamos haciendo y a partir de ahí, como te decía, seguimos trabajando con un ritmo muy tranqui, sin que nadie nos corra, pero sin dejar de producir cosas.
Sin prisa pero sin pausa…
Sí, pienso también que es importante hacer en cantidad, producir mucho y que haya producciones, algunas más logradas, otras menos, otras que necesiten revisiones, que pasen por un tamiz, me parece que es importante esto de que haya mucha dinámica, mucha actividad y de ahí algunas cosas van a quedar, otras quedarán en el camino, otras van a reverse después pero hay que vencer el miedo al qué dirán, si es tango o no es tango. Los que estudiamos tango o nos quedamos escuchando a los grandes maestros, nos cuesta un poco saltar ese charco, ese pozo de decir, “antes era así, o sea hacia así”, y ahora tenemos otras dinámicas y otras cosas y yo creo que es igual de válido. Y siempre hubo músicas buenas, otras menos, músicas en proceso y así es la cosa.
¿Y ahora tienen algún proyecto en mente con el cuarteto? ¿Están escribiendo música, grabando?
Ahora tenemos “Guitarras del mundo”, así que revitalizamos la parte instrumental, la volvemos a recordar cuando nos llaman de algún evento así importante de la guitarra, así que volvimos a hacer instrumentales y tenemos canciones dando vueltas y nos falta decidirnos para cerrarlas y hacer un disco.
O sea que ahora las canciones están dando vueltas en Whatsapp… (risas)
Sí, yo sé que compañeros le pasaron a Vicky, yo le pasé alguna otra y de esas saldrá alguna que más nos impacte, que pensemos que van bien con lo que queremos expresar, algunas saldrán a la cancha. A mí me gustaría tener otra dinámica, que la vida en la ciudad, con los laburos nos deje un poco más de tiempo para juntaros y laburar, agarrar canciones de otros colegas que están haciendo cosas en la misma movida y con las mismas ideas, y me parece re lindo el intercambio, componer juntos. Lo hemos hecho con Cintia Trigo, con Yuri, con algunos más. Pero me gustaría que eso sea cotidiano, a mi es lo que más me gusta, compartir un poco más y hacer cosas en común. Pero bueno, en este momento tenemos este tipo de dinámica, pero vamos bien, es lindo igual.
Obvio, la cosa es que esté andando y haya ganas. Con La Púa hace más de 15 años que están dando vueltas, vos ya llevas un recorrido largo con este grupo y con otros. ¿Qué consejo crees que podrías darle a alguien que está armando un grupo ahora?
Y, me parece que cambió mucho. Yo creo que en la época que se armó La Púa, todavía estaba el espíritu ese de banda de garaje, de los pibes de barrio que arman un grupo, están todo el día pensando en eso y son parte y saben lo que están tocando y por qué. Y bueno, hay muchos grupos de esa época que todavía están activos, que todos más o menos se ponen la camiseta o saben de lo que están hablando al menos. Ahora siento que los grupos actuales tienen menos compromiso, enseguida me agarró fiaca me cambio de grupo, voy probando otra cosa, desarmo esto y armo lo otro. Que está bueno también, me parece interesante pero es distinta la dinámica. Nosotros siempre fuimos responsables, si había que ensayar a las 9 de la mañana ensayábamos dos horitas y estábamos ahí una vez por semana y nada, era ponerse la camiseta del grupo y que suene y ver el afiche y estar atento a la fecha, discutirlas y estábamos muy así como si fuéramos una banda de rock, muy en serio, no que mando un cambio, toca este o mando a otro, y los temas están más o menos ajustados. No sé si es como consejo, yo no quiero dar consejo. El consejo, si es por dar uno, es hacer cosas que uno disfrute cuando lo hace, hacer cosas que sean genuinas.
Lo que estás diciendo me hace acordar a algo que estaba hablando el otro día con un amigo, que estos tiempos actuales te tienen, quieras o no, apurado, ansioso, las formas de comunicarnos que tenemos ahora y parece que no pero los músicos nos seguimos dedicando a una actividad que requiere de paciencia, de calma, de dedicación, de un tiempo que no tenemos. Estamos todo el tiempo corriendo para llegar a fin de mes, en mil laburos, en un grupo y en otro y pasa un poco que todo el mundo está en mil lados y no está en ninguno, y el repertorio en seguida queda viejo y la gente quiere cambiar de temas porque ya se cansa. Es re duro hacer música en este momento, ni hablar de músicas que no están de moda. No es que tocás y te llovió la plata y vivís de eso, es complejo articular los tiempos que estamos viviendo con esta actividad, que sigue siendo igual de hermosa, pero que bueno a veces no podemos dedicarle el tiempo que quisiéramos.
Sí, pero bueno es un privilegio hacer música. Y pasa algo con esto de la gente que labura de la música y la gente que hace otros laburos que bueno… yo no laburé nunca con la música, siempre laburé con la música pero siendo docente, que la verdad no es lo mismo. Esto me permitió hacer siempre la música que quise y no estar pensando que tengo que estar tocando, ver cuanta gente va, meter 20 fechas y no tener tiempo de cambiar el repertorio. Pero bueno, también es válido y lógico ganarse la vida tocando un instrumento, que me parece importantísimo. Pero bueno hay diferentes caminos y esos caminos te dan una impronta en el contenido de lo que uno hace ¿no? Las canciones, las letras, las tengo muy influenciadas por mi labor docente, por ser profe de música 20 años en el conurbano profundo, viendo las vivencias, las crisis, yendo a los barrios, metiéndome, siendo una especie de espectador privilegiado ya que por ser profe de música tenía laburo y veía que todo alrededor se caía abajo, la gente que iba a comer a los comedores de las escuelas. Entonces eso fue inspirador y pasé por vivencias muy ricas para después plasmar en las letras. Si hubiera estado laburando de músico que va girando por Europa estaría pensando en otra estética o tipos de mensaje, que son válidos por supuesto pero que te van marcando el camino y diferentes perspectivas de las cosas. Así que me parece re piola cualquiera de las formas siempre que uno lo que hace lo haga con convicción.
Hace poco sacaste un disco, “Milongas descarriadas”, yo lo estuve escuchando pero si querés contar un poco cómo surgió la idea de ese disco, como fue el proceso de llevarlo a cabo…
Son canciones que tenía dando vueltas y fueron un poco excusas en esas épocas semi pandémicas de aperturas, cierres, para juntarme un poco con amigos y amigas para terminar canciones que tenía dando vueltas ahí abiertas. Yo en casa tengo la posibilidad de grabar algunas cosas, me gusta grabar instrumentos cuando tengo tiempo, grabar varias violas, teclados, baterías, bajos y jugar un poco con eso. Así que nada, armé un poco algunas canciones y fui llamando algunos amigos y amigas para compartir un rato una tarde, picar algo y cerrar las canciones, para que salgan a la cancha sin mucha vuelta de pensar. Son milongas porque es mucho de lo que hago yo, tienen parte de ser, esa forma de decir de la milonga, pero después le puse ese título porque todas se descarrilaron porque se salieron del camino y terminaron siendo otros temas, candombes, cumbias. Pero bueno, hay una atmosfera milonguera y tanguera en esas canciones para cerrarlas así sin demasiado enrosque y que sean canciones para compartir un poco y que queden plasmados en esos momentos de estos últimos años. Ahora estoy trabajando con algunos tangos, ahí si me voy a enroscar un poco más en ver cómo lo saco, si hago algo más orquestal, si lo termino acá en casa, si lo canta una sola persona o si lo hago así de esto que vengan pasando diferentes personas. Cualquier decisión deja afuera a la otra. Si lo hago con un solo cantante es una estética más definida, es más fácil de transmitir, pero me pierdo de que vengan varias personas a cantar las canciones y de compartir el momento y lo que aporta cada artista cuando vienen a compartir. Estos días tengo que definirlo porque quiero sacar lo nuevo antes de que sea viejo (risas).
¿Qué fortalezas y debilidades ves en la movida actual del tango?
Ay no sé qué decirte. Primero hay una fortaleza importantísima que es que la música que se está haciendo siento que es la más representativa de la ciudad hoy en día. Tiene una raíz fuertísima, una raíz de algo tan groso como el tango, las orquestas, los compositores, los poetas, los bandoneones y la bohemia del tango, y a la vez ya pudo despegar de ese peso histórico y producir sus propias cosas con una identidad. Siento que es muy fuerte y el que viene de otro género, no sé rockeros o metaleros, les digo “ponete a tocar tango que vas a ver que tocás algo que te representa y que adentro tiene eso también, está atravesado por el rock, y otras músicas del mundo” bueno siento la fortaleza esa, siento que cada día se empieza a hacer mejor música, mejor nivel musical. Hace 20 años los violines que tocaban tango era muy jodido escuchar que suenen y de golpe cada vez más y tocan cada vez más lindo, y con ganas de tocar y haciendo cosas hermosas pero bueno, sigue siendo una música como muy de músicos. No sé qué nos pasa…
¿Falta público no?
Claro, eso es clarísimo, es impresionante pero a su vez tiene una identidad muy definida y creo que hay como un colectivo que se está armando, se pueden ir discutiendo cosas en colectivo que es hermoso, que estemos bajo un mismo paraguas, mismas problemáticas y mismas cosas piolas, problemas y virtudes. Que se empiece a poner sobre la mesa que hay una identidad que une desde lo que es el tango instrumental, las nuevas canciones, los movimientos feministas, que están englobadas dentro de una misma cosa que es el tango nuevo, más que nada el tango de este siglo, porque lo que estamos haciendo es tango, como siempre. Así que yo diría que la debilidad es eso, que en esta dinámica social/cultural que hay es imposible que el tango despegue de alguna forma porque no tiene que ver con los criterios, los gustos y preferencias de consumo de la sociedad actual. Entonces está lejos de eso y es difícil que despegue pero a su vez, como tiene tanta fuerza y personalidad, yo creo que es mucha más gente la que lo está escuchando y en algún momento le va a llegar y se va meter. Nos pasa cuando vamos con La Púa a tocar a Misiones a un teatrito, la gente espera escuchar “Caminito” y le salimos con esta locura de los tangos nuevos y tres o cuatro se paran y se van pero un montón de gente grande, gente joven, viene a la salida y nos dicen “che que bueno esto que escuché, no sabía que existía” y ese “no sabía que existía” parece que es la idea de que esto pude crecer. Y si no crece no importa porque lo estamos pasando bien entre nosotros también. O sea lo importante no es solamente que tiene que explotar, porque para mí tocar con amigos y compartir un rato ¿qué más quiero? El objetivo final es ese.
¿Con cuál argentino muerto te tomarías un mate?
Ah, muy interesante. Y yo creo que alguien que le sacaría el jugo por más que no coincida totalmente, pasa que me decís un mate y el mate es algo muy fraterno que uno relaciona con la amistad pero yo me tomaría más que un mate un par de ginebras y lo largaría a hablar a Borges por ejemplo. Un tipo con el que no coincido del todo pero que me parece intelectualmente tremendo, tiene muchas cosas para que nos peleemos, para aprender y para sacar imágenes poéticas, literarias. Es el primero que se me ocurre, para bardearlo un poco y seguramente me daría vuelta. Pero bueno hay mil, Argentina tiene mucha gente valiosa e interesante y lamentablemente muchos que se murieron.