REVISTA EL SORDO

PALABRA SANTA: Victoria Di Raimondo, poeta y cantora

Por Renata Lemenz

Una tras otra, esquivando los clichés tangueros, sus letras siempre aciertan. Los que vemos el mundo en blanco y negro encontramos más de una vez en su poesía un espejo y un refugio. La primera vez que escuché Milonga del borde estuve dándole play una y otra vez durante varias horas. En ese momento pensé que la persona que había escrito esa letra tenía algo importante para decir y yo no me lo quería perder.

“Vengo del borde y del olvido, cuando me bautizaron no vino Dios (…)”, “Milonga del que no tiene más tiempo para esperar, milonga de los olvidados cansados de rebotar” son algunos de los versos que me conmovieron e hicieron que casi de inmediato me pusiera a buscar más letras de esa compositora que hasta el momento era desconocida para mí. El olvido, el tiempo que pasa y no vuelve, la noche, el (des)amor, el silencio, la oscuridad, la ciudad, el dolor, la verdad como «un cuchillo preciso y afilado» y un mundo que «se rompe en la ventana lleno de ruido» son entre tantos otros algunos de los paisajes y pequeñas tragedias cotidianas que nos ofrecen sus letras y con los que no puedo evitar sentirme identificada. Además van acompañados de una voz que no puede menos que cautivar al que la escucha. Yo, lejos de intentar hacer un análisis barato de tanta poesía solo puedo limitarme a hacer lo que mejor me sale: leer, apreciar la belleza y cantarla si me aprendo la letra.

Foto por Émilie Mantaray

Vicky canta y escribe todos esos tangos con honestidad, sin poses y sin brillos. Simpática, certera y con una tranquilidad propia de la tierra donde nació, habla pausadamente, con una tonada dulce mientras fuma y piensa. Charlamos de poesía, de sus pasiones, del espacio que ocupa la cultura, de la música, del mundo que se cae a pedazos y de vivir en Buenos Aires. Como bien dijo Juan Serén “conviven en ella lo sutil y lo demoledor”.

¿Cuáles fueron tus primeras impresiones de la ciudad cuando te mudaste a Bs As?

Mis primeras visitas a la ciudad fueron eventuales. Empezamos a venir a tocar más o menos en el 2001 y era una época de mucha conmoción social en la Argentina pero por otro lado fue increíble también descubrir que había un montón de gente joven tocando tango, porque en Mendoza no había. Entonces cuando vine y empecé a recorrer un poco no me la podía creer. Fue buenísimo sentir que no estaba sola contra el mundo con los tangos. Empezamos a venir prácticamente todos los meses con situaciones de las más diversas, como ir a parar a hoteles de cuartísima categoría o a casas de amigos. Uno de los primeros lugares donde parábamos era La casa del bandoneón, una casa que tenía Fischer en un lugar rarísimo, no donde está ahora, sino otro. Nos quedábamos donde podíamos. Después de un montón de años viniendo prácticamente todos los meses en el 2014 me instalé y la sensación fue diferente porque no era lo mismo venir, tocar, ir de farra con los amigos, volver, que instalarse acá y dejar toda una vida y todas las cosas, dejar tu casa, tu familia, tus amigos, fue bastante duro al principio. Pero bueno por suerte hay algunos amigos por aquí que siempre funcionan como un sostén para no derrumbarte ante la locura que por ahí te pone esta ciudad ¿viste? Todavía hay veces, y tal vez no se me vaya nunca, que me siento un poco extranjera porque viví la mayor parte de mi vida en Mendoza y llevo seis o siete años viviendo acá nada más.

Cuando pienso en alguien que se muda a Bs. As, sobre todo en relación a la búsqueda del arte me acuerdo siempre un poco anecdóticamente, porque a Bs. As se la piensa como el lugar donde se supone que están las oportunidades, de “Soñar, soñar” la película de Leonardo Favio donde el personaje Carlitos dice “me voy a Bs. As a trabajar de artista” ¿vos sentís que acá encontraste ese lugar?

Desde que vine he estado todo el tiempo aprendiendo cosas y con la posibilidad de estar en contacto con músicos que me interesan, ya sea tocando o tomando vino y hablando de lo que somos o de lo que podemos ser. También tengo una tendencia solitaria pero tengo un pequeño círculo de amigos que me ayudan un montón a seguir estando acá y siempre aparecen cosas para hacer entonces bueno, desde ese lugar sí, he encontrado cosas lindas para hacer.

En una nota que te hicieron un periodista te define como una PJ Harvey tanguera y pienso que no está tan errado, yo además quiero agregar que cuando te escucho cantando en Nena Pu me hacés acordar mucho a María Gabriela Epumer (risas) ¿cómo fue ese pasado rockero?

Ella era un emblema en los ’90. Estaban Fabiana Cantilo o Celeste Carballo pero ella iba por otro lado, para mí era lo más Epumer. Mirá, me ha pasado una cosa muy extraña hace como un mes me mandaron una entrevista para que hablara desde mi lugar de mujer en el rock en Mendoza y pensaba que han pasado tantos años ya. La última vez que tuve una banda fue esa banda Nena Pu y dejamos de tocar en 2001, yo ya había empezado con los tangos y estaba segura de que quería seguir con eso. A los 15 tuve mi primera banda, era más una banda de rock, de blues y de funk. Y después empecé a escuchar otras cosas y empecé a volverme loca cuando escuché Massive Attack, Portishead entonces estaba decidida a hacer algo que estuviera más cerca de eso. Ahí armé Nena Pu con la única persona que tenía un sampler en Mendoza. Así que bueno esa fue mi última experiencia. También vine a tocar a un festival acá que se llamaba 24 hs y había una noche toda de mujeres y no me sentí muy cómoda con el ambiente, digamos, como que había algo que no me terminaba de cerrar y yo ya estaba muy metida con los tangos.

En esas bandas que tuviste ¿vos escribías las letras?

Sí, siempre fueron canciones mías. En la única etapa de mi vida donde no canté canciones mías fue cuando empecé con los tangos. Fue un período digamos revisionista donde cantaba tangos clásicos pero sacando ese período sí, siempre las canciones que cantaba con las bandas eran mías.

¿Qué espacio sentís que encontraste en el tango que tal vez no tenías en el rock?

En principio cuando empecé con los tangos no tenía mucha perspectiva de lo que ocurría o había ocurrido con el género. Simplemente me encantaba y escuchaba todo el día y cantaba pero recién hace unos años, cuando llegó el momento de tratar de experimentar con las composiciones, me di cuenta que había algo más grande, algo que iba más allá de cantar, interpretar o componer que era un compromiso con nuestra cultura popular, con la construcción de nuestra identidad digamos. Entonces creo que el tango me dio como esa profundidad que no la había sentido antes, esa fuerza de sentirme comprometida con la cultura de mi país ¿viste? Eso fue lo que me pasó. Después bueno, hay algunas otras cosas que tal vez son inexplicables de porqué te puede gustar tanto el sonido del bandoneón mezclado con los violines, que se yo ahí hay una parte un poco inasible que no sabes muy bien de dónde viene ni porqué te gusta tanto.

Sí, a veces no se explica por qué a uno le gusta algo, te gusta o no te gusta, no se sabe muy bien cómo es…

Pero racionalizándolo pienso eso. Sentí que tenía la oportunidad de intentar por lo menos participar de la construcción de nuestra cultura popular. No porque el rock no tenga ese lugar, obviamente el rock nacional es o era lo más pero bueno, el tango me dio otra perspectiva diferente de ese compromiso con la música que no lo tuve con el rock.

Y cuando empezaste con el tango ¿cómo era en Mendoza hacer tango hace 20 años?

¡Un delirio! (risas). La primera vez que intenté armar algo me dieron el teléfono de un señor bandoneonista. Yo estaba toda emocionada porque nunca había escuchado un bandoneón de cerca, nunca jamás, entonces me acuerdo que vino un señor malísimo

– A ver ¿en qué tonalidad querés cantar? –me dijo

– Y no sé ¿qué se sabe, Malena? –le dije yo

–Yo no le voy a cambiar ninguna tonalidad, yo a este se lo toco en esta tonalidad, a este en esta.

Bueno no prosperó la reunión con este señor. Después conocí a otro bandoneonista que si te cambiaba las tonalidades.

¡Un pasito más al menos!

Si un paso más. Y fue una experiencia muy graciosa porque empezamos a tocar con un pianista peruano divino y entonces yo los llevaba a tocar a unas fiestas así re rockeras en unas casas que estaban llenas de chicas y yo creo que el señor pasó la época más feliz de su vida (risas). También lo llevaba a tocar a bares y el señor no se la podía creer. Y como con él tocaba en los mismos lugares donde algunos días de la semana tocaba rock, alguna gente también se empezó a fijar en eso que yo estaba haciendo con los tangos. Fue ahí que me conecté con Miguel López que después rápidamente se vino a vivir acá y tocó un montón de años con el Tata Cedrón y la conocí a Elbi que nunca había tocado tango tampoco y venía del ámbito del rock y del jazz así que bueno un poco sin querer así se armó el Altertango, con músicos de rock porque no había otros músicos.

Claro, era lo que había a mano…

Había una orquesta que era la orquesta “Tango y punto” donde cantaba un amigo que sigue cantando pero no había más, eran ellos y nadie más.

¿Cómo describirías el camino recorrido y tu experiencia con Altertango? Fueron muchos años…

Si, casi 16 años. Es una parte grande de la vida. Fue una experiencia muy magnifica en muchos aspectos, primero porque fue la primera vez que intenté con un proyecto hacer algo así como “serio”, dijimos bueno vamos a grabar, a viajar, vamos a hacer esto y bueno todo lo que nos íbamos proponiendo con Elbi lo hacíamos. A veces viajábamos en el día, tocábamos en Chile, volvíamos y tres días después veníamos para acá. Fueron unos años de muchísima intensidad pero me parece que lo más valioso del Altertango tuvo que ver con sentar en Mendoza un precedente que no existía. Empezamos a hacer unas fiestas en un teatro que alquilábamos los miércoles y de repente empecé a ver que había fila para entrar y en la fila estaba lleno de pibes con remeras de Pantera, al lado una señora con cartera y me di cuenta que estaba pasando algo, que había algo que era raro. Así que terminó siendo una banda muy convocante y después teníamos que tocar en teatros donde podíamos meter 1000 personas. No sé, la presentación del último disco, en 2015 creo que fue, había 3000 personas. Y eso es muy raro ¿entendés?

¡Un montón de gente!

Claro, es mucha gente y bueno eso sentó un precedente en Mendoza y creo que fue un buen ejemplo para otros músicos, incluso músicos de rock, de que se podían hacer cosas así a lo grande, viajar, hacer giras. Entonces me parece que eso fue buenísimo, que un montón de gente que tal vez jamás hubiese escuchado tango iba a escuchar Altertango. De repente era como una cosa re familiar porque iban mis amigos pero también iban los padres y los abuelos. A veces cuando me acuerdo de eso y de esta increíble convocatoria que teníamos todavía me emociona.

Claro además de pronto tenían un público re heterogéneo, estaba el joven, el más viejo. Está buenísimo eso…

Sí. Me acuerdo que cuando empezamos a tocar los primeros tangos nuevos dijimos bueno ahora ya está, no vienen más ¡y no, seguían yendo!

¿Y 20 años después cómo está la movida del tango en Mendoza? Pasó mucho tiempo…

Y, eso es lo que más me emociona, por eso te digo que ese precedente sirvió para ver como ahora hay un montón de chicos tocando y estudiando. Antes no había ni un bandoneonista, ahora hay un montón de bandoneonistas jóvenes entonces está buenísimo lo que está pasando. Hay millones de milongas donde 3-4 veces por semana tengo un montón de amigos que están tocando, espacios que no existían antes para poder tocar. No te digo que eso sea gracias a nosotros pero la verdad es que en una época éramos los únicos, nosotros y la orquesta esa que te digo que era más tradicional. Nosotros éramos los frikis más rockeros.

Sacaste un disco cantando tangos de Manzi, que aprovecho y te digo que me gusta mucho, ¿por qué Manzi?

En realidad fue un poco azaroso porque, soy mala con las fechas pero creo que fue en el 2007 que hubo una convocatoria del Ministerio de Cultura de la Nación porque era el centenario de Manzi. Una amiga que estaba leyendo la Revista Ñ me dijo “mirá Vicky hay un concurso para hacer discos” y yo le dije “vos te crees que me voy a presentar y voy a ganar?”, “bueno pero tirate el lance”. Aparte cero internet había que escribir todo, mandarlo por correo, otro tiempo. Y bueno lo mandé y sorprendentemente me lo gané, me gané el dinero para el disco. Eran tres premios, le dieron uno a Lilia Borda, otro a Ariel Ardit y me dieron uno a mí.

¡Qué bien!

Y sabía que tenía ganas de probar algo diferente a lo del Altertango. Quería hacer un disco diferente con amigos y por eso es tan heterogéneo porque hay arreglos de muchos amigos. Fue re difícil ahora que lo pienso, pero bueno no sabía en lo que me metía. Creo que en total fuimos 24 personas trabajando en el disco entonces me volví loca total. Un amigo venía de Buenos Aires, otro amigo venia de Chile, fue una locura la verdad. Y bueno así fue, al margen de que me encanta Manzi en realidad el disco lo grabé porque gané ese premio de Cultura de la Nación.

¿Qué letristas te gustan? ya sea del tango o de otras músicas, del pasado o actuales…

De tango me gustan muchos. Me gusta Manzi, me gusta mucho Contursi, me parece tan desgarrado él. Me gustan todos, Cadícamo, Expósito. Fuera del tango eh me gusta Charly García, Chico Buarque, Vinicius de Moraes. Un montón.

Pienso que las temáticas de tus letras son muy tangueras y que cuando creamos es casi imposible no tener influencias, ¿qué poetas del tango o fuera de él sentís que están presentes de alguna forma a la hora de escribir letras?

Sí. Seguro que sí. Yo he leído mucho y sigo leyendo mucho porque la lectura es mi otra pasión. Creo que en la época esa en la cual uno se forma, en la cual las cosas te pegan mucho más, cuando sos adolescente básicamente, tuve toda una época de mi vida en la que leí mucho los poetas de los años ‘40 en Argentina, que son todos magníficos. Olga Orozco, Pizarnik, Sola González y después incorporé a Idea Vilariño y no es que lo leí, lo leía todos los días. Tenía los libros en la mesa de luz y los leía todos los días y siempre me provocaban cosas nuevas. No sé si he vuelto a sentir esa sensación tan increíble que me provocaba en ese momento así que seguramente esa parte tal vez más un poco oscura tiene que ver con la lectura de esos poetas.

Y con la música seguramente debo estar atravesada, que se yo, nunca me ha salido así hacer tango como muy cliché, no me sale pero seguramente debo estar atravesada por esos poetas del tango que tanto tanto he escuchado y también por las cosas del rock que he escuchado un montón, que se yo, Charly García, el Indio Solari, Spinetta, creo que debe ser una mezcla de todo eso seguro.

¿Hay diferencias en las letras que hacías cuando vivías en Mendoza y las que hacés viviendo acá? ¿Va de la mano del paisaje o tiene más que ver con procesos personales? ¿O las dos cosas?

Sí, yo creo que son las dos cosas. Tiene que ver con procesos personales y con el contexto ni hablar. Las canciones que he hecho últimamente son mi llegada a esta ciudad. Sinsur es mi llegada a esta ciudad.

Sí, eso te iba a decir Sinsur es como un gran ejemplo de eso ¿no? De la gran ciudad

Si, literalmente. No sabía para dónde ir, tenía miedo de tomarme un colectivo porque no sabía si me iba a poder bajar bien. Todavía aún hoy muchas veces sigo caminando para el lado que no es. Arranco para el otro lado. Como toda ciudad Buenos Aires tiene esa cosa un poco monstruosa que muestra la obscenidad del capitalismo en todo su esplendor digamos. Ahora vivo en pleno centro y te lo digo y me da piel de gallina en serio, no hay vez que no baje y no vea a toda la gente que vive por acá en la calle, que los conozco además, y me provoque una sensación de desolación enorme. No porque en Mendoza no haya gente en la calle pero es una provincia más conservadora y está todo un poco más bajo la alfombra, en cambio acá es obsceno. Hay algunas imágenes que te da la ciudad que son directamente obscenas. Un niño durmiendo en una caja en la otra cuadra, en invierno.

Sí, es tremendo. Todo está más a flor de piel y la desigualdad no sé si es más grande pero se nota más entonces parece más grande…

Sí, vos ves, no sé, los extranjeros que por acá también hay muchos y que están como a la buena de algún dios digamos porque no tienen protección de nada. Esas cosas me provocan mucho impacto. Al principio incluso hasta un poco el “ser porteño” me intimidaba porque hablan fuerte y son muy seguros de sí mismos y en la montaña somos mucho más calmos entonces aún hoy a veces pienso que alguna gente me mira cuando hablo y a veces tengo la sensación de que confunden cierta tranquilidad que traigo de la provincia con ser sonso.

Bueno ni hablar, hay una idea imperante acá, no solo que el porteño se siente más sino que “los del interior” están durmiendo la siesta. Ni hablar del uso del término “interior” ¿el interior de qué no?

Y culturalmente no se ha podido desarticular. La gente piensa en el interior, que ya la palabra interior siempre me ha molestado y piensa en caballos, carretas. Si ves la televisión pública cuando piensan hacer cosas federales, esas cosas federales tienen que ver con la parte de la cultura de los pueblos vinculada a la comida, a los animales, pero no se ven entrevistas a escritores mendocinos o filósofos jujeños. No existe eso todavía. Siempre se habla de la cultura federal pero creo que es un camino en el que todavía falta mucho. Falta construir unos puentes mucho más fuertes en la relación Bs. As- provincia.

Volviendo al tema de las letras, cuando trabajas en conjunto con otro músico ¿cómo es el laburo? ¿Viene primero la música y después la letra o al revés? ¿Te sentís más condicionada si la música la hace otro o te resulta igual que cuando la haces vos?

Y…he ido aprendiendo y adaptándome de a poco porque yo cuando hago mis canciones me permito algunas licencias rítmicas, de medida de los versos o de acentuación o de rima pero cuando trabajás con otros músicos muchas veces tenés que sacrificar algo que quedaba muchos más lindo dicho de una manera para adaptarlo a la métrica y a los acentos de la canción así que es un trabajo re difícil hacer las letras, para mi es algo que está bastante subvaluado. Tiene la misma ingeniería que construir un soneto porque tenés que acostumbrarte a la métrica de la canción entonces para mí es como algo super difícil así que cuando intento hacer las letras trabajo mucho, pruebo muchas cosas. A veces me quedan naturalmente más ajustadas de entrada y otras veces tengo que cambiar entonces vos lo miras y decís “¡Pero si había quedado tan bien Vicky!” entonces es como te digo tenés que sacrificar algunas cosas que dichas o escritas serían más lindas pero porque bueno el fin también es que la canción suene bien. Al final cuando hacés todas esas concesiones y lográs tener un acuerdo las canciones quedan mejor como canción. Pero bueno si, hay que sacrificar digamos algunas cosas.

Si tuvieras que darle un consejo a alguien que está empezando a escribir letras ¿qué le dirías?

Que lea. Que lea literatura y que lea filosofía, eso le diría. Y que viva algunas situaciones también. Creo que la lectura es fundamental y creo que hay que vincularse con la filosofía, hay que leer filosofía. Creo que los escritores que dejan su marca en el mundo es porque tienen unas concepciones filosóficas muy poderosas. Siempre pienso en Manuel Castilla, el compositor de folklore que hizo las canciones legendarias con el Cuchi Leguizamón y que me encanta. “Me voy nomás, me va tapando los ojos la eternidad” dice en una canción, y ahí hay toda una idea con un poder que no escribe alguien que no ha intentado al menos reflexionar sobre algunas cosas del mundo y de la vida. Así que pienso que es muy necesario leer, pero no leer así por leer, leer y transformar esas lecturas en cosa que puedan ser valiosas. Por otro lado también creo que si te gusta escribir es muy necesario, no te digo siempre porque te volvés loco, pero hay que estar con una actitud receptiva con el mundo. Vos podés ir por la calle, ir nada más o podés ir por la calle y mirar un poco más en profundidad lo que ves. Me parece que esas tres cosas son muy importantes.

Como profesora de lengua y literatura ¿podés trabajar o has podido alguna vez trabajar en el aula alguna temática relacionada a la poesía, al tango?

Este año por primera vez he incorporado unas clases que parten con Roberto Arlt y las Aguafuertes porteñas. Todavía no la dí, la tengo armada pero planeo también incorporar alguna cosa más nueva y mostrarles a mis alumnos pero es la primera vez que la voy a hacer, no lo he hecho antes. Lo que si hago mucho cuando doy clases es que siempre termino cantando en algún momento y los pibes se re copan y te dicen “Vicky cantá Naranjo en flor”, por ejemplo y se acuerdan el nombre.

¡Que loco! Cuesta mucho que los chicos lean, ni hablar si trabajás con adolescentes y hablarles de algo “anticuado” como el tango, es complicado. Me daba curiosidad si podías trabajar con esa temática. Siempre depende el contexto, la escuela, los chicos, tal vez encontrás 1 entre 30 que le gusta leer.

Sí, es complejo el tema de la lectura entre tanta pantalla, tanto Netflix y porque además entre otras cosas pienso y creo que es una cuestión que la sociedad tiene que replantearse, los pibes están abrumados. Están horas en el colegio, matemática, química y después geografía y después física y después tienen inglés a la tarde y tiene que ir a jugar al tenis y es como que en ese estado de agobio digamos, es muy difícil pedirle a un pibe que se siente a leer una novela. Los lectores que tengo siempre son pocos, aparece uno o dos por curso. Hay que decir también que los pibes leen otras cosas, leen historietas, leen mangas, leen esas secuelas como no sé, Percy Jackson que yo no sabía ni que existía y ¡no sabés! Saben un montón de mitología, mucho más que yo, por haber leído esos libros. O leen unas cosas que se llaman no sé Las crónicas lunares, o bueno el fenómeno Harry Potter y que se yo. Pero creo que también el problema de la lectura tiene que ver con eso, que están como locos viste pobres. Ni los chicos ni la gente grande disponen de la calma que supone sentarse a leer algo. Es una dinámica muy diferente a la que te ofrece la televisión.

Totalmente, sí. Bueno a mí me pasó. Leo desde muy chiquita y tenía la costumbre de leer antes de irme a dormir. Después la vida cambió cuando empezamos a tener internet en casa. Siempre había una excusa para sentarse en la computadora y mirar alguna pelotudez. Después me mudé acá y termina el día y estoy quemada y no puedo leer, termino viendo algo en la computadora que es como un somnífero. Acá empecé a leer mucho en los colectivos pero es difícil concentrarse, tengo que leer veinte veces el mismo párrafo. Hay que hacerse el espacio para leer, eso que decís vos de la calma. Es como sentarse a escuchar música, necesitas crearte un espacio para hacer eso y ponele que a veces si querés a la música la podés escuchar de fondo…

Yo hago eso con la música. No tengo ninguna capacidad para escuchar música de fondo, de hecho no lo puedo hacer. Cuando escucho música me gusta sentarme a escuchar la música. Pero lamentablemente el mundo absurdo en el cual estamos viviendo no te permite generar esos espacios de encuentro con esas cosas que son tan necesarias. Por ahí la gente solo lee Piyama surf, viste esas páginas que aparecen “esto es Nietzsche” que se yo, media página bueno, es algo, pero digamos que todo está reducido a una especie de Piyama surf.

Tal cual, o los videítos esos que te explican a René Descartes en 3 minutos y te hacen los dibujitos…

Sí, es porque el mundo este no tiene ningún sentido. Otra cosa que me molesta mucho y está relacionada con eso es el tema de que todo el tiempo se habla de las industrias culturales, como que todo está reducido a producto. Me molesta profundamente y no me gusta. Quiero creer que la cultura puede debatirse desde otros lugares que no sea el mercado y nada más, creo que nos merecemos ese espacio como seres humanos.

Si tal cual. Todo es el envase y el producto.

Si tal cual, y si sos mujer te preguntan solamente por cosas de mujeres, terrible.

¿Algún escritor/a actual que te guste leer?

¡Uy! he descubierto unas escritoras buenísimas. Me leí todos los libros de Samanta Schweblin que se ha ganado además un montón de premios y me he leído todos los libros de Mariana Enríquez también que más allá del género, del terror, de lo que sea, me parece que es una escritora profundamente argentina por lo que escribe porque siempre está la historia argentina atrás y las calles de ésta ciudad y las descripciones que hace del noroeste en la última novela son increíbles. A ellas las han querido caratular como “escritoras mujeres” y cuando vos lees sus notas ellas se enojan un poco con eso pero bueno es una operación de marketing y es políticamente correcto. La verdad es que son buenísimas. También me leí la semana pasada Las aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara que es un intertexto del Martin Fierro y ella continúa la historia pero de la China, la esposa del Martin Fierro que es la nada digamos, que casi no existe en el Martín Fierro. No dicen quién es ni que le pasó entonces ella continúa con la historia de esta mujer que finalmente decide ella misma bautizarse China Iron. Es una relectura del Martin Fierro más en clave queer, es un flash. Así que he estado muy feliz leyendo estas escritoras argentinas nuevas. Y ahí tengo un montón de libros más que todavía no leo. Uno de Bazterrica que no he leído nunca, sobre unos caníbales. También me he bajado un montón de libros, he pirateado mucho libros. Cosas viejas me he leído todo. Borges, Piglia, pero de cosas nuevas también. Hace unos años leí mucho a Pablo Ramos que tiene como una mirada muy atravesada por los años 90 de este país. También está buenísimo, tiene una trilogía, El origen de la tristeza es el primer libro de la trilogía y tiene también una mirada muy buena de la Argentina y de la historia más reciente de nuestro país.

Bueno justo en los ’90, cuando tu generación estaba acercándose al tango, surgieron también varios poetas como Casas, Gambarotta, Cucurto y también la revista «Diario de poesía» que tenía la intención de desenmascarar un poco ese velo elitista que tiene a veces la poesía y poder acercarla a más lectores haciendo tiradas masivas. ¿Estabas al tanto de eso en ese momento? ¿Te acercaste alguna vez a esas lecturas, de los autores y de la revista misma?

Sí, sí. Conozco absolutamente la movida y también en Mendoza había una movida interesante de poetas en esa época que estaban digamos en la misma sintonía. Hubo una época en la cual las elites, que eran las que tenían todo su poderío en el ámbito de la literatura, no sé qué pasó y dejaron de escribir y este lugar lo ocupó otra gente. Por eso también creo que lo poco o mucho que ha pasado con el tango nuevo está hecho desde un lugar tan real y tan honesto y por eso es tan valioso. Mi generación después de una larga época revisionista lógicamente tuvo así como una necesidad imperiosa de mostrarse su propia oscuridad, con todo lo que estaba pasando. La miseria empezó a convertirse en algo muy evidente viste el crecimiento de las villas, fue una época muy dolorosa. Los amigos yéndose a poner no sé, a poner membrana en Italia, fue una época realmente muy terrible y fue el principio porque creo que seguimos nadando en las mismas miserias. Incluso se ha incrementado, y creo que no sé qué pero algo tiene que pasar. En un país productor de comida algo tiene que pasar ¿no? La gente mínimamente tiene que comer. Y bueno, todo eso está reflejado, no en todos, pero en esos ámbitos de la literatura y muchas de las letras nuevas de los tangos. No así, no veo que esté pasando lo mismo con el rock que tenía ese carácter contracultural y contestatario. Veo que por el contrario el rock se ha puesto muy funcional al capitalismo, me parece que lo que he escuchado un poco lo noto así muy funcional al sistema y tampoco está pasando con el folklore porque no hay muchos compositores nuevos de folklore tampoco. Me parece que esa es una deuda, yo creo que con el tango pasó eso, porque ¿cuántas versiones más vas a hacer de Sur? Por más raras y por más que pongas una armonía alocada pero ¿cuántas veces más podes tocar Adiós Nonino? Y me encanta Piazzolla con toda mi alma. Creo que el rock tiene que volver un poco a esa cosa más disruptiva que tenía que no la estoy viendo y me parece que pronto tendrán que aparecer también compositores en el ámbito del folklore, que hay pero son muy muy pocos. El tango en ese aspecto desde hace unos años está como llevando la delantera. En ese aspecto que no es cantar y tocar más o menos lindo sino con asumir un compromiso real con la cultura de tu país, tratar de aportarte algo. Digamos, con ese nivel de seriedad con el que te lo estoy diciendo, lo pienso de verdad.

Y volviendo a lo de las lecturas, ésta ya se sabe es una rivalidad medio inventada pero si tuvieras que elegir alguno ¿qué elegirías? ¿El Grupo de Boedo o el Grupo de Florida?

Debo decirte que elegiría el grupo de Florida. Elegiría los aristócratas esos que escribían re bien. Y bueno, soy una gran admiradora de Borges y me encanta Silvina Ocampo. Es una aristocracia que realmente tenía muchos valores culturales que evidentemente ya no tienen. Van a Miami nada más (risas). Pero si, si tengo que elegir sí.

¿Qué es el tango para vos?

No sé, uno por alguna razón elige algunas cosas y es como una forma de estar en el mundo y de pensar el mundo. Todas las cosas que hago y que quiero hacer están atravesadas por las cosas que quiero hacer con el tango. Están atravesadas por la canción que estaba tratando de terminar esta tarde, por la letra que estoy haciendo, por las conversaciones que tengo con los amigos, así que pienso que es eso. Es mi forma de estar en el mundo y de pensar el mundo. Y como te decía antes ahora también pienso que el tango es una forma de comprometerme con la cultura de mi país. Es la música que me hace sentir cosas que son muy intensas y todo lo que gira alrededor de esas cosas intensas, los amigos, las charlas, las cosas por hacer. Ahora me da mucho gusto y mucha emoción ver tanta gente joven. No me la puedo creer ¡me parece lo más! Además creo que esta generación va a ser más suelta. Va a poder hacer tango sin tantas amarras. Mirando siempre el maravilloso pasado y el maravilloso legado que nos dejaron estos tipos pero con una libertad mucho más grande porque nosotros creo que somos como una generación bisagra. Un grupo de músicos que retomó el tango, se tuvo que poner a estudiar y no había muchos maestros. En Mendoza ni hablar, no había ninguno. Entonces bueno un poco ahí escuchando y viendo cómo hacer para tocar esta música que es difícil de tocar y es difícil de cantar. Además es un género que históricamente se ha resistido muchísimo a cualquier tipo de cambio. Desde ese lugar el tango desde hace unos años para mí también se convirtió en una misión prácticamente, un compromiso de salir ahí a poner la cara con los tangos nuevos. He pasado por situaciones difíciles, no te vayas a creer, te bardeaban, te decían que lo que haces no es tango. Entonces bueno es una mezcla de todas estas cosas para mí ahora.

¿Y vos sentís que en esta nueva generación hay menos prejuicios que en la tuya? Justamente al ser la bisagra fue más difícil y había más resistencia al cambio. Tenían que allanar el terreno…

Sí. Un poco sí. Creo que la gente no va a tener esa mirada que aún existe de que el tango ya no tiene nada para dar y eso es una cosa injustificable porque la cultura jamás puede ser vista como algo concluido. La cultura es algo que se va construyendo día a día entonces la única garantía que tiene el género de sobrevivir es justamente permitirse esos cambios que han ido apareciendo. Creo que esta nueva generación no va a tener la mirada inquisidora, el miedo, la mirada del que dirán. A mí me han criticado por todo, desde no ponerme vestido, a que era mujer, o que era una música demasiado triste, por todo. Fue duro empezar a cantar tango. Ha sido así, muchas ganas de construir algo pero siento que ha sido un poco una batalla también. Entonces pienso que las nuevas generaciones están más libres y además tienen otro apoyo, los pibes pueden tomar clases de bandoneón y de violín y los músicos de mi generación también se convirtieron en maestros y eso es muy importante. Eso es tal vez lo más importante. Que todos estos músicos de mi generación se pusieron a, que fea la palabra enseñar, se pusieron a pasarle la data a gente más joven. Eso tiene un valor maravilloso. Se van creado pequeños semilleros, en la enorme heterogeneidad que hay, porque viste que hay de todo. Pero bueno me parece que tienen todas esas ventajas entonces las tienen que aprovechar.

Bueno en los ´80 Cadícamo dijo en una entrevista que en ese momento ya no había éxitos ¿Vos crees que hoy hay hits de tango nuevo?

Si yo creo que sí. Sería imposible compararlo con lo que podía pasar con una letra de Cadícamo porque en ese momento el tango era una música popular y la escuchaba todo el mundo. Ahora el tango se maneja en ámbitos pequeños, se parece más al jazz, o al flamenco. Ya no es una música popular pero creo que igual de todas maneras en ese pequeño ámbito de circulación que tienen los tangos hoy sí, creo que hay algunos compositores que están dejando allí sus precedentes y que hay un montón de versiones además de algunos tangos. Está buenísimo eso.

¿Vos como cantante con qué sonoridad te sentís más cómoda para cantar?

¿De instrumentos me decís? Y que se yo, todos los instrumentos tienen sus cosas lindas y se enojan los amigos si dejo alguno afuera.

No ni hablar. Es más una cuestión de sonoridad que te acompañe…

Y… las orquestas. Ocho mil bandoneones y cinco mil violines. Me encanta. El sonido de la orquesta es algo que me provoca una cosa así muy potente, me encanta cantar con formato de orquesta pero también estoy muy acostumbrada a cantar con piano. Fue todo un laburo el que tuve que hacer con la Púa para habituarme a cantar. Nunca había cantado con guitarras. He cantado algún tema con una guitarra pero nunca había trabajado muchos años con formato de guitarras y estuve un tiempo largo para sacarle la ficha y ahora me encanta. Pero me encantan las orquestas.

¿Cuál es el lugar o momento al que siempre querés o te gustaría volver si pudieras?

¿Musicalmente? Siempre pienso que me gustaría volver a esas noches en las que cantaba en un lugar en Mendoza que se llamaba Los dos amigos que estaba en una esquina que se caía a pedazos y donde pasé unas noches de altísima emoción. Cantaba en un estado de emoción y una intensidad que tal vez he perdido un poco. O no se o tal vez siento otras cosas pero los conciertos en ese lugar fueron para mí unas experiencias inolvidables. Eso en lo musical pero en lo personal siempre voy a querer volver a ver a mi vieja y bueno eso no va a suceder. Siempre voy a pensar en qué lindo seria poder verla y hablarle otra vez.

¿Algo que hayas dejado en el camino?

¡La salud! (risas). Terrible. Soy una fumadora empedernida. Soy un desastre. Cero conciencia con el efecto que producen las sustancias en el cuerpo. Un desastre total. Y dejar no, no he dejado nada porque yo quería cantar. Desde chiquita que canto, yo quería cantar y sigo cantando y también me gustaba mucho leer y no sé cómo termine la facultad y entonces no, estoy en paz.

¿Si pudieras cambiar algo del mundo en qué vivimos qué sería?

Cambiaria todo. Dinamitaría todo el sistema en que vivimos. Es un sistema absolutamente agresivo para el espíritu humano. No sé, es una expresión de deseo y también un poco sonso de mi parte pero creo que el mundo debería volver un poco mínimamente a una idea de utopía, de transformar el mundo en un lugar más amable para las personas, no sé de qué modo. Creo que eso sería lo más hermoso que podría pasar pero bueno, tal vez te lo digo desde un lugar un poco utópico pero pienso en eso todos los días.

Qué bueno igual poder pensar en eso, porque la realidad es tan agobiante, tan dura, es difícil pensar algo lindo…

Con las cosas de la música ya no tengo ningún apuro, estoy tranquila no tengo más apuro. Viví unos años con un nivel de locura muy grande de ir de venir y ahora por el contrario necesito tiempo para hacer las cosas. Es la misma calma que creo que mucha gente le está reclamando al mundo. Un poco de calma y de amabilidad para que esta estancia sea más amorosa ¿viste?

Ni hablar ¿Y qué vínculo tenés con la naturaleza?

Mmm. Mirá, antes siempre todo el mundo se burlaba de mí porque viví toda mi vida en la montaña y nunca iba a la montaña. Nunca fui de camping. Era como dentro de todo muy citadina y en los últimos años he aprendido a apreciar mucho el espacio y el paisaje y en mi caso, esas increíble montañas, que son una presencia absoluta en Mendoza. Cuando vivía allá me gustaba todas las tardes a la hora que cae el sol salir a mirar las montañas porque se ponen azules. Después creo que mi vínculo más real es que me gustan mucho los animales. Aunque viva en un departamento de 2×2 tengo tres gatos que me traje de Mendoza, son gatos cuyanos como corresponde (risas), tengo una perra y en Mendoza en la casa familiar tenemos cinco perros. Yo necesito vivir con los bichitos. No podría no vivir con un perro, un gato, creo que ese es mi contacto más real con la naturaleza. Y desde un lugar más político bueno creo que es absolutamente necesario que todos pensemos en la naturaleza y en el medio ambiente porque mirá esto que está pasando ahora. La gente dice que “vino un enemigo silencioso que apareció de la nada” ¡No! ¿Cómo de la nada? Esto tiene que ver con el nivel de destrucción. Todo está ligado a lo mismo, al horrible sistema espantosamente obsceno que propone el capitalismo entonces si vos haces todas estas cosas espantosas que se han hecho en los últimos tiempos con la naturaleza este va a ser el primer bicho y después van a venir otros bichos. En lo personal en los últimos años he estado muy cerca de la lucha, no he participado porque estoy acá pero sigo mucho la lucha que hay con el agua en Mendoza, con la defensa del agua, con las mineras. Hay gente que está muy muy involucrada y que viene luchando desde hace años. Mendoza no es nada sin el agua y ha sido una cruzada el tema de salir toda la gente. El año pasado yo veía las imágenes y lloraba te lo juro. Fue increíble, toda la gente estuvo dispuesta a salir a la calle para defender el agua. Creo que si no hacemos eso con todos los aspectos el mundo se va a poner más complicado aún, por eso te digo que me molesta mucho cuando dicen que el virus este apareció de la nada.

Bueno la última pregunta! Con cuál argentino muerto te tomarías un mate?

Ay, uno solo no podría elegir. Tomaría mate con Goyeneche, con Troilo, con Gardel, con Borges, con San Martín y con Belgrano, con mucha gente. Tomaría mate con Alejandra Pizarnik, no podría elegir uno solo.